A partir de la toma del poder del nuevo gobierno, el 16 de agosto de 2020, la política en la República Dominicana deberá ser otra cosa. Los partidos políticos tradicionales que han dominado el país en las últimas décadas han sido castigados y los resultados demuestran que el pueblo realmente quiere un cambio; no de partido político, sino un nuevo régimen basado en ideas, programas, acciones y actividades diferentes, con principios, valores y ética.

Una de las características de la crisis política actual es la falta de moral. Muchos hablan de ella, pero no la practican. La ética política es la aplicación de la moral en todos los actos, públicos y privados, en la política, lo social y la economía.

En el ambiente político actual, un dirigente que aplica la moral lo hace mejor persona, pero no lo hace «buen político»; el «maquiavelismo», que es perverso, caracteriza a los «buenos políticos». Sin embargo, necesitamos políticos con ética y moral, que sirvan de ejemplos a los jóvenes y a las nuevas generaciones.

Las señales de los senadores y los diputados electos que han manifestado públicamente que no utilizarán sus cargos legislativos para disfrutar de privilegios económicos y políticos, son positivas, mientras que la posición de la futura primera dama respecto a ocupar un lugar modesto económicamente, indica que vamos por buen camino…

¿Estudian y aprenden ética y moral los políticos? Y si lo hacen, ¿aplican estos conocimientos? El abandono en la educación y la formación de cuadros militantes, y el olvido de las ideologías hicieron fracasar a los partidos tradicionales.

Estamos en una crisis mundial, el coronavirus ha destrozado la economía, lo social, la política y no sabemos hasta dónde llegará esta situación: las exportaciones e importaciones están paralizadas, el turismo está estancado. ¡La economía y lo social están inmovilizados!

Uno de los temas que los jóvenes demandan es confrontar la corrupción. Los políticos necesitan integridad personal, sino sucumbirán, como los anteriores, a las primeras insinuaciones, tentaciones y presiones, porque al dar primacía a sus intereses personales, se olvidan del costo social de sus acciones. Los nuevos políticos deben buscar la protección para los consumidores, el medio ambiente y comprometerse con los sectores más débiles y pobres.

La base fundamental de la sociedad es la familia y toda política humanista debe proteger a ese núcleo básico, comenzando con el complemento de la educación. El fin de la familia no solo consiste en engendrar seres (para lo cual bastaría la promiscuidad), sino en darles educación, moral y cívica a sus hijos. La función de la escuela y la función del Estado en materia de educación no son más que funciones auxiliares respecto al grupo familiar, puesto que el grupo familiar es incapaz de suministrar a la juventud todo el conjunto de conocimientos necesarios para la formación de un hombre en la vida civilizada.

La República Dominicana invierte el 4% del PIB en educación; no obstante, según los resultados del programa PISA, somos el país más atrasado entre los 80 que participan. ¡No basta tener dinero, sino programas para la formación de los formadores!

La política es una rama especializada de la ética, para que pueda estar al servicio del bien común. Uno de los poderes principales de la democracia es el Poder Legislativo, pero ese cuerpo no deberá aprobar ninguna ley que sea contraria a la naturaleza, porque el objetivo de las leyes es la moralidad, manteniendo y conservando las virtudes del pueblo, y darle cumplimiento a la ley moral; tampoco los legisladores están para beneficiarse a ellos mismos.

La legislación no debería endosar o aprobar ninguna línea de conducta contraria a la ley natural. El objetivo final de la ley es hacer a los hombres moralmente buenos... debería resistir a los cambios reclamados por una simple relajación de las conciencias y por costumbres decadentes. Y siempre debería mantener una orientación general hacia la vida virtuosa, a hacer tender a la conducta común hacia el plano del cumplimiento de la ley moral.

El Estado es el garante y guardián del bien común; su existencia descansa fundamental, jurídica y filosóficamente en esta actividad, complementado con la responsabilidad en el bienestar y la seguridad social, elevando el nivel socioeconómico de los sectores más pobres.

En política no se puede jugar a la doble verdad, (decir una cosa en la oposición y otra cuando es gobierno), siempre hay que actuar con honestidad. Toda sociedad política requiere de una base moral común para la subsistencia, so pena de sucumbir frente a los problemas, sin llegar a dar solución a los conflictos planteados.

La vida política requiere de una moral integral, que pueda expresarse no solo evitando los crímenes y robos, sino dando ejemplo, con una buena administración de los bienes del pueblo y viviendo en austeridad.

El pueblo tiene su esperanza en un nuevo gobierno que trabaje con honestidad, que tenga reglas del juego claras, que aplique las leyes y, principalmente, que ponga ejemplos de honestidad, moral y justicia social, rechazando la impunidad y los robos en el sector público y privado.

Debemos conocer la diferencia entre la ética y la moral: la moral es algo práctico, la forma en la que actuamos, mientras que la ética es teórica, reflexiva; es el estudio de esa moral y del modo de comportarse. En la política debemos actuar con moral y ética.