Brazos extendidos hacia adelante, personas que se levantan dormidos durante la noche y pueden aparecer en cualquier rincón de la casa haciendo cosas como preparar un café o recogiendo la ropa. Parece una situación cómica y caricaturizada pero… esta es una de las visiones que surge en la mente de alguien al que se le habla de una persona sonámbula. Pero ¿qué parte tiene esto de mito y cuál de realidad?

El sonambulismo es una parasomnia que implica todo aquel trastorno del sueño que esté asociado a la alteración en el comportamiento de una persona durante el mismo, generalmente en la fase 3 y 4 del sueño NREM. Quienes lo padecen pueden desarrollar distintas actividades de forma automática mientras duermen tales como caminar, hablar, gritar, reír e incluso pueden llegar a salir de su casa. Todo esto sin recordar nada a la mañana siguiente. “El comportamiento puede darse por terminado de forma espontánea, o bien el propio sonámbulo regresa a su cama sin percatarse”, explica para Wall Street International Joaquín Terán-Santos, presidente de la Sociedad Española del Sueño. “Y, de vez en cuando, también pueden llegar a presentar algún comportamiento inapropiado como cocinar o fumar”. Por norma general, los episodios de sonambulismo no superan los diez minutos.

Este trastorno del sueño es especialmente común en la infancia, entre los 6 y 12 años, llegando a desaparecer automáticamente con la madurez. No obstante, existen casos en los que el sonambulismo aparece en la población adulta. “En los adultos se produce siempre del 0,1% al 0,3% de la población”, añade Terán-Santos. “El sonambulismo es hereditario y alrededor del 85% de los adultos sonámbulos también lo fueron en la infancia”. Factores como tener fiebre, el alcohol, la falta de sueño o el estrés emocional son algunas de las causas que pueden desencadenar en sonambulismo. Sin embargo, es el componente hereditario y genético el que apuntan los expertos como el principal causante de este trastorno que afecta a 1 de cada 10 personas alguna vez en su vida.

Hay que añadir que otro de los problemas que suelen presentar las personas que padecen sonambulismo es que no disfrutan de un sueño reparador y tienden a sufrir somnolencia durante el día, como resultado de una transición anormal entre el sueño y el despertar, y son más propensos a dormir más horas durante el día.

Si bien deambular por la casa durante la noche puede ser inofensivo y hasta motivo de bromas, en muchas ocasiones podría traer graves consecuencias. Se estima que alrededor del 70% de los sonámbulos se ha lastimado alguna vez o ha tenido algún tipo de riesgo de sufrir fracturas, representando un peligro importante para ellos, aunque rara vez han llegado casos extremos como homicidios o suicidios. Es por eso, que una de las cuestiones más frecuentes que se plantean los familiares de personas sonámbulas es cómo se debe tratar al paciente si te lo encuentras por la noche. A esta pregunta, el presidente de la Sociedad Española del Sueño responde que “es aconsejable, para tranquilizarlos, acompañarlos a la cama sin despertar, ya que los sonámbulos tienen un trastorno que se produce durante el sueño y al despertarlos pueden empeorar sus síntomas y provocar un despertar agitado e incluso violento”.

En caso de darse comportamientos potencialmente perjudiciales para el paciente o su entorno familiar, se aconseja acudir a un médico especializado para tratar este trastorno con la psicoterapia, la relajación progresiva o terapia cognitivo-conductual, ya que es importante señalar que en un 15% de los casos de adultos la ansiedad y la depresión aparecen vinculadas al sonambulismo. Pero, por lo general, no se receta ningún tipo de medicamento ni es necesario acudir a especialista en aquellas personas cuyos síntomas no son dañinos. Simplemente mantener a la persona a salvo con simples medidas de seguridad en el dormitorio y el hogar.