Cuando hace algo más de un mes en España se celebraba el puente de la Constitución, a más de 5.000 kilómetros de distancia, en Gambia, su presidente se sacaba de la manga de su ancho kafkán blanco una nueva ley que una vez más, se pasaba por el forro a su propia Constitución.

La República de Gambia pasaba, a partir de ese día a ser declarada como República Islámica de Gambia. La Constitución de Gambia recoge que es un país laico pero al contrario de lo que en España ocurre, los gambianos están ya demasiado acostumbrados a encender el televisor a las 8 de la tarde para ver las noticias nacionales y enterarse así de nuevas leyes promulgadas unilateralmente por su Presidente. Las noticias se repiten a las 22.00 horas, todo son facilidades por aquello de que el desconocimiento de la ley no exime de su cumplimiento.

La reacción de los gambianos, sobre todo en la Diáspora, no se hizo esperar. La red y la “libertad” que da el estar a miles de kilómetros del país africano ha hecho proliferar los activistas anti Jammeh, el presidente, en la red. Blogueros, diarios online, políticos en el exilio y gente anónima, en su mayoría desde Europa y Estados Unidos, ponían el grito en el cielo ante una declaración que no va con el sentir de la mayoría de sus ciudadanos.

Un 90% de los gambianos son musulmanes pero si algo ha caracterizado a Gambia durante su historia es su espíritu tolerante, abierto e integrador. En un país donde conviven más de cinco etnias diferentes, cada una con su propia lengua y costumbres la mezcla y el respeto por lo diferente es el pan de cada día. Cristianos y musulmanes conviven con total normalidad y sus festividades están reconocidas en el calendario festivo Nacional.

Como cuando en el Tobaski, la fiesta musulmana por excelencia, invitan a su vecino cristiano a comer con él y su familia y en la misma medida, cuando hemos celebrado la Navidad y los vecinos pasan a cenar a la tuya.

La declaración del Presidente se recibió en Gambia con un “ a ver qué es lo siguiente”, porque es cierto que al día siguiente de la noticia nada parecía haber cambiado en el país.

Y así, como si el arte de la espera se hubiese ya convertido en deporte nacional del país, los gambianos quedaban expectantes ante cualquier medida venidera que hiciese realidad tangible ese camino hacia la República Islámica.

De lo que se hablaba en petits comités y en casa, como siempre que se habla de política en Gambia, es que la declaración del Presidente no es más que un intento de buscar financiación en países árabes ahora que casi todos los puentes con Europa están ya casi dinamitados, causa de su aparición en la lista de países con más deficiencias en materia de Derechos Humanos.

Pasaron las fechas navideñas, días en los que los hoteles de la costa se llenan de turistas que buscan pasar las fiestas a 30 grados y, de nuevo a las 8 de la tarde y través del televisor se anunciaba que a partir del siguiente día, todas las funcionarias del Gobierno debían llevar velo en horario de trabajo. Por ley.

En un país donde muchas mujeres optan por el sector público como medio de asegurarse el saco de arroz que dará de comer a su familia la nueva ley afectaba a miles de mujeres.

La gambiana es coqueta, mucho. Las pelucas y el arte de trenzar el pelo son para muchas uno de los pocos recursos que tienen para cambiar de look y expresar su feminidad así como su estilo personal y diferenciador.

Diez días. Poco más de una semana ha durado la ley velo. El 14 de enero y mediante comunicado de prensa de la oficina presidencial se informaba de la revocación de la ley.

En el transcurso de esos días, la campaña en internet “Not in my Name” ha ayudado a meter presión aunque ese no ha sido el principal motivo. Las gambianas que de un día para otro se vieron obligadas a cubrirse la cabeza por imperativo legal estaban cabreadas. Las mujeres han sido desde hace ya muchos años el sector de la población “a mimar” por su Presidente. Sabe que con el apoyo de las mujeres tiene mucho camino ganado y así como los jóvenes que allá por el 94 le apoyaron pero que rápido se convirtieron en oposición al ver los derroteros que tomaba su política, las mujeres han tardado más en despertar. Las políticas de empoderamiento de la mujer, creación de trabajos con preferencia para ellas, educación para todas las niñas y grandes campañas publicitarias con rostros femeninos como protagonistas son las razones de este lento despertar. Jammeh reculó con urgencia y declaraba, palabras textuales que revocaba la ley porque hacía “infelices” a las mujeres gambianas, y que, como todo el mundo sabe, “las mujeres y yo somos mejores amigos”.

Y velos fuera y trenzas de colores de nuevo, pelos afro y tráfico de pelucas entre amigas de nuevo. ¡Esto es Gambia!