¡Sí, soy feminista, pero de las buenas! Últimamente escuchamos ésta expresión un poco atónitos ante la revolución feminista que ocupa todos los medios de comunicación occidentales.
¿Quiénes serán las buenas o las malas? nos preguntamos al ver en las noticias las manifestaciones feministas divididas en bandos. Y mientras tanto las redes sociales se inundan de tendencias como: girlpower, womensupportingwomen o metoo, productos de la evolución más rápida y global, que jamás haya vivido este movimiento en toda su historia. Todo discurre con tal velocidad cliqueando un demonizado hashtag capaz de enfrentar a generaciones de mujeres y hombres, que casi no da tiempo a reflexionar.

¿Y yo, qué tipo de feminista soy? nos podríamos preguntar.
Sin lugar a dudas, todo dependerá de las circunstancias personales. Porque como señalan muchos analistas una de las incógnitas, que más llama la atención, es cómo afectará esta revolución feminista a los estados de religión islámica, que son mayoritarios en el mundo. Por el momento parece que está sucediendo todo lo contrario. Recordemos el trágico caso de Mahsa Amini en Irán, asesinada en el 2022 por no llevar velo.

Que la sociedad ha avanzado en cuanto los derechos de las mujeres, es incuestionable. Del mismo modo, observamos que cuanto mayor es el poder femenino en los países desarrollados, mayor es la esclavitud femenina en las sociedades islamistas, lo que despierta cierta perplejidad. Por eso, al margen de ocurrencias, es tan necesario el apoyo, la unidad y la voz de las empoderadas activistas.

¡Women in Revolt! Art and Activism in the UK 1970 – 1990 Proyecto historicista presentado en la Tate Britain de Londres, quizás no pretende profundizar en esta cuestión, aunque sí hace un excelente trabajo mostrando cómo redes de mujeres se interconectaron durante décadas a través de sus ideas radicales y métodos transgresores, contribuyendo de manera inestimable en la cultura británica.

Mujeres que han vivido y desarrollado su trabajo en Reino Unido, que han luchado y luchan por la unidad para conseguir más derechos trabajando juntas, es uno de los principales preceptos del proyecto. Los temas domésticos como la cosificación de la mujer a través de los concursos de belleza, la maternidad, las tareas domésticas y trabajos mal remunerados, se unen a las posturas políticas, con fotografías y películas de Marianne Elliott-Said (también conocida como Poly Styrene) y The Neo Naturists atacando al patriarcado post-punk. Los movimientos BLK Art Group o el grupo de defensa y archivo Panchayat, analizan el papel de las mujeres en las narrativas artísticas de las mujeres negras británicas y del sur de Asia.

Sin embargo, la cuestión qué surge no sería exclusivamente en cuanto a temas de género y lucha por la igualdad a través de los diferentes periodos de la Historia en Reino Unido, sino: ¿Qué ha sucedido hasta llegar a esta nueva visión en las teorías y prácticas feministas en uno de los principales países colonizadores a lo largo de la Historia? ¿Cómo se fracturó el discurso occidental, centrado hasta los setenta a través de un llamémoslo «feminismo academicista» focalizado principalmente en discursos de mujeres occidentales de clase media, blanca y heterosexuales?

En la década de 1970, la política radical y de izquierda estaba dominada por los hombres, y no tomaron en serio el Movimiento de Liberación de la Mujer. Ni siquiera reconocieron que llegaría a convertirse en una parte importante de las luchas populares en todo el mundo, como señala el libro See Red Women's Workshop Feminist Posters 1974-1990, publicado por Four Corners Books.

Fundado en el sur de Londres en 1974, See Red Women's Workshop nació con el propósito de combatir las imágenes sexistas, creando una respuesta combativa ante los problemas de sexualidad, identidad y opresión. Mujeres de diferentes orígenes desarrollaron carteles que promovían el poder y la autodeterminación de la mujer en la sociedad. Carteles como “Tough”, 1979, mostraban a una recién elegida Margaret Thatcher dirigiendo un mensaje a las mujeres de la nación. Alrededor de su imagen, a modo de protesta, se adjuntaban recortes de prensa y titulares controvertidos en torno a los servicios y al aumento de precios, pero principalmente se centra en aquellos problemas que afectaban a las mujeres.

Conocida como “La dama de Hierro”, Thatcher consiguió una mayor presencia laboral de las mujeres en el país y una igualdad salarial, así como ausencia de discriminación en el trabajo. Pero su política ultraconservadora y neoliberal provocó huelgas mineras, proliferación nuclear, la crisis del SIDA, la brutalidad policial y la famosa Sección 28; ley que prohibía la promoción de la homosexualidad. La respuesta de las artistas no tardó en hacerse oír, centrando su trabajo y sus fuerzas en visibilizar su lucha en torno a éstas temáticas.

En 1987, la fotógrafa Jill Posener, realizó una serie titulada: “Una guía de chicas sucias para Londres”, donde mujeres lesbianas se muestran besándose en los principales monumentos de la ciudad. Un engranaje en el que se iban articulando discursos en torno a las mujeres lesbianas o daban visibilidad al Sida acompañándose de fotografías documentales de Format Photography Agency, Mumtaz Karimjee o Caroline Coon. En una época en que cualquier demostración de homosexualidad o afecto público del mismo sexo era objeto de persecución policial.

Mientras que los estudios históricos y de la liberación de la mujer se habían centrado en el sujeto occidental, como centro del mundo, estableciendo discursos hegemónicos que impedían concebir relatos fuera de lo establecido por la sociedad. Marginaban los discursos inherentes al llamado tercer mundo e imposibilitaban dimensionar otros discursos geopolíticos más allá de un proceso meramente histórico impuesto. Sin embargo, sería entre finales de los setenta y principio de los años ochenta cuando aparecerían nuevas narrativas abordadas desde «posiciones subalternas», aunque no exclusivamente, desde categorías como sexo y sexualidad, sino de raza y clase social.

Esto le sucedió a la artista de origen hindú Bahajan Hunjan. Nacida en Kenia, llegó a Reino Unido a mediados de los años setenta y estudio Arte en la Universidad de Reading. Sus clases se centraban en fragmentos de historia del arte occidental predominantemente de blancos y masculino, además a esto se añadía que sólo eran dos mujeres de color en clase. En ese momento, como ella misma relata, fue capaz de mirar más allá de los confines de Europa Occidental.

A través de su obra, Bahajan Hunjan, desarrolló una lucha contra una monolítica pos colonización e identidad occidental enfrentándose como mujer perteneciente a otra realidad cultural, reivindicando su tradición folclórica, sus raíces familiares, su propia cultura y su propia identidad femenina y feminista.

La revolución contra tantos tintes sexistas y androcéntricos venía a ampliar su radio de acción en un país donde el discurso hegemónico no sólo había pertenecido a los hombres, sino también a una cuestión de raza.

Reino Unido cuenta con una amplia comunidad afro-descendiente, que ha sufrido la fragmentación de la Historia social de las mujeres negras sometidas a la violencia estatal y el Imperialismo global durante décadas. La necesidad de cubrir la falta de asesoramiento jurídico, sanitario y social, fue el contexto en que surgió Brixton Black Women's Group (BBWG), en 1979. La organización socialista feminista negra, preocupada por la raza, el sexo y el género, fue un grupo comunitario organizado sin jerarquías que duró hasta 1989.

Lucharon por su derecho al trabajo, la vivienda y la justicia reproductiva. Reivindicaron a través de talleres, conferencias y centros de cuidado el derecho de las mujeres negras. Finalmente, terminaron desapareciendo, y a día de hoy, no ha vuelto a existir grupos feministas negros en Reino Unido comparable al alcance de las Mujeres negras de Brixton.

La pluralidad de las posiciones expuestas con estas artistas responde a una serie de interrogantes que se deslizaron a partir de los discursos feministas de los años 60 en su posicionamiento frente al patriarcado, el cual desarrolló un posfeminismo que intentó deconstruir la frontera ideológica masculina. Y es a partir de este concepto en el que lo femenino debe de ser transversal a toda problemática de identidad, donde los discursos de feminismo no pueden considerarse como una variante diferencial de lo masculino, ni siquiera considerarse como «el otro exótico» en la diversidad cultural. Por tanto, el feminismo se encuentra aún en esa tesitura donde todavía la sociedad patriarcal y colonial ralentiza su validación.

Quizás un hashtag sirva hoy día como conector o separador entre todas las mujeres y hombres del mundo, quizás la revolución feminista se hunda en las raíces de la inmediatez comunicativa mediática - su rapidez informativa y acelerado olvido-, no lo sabemos. La sociedad está cambiando, pero lo que sí es cierto es que feminismo e Islam, en el ámbito del activismo femenino y feminista pasa por el eje articulador de “la mujer musulmana con hiyab”.

Las sociedades patriarcales y machistas siguen existiendo, como han existido las sociedades matriarcales. Pero cuanto mayor es el poder feminista, más crece la opresión hacia la mujer musulmana, y todavía más la violencia de género incluso entre los propios niños. La unidad como demostraron las activistas es necesaria para avanzar, pero el tufo del mequetrefe indefenso del machismo sigue arraigado en la sociedad androcéntrica. Y lo peor, es que a pesar de las teorías de descolonización y la lucha contra los discursos hegemónicos, los imperialismos no han desaparecido y Rusia marcha hacia la dirección de una sociedad mundial islámica, lo que nos hace sospechar que el futuro nos reserva muchas sorpresas.