Hoy no vengo a contarles cualquier historia, ni como bajar 10 kilos en un mes, ni como superar a tu ex novio, vengo a contarles una anécdota con la que espero ayudar a muchas mujeres.

Cuando tenia 18 años me palparon unos quistes de grasa y otros de agua que desaparecerían solos. Y así fue, seguí en mis consultas anuales sin tener ningún quiste.

Hasta hace 2 años que me diagnosticaron un tumor mamario, se creía que podía ser cáncer. Me sometieron a muchos estudios especializados entre tantas otras cosas. Allí comenzó mi tortura. Lloré y me deprimí muchísimo ¿como no hacerlo si estaba comenzando a vivir?. En el lapso de la realización de todos esos exámenes baje muchísimo de peso, la piel blanca y el cabello rubio hacia resaltar un par de ojeras de color morado debajo de mis ojos. Casi no dormía, llegaba la noche y lo que hacía era imaginarme como me vería calva y como me quedaría la cicatriz en mi seno. Comenzaron a llegar los resultados y todos daban negativos para cáncer de mama pero faltaba el resultado de, para mi, el examen mas importante y exacto en estos casos, que es la punción mamaria. 21 días de espera. Los días más largos de mi vida.

Cuando por fin llego el resultado, recuerdo que vino dentro de un sobre blanco con un adhesivo que decía “solo el medico autorizado puede romper este sobre”. Pero oye, es muy difícil tenerlo entre tus manos y no poder ver qué dice, así que no me importó la advertencia y lo abrí. No entendía nada de lo que decía el examen, unas palabras muy técnicas para una periodista en formación.

Por resultados absurdos preferí no buscar en internet nada de lo que allí decía. No me confiaba en lo que aparecía en esas paginas web (hace muchos años busqué unos síntomas de una gripe y los resultados que me arrojaba Google eran como dengue hemorrágico mezclado con mordida de zombi), esperé mi fecha de consulta y mi medico despejó cualquier duda. No tenia cáncer, pero tenia un tumor benigno de 3.0 cm, bastante grande para una muchacha de senos pequeños.

Igual lloraba, pero de felicidad, no podía creerlo. Pasaron los años y supere mi absurda depresión. Dos años después de ese diagnostico me doy cuenta de que pase unos meses oscuros metida en una depresión muy fuerte porque yo quise.

Mi medico en ningún momento me dijo que me hacía todos esos exámenes porque se creía que tenia cáncer, me dijo que lo haría para despejar cualquier duda de cáncer. Yo misma me creé esos pensamientos negativos y creí lo que quise creer en ese momento.

¿Y por qué les cuento mi historia? Pues porque sé que no soy la única así, sé que no soy la única que ha pasado por algo así, y sé que hay muchas mujeres en las que sí fue positivo su resultado y buscan una amiga que las entienda. Pero yo no vengo a consolarlas, ni a decirles que sé por lo que están pasando. Yo vengo para alentarlas a vivir.

Llora, grita, moléstate con el mundo si quieres, pero no hagas la tormenta más fuerte de lo que en realidad es, la mujer se crea historias en la mente, esas historias son las que pueden dañarnos y eso no es sano para ti. Ya bastante fuerte es vivir con una enfermedad así, no te hundas si no es necesario. Date un tiempo para ti misma, para conectarte contigo y busca cosas que levanten tu ánimo, normalmente nuestros médicos nos dicen que no puedes comer esto o aquello, quítate el chocolate con leche (el chocolate amargo puedes comer la cantidad que quieras) y la coca cola. Come lo que quieras, pizza, hamburguesa, lo que sea. Si nos vamos a morir, hagámoslo felices.

¿Qué paso con mi tumor? Pues sigue allí, sigo en mis exámenes de rutina, en nuestra relación de amor y odio.