Seguramente cuando hablamos de las grandes culturas de América Latina, como los Aztecas, Mayas e Incas, inmediatamente se nos viene a la mente un sinfín de misteriosas historias de sacrificios, guerras y una gran hostilidad hacia el conquistador español. Sin olvidar a los Mapuche que lograron liberarse del dominio Inca, defendiendo su territorio y cultura aguerridamente.

Son muy pocas las mujeres que aparecen en estas historias bélicas, pero no es de guerra que quiero hablar, ya tenemos la nuestra, contemporánea, que como siempre ocurre, solo demuestra la pobreza de diálogo y la inagotable lucha de egos.

Dos grandes mujeres en los años 50 se impusieron por su destreza vocal: la primera, conocida como la última «Princesa Inca», Yma Sumac, en quechua «la más hermosa», cantante lírica peruana, cuyo nombre real le anunciaba ya desde la cuna, cuál sería su destino y la tarea de su vida: Zoila Augusta Emperatriz Chávarri del Castillo. Una Emperatriz que con su extraordinaria voz llegó a los más altos escenarios mundiales.

La segunda y no menos importante, la mapuche – picunche, Rayén Quitral, que en lengua mapudungun significa «flor de fuego», nacida en Iloca, al sur de Chile. Poseedora de un gran virtuosismo vocal, María Georgina Quitral Espinoza, recorrería Europa, América Latina y Estados Unidos.

Yma Sumac, la princesa Inca

Yma Sumac, nace el 13 de septiembre 1922 y desde sus inicios deslumbró con su voz. Su descubridor, y manager Moisés Vivanco, se convertiría en su marido a sus tempranos 20 años. Se comenta que él habría sido el creador de la leyenda detrás de la cantante, quien a sus ojos descendería del mismísimo emperador Inca, Atahualpa. Crecida entre idílicos paisajes silvestres, su bravura vocal, vendría de los ecos de los pájaros que la rodearon desde niña.

Tempranamente, se trasladan a Estados Unidos, donde luego de su gran éxito lírico, es llamada a Hollywood a participar en la película El secreto de los Incas, con un joven Charlton Heston, quien aparece como el precursor de Indiana Jones. Debido a su éxito en ese país, por razones de trabajo, debe tomar la nacionalidad norteamericana y renunciar a la peruana, cosa que su pueblo nunca le perdonó. Se podría decir que el mayor crítico de su arte fue su propio país. Mientras mayor era su éxito en el extranjero, más rechazo producía en Perú, nadie es profeta en su tierra, ¡dice el refrán!

El crítico musical Miguel Molinari, cuenta que fue una adelantada para su época también a nivel musical pues creó una fusión de música peruana con ritmos caribeños que los puristas jamás aceptaron.

Su voz apareció en bandas sonoras de éxitos de Hollywood, como El gran Lebowski (1998), en la campaña de Apple del 2020 para su nuevo modelo de iPhone.

Carmen McEvoy, historiadora peruana, dice que Sumac «representó a Perú por el mundo entero sin apoyo del Estado». En 1960 se convierte en la primera y única peruana en tener una estrella en el paseo de la fama de Hollywood.

Yma Sumac, conquista también la Unión Soviética, en 1961 la visita por primera vez logrando un gran éxito, luego se agregaría Japón. Los premios y reconocimientos llegaban uno tras otro.

Una de las habilidades por la que era reconocida, fue sin duda por su maravillosa voz y técnica vocal, se dice que fue la única capaz de lograr la triple coloratura de la voz, poseía un amplio rango vocal, destreza y control de su voz.

Molinari se moviliza para realizarle un merecido homenaje en Perú, en 2006, ya anciana, vuelve a pisar su tierra natal, recibiendo tardíos reconocimientos. Es condecorada con la Orden del Sol, una de las más altas distinciones del país.

Dos años más tarde, 01 de noviembre del 2008, la última «princesa Inca» muere en Los Ángeles, Estados Unidos, a los 86 años.

En 2022 a cien años de su natalicio, se instaló un busto conmemorativo en donde descansa la diva, Hollywood Forever Cementery, del escultor peruano -francés, Martín Espinoza Grajeda.

Rayén Quitral, la flor de fuego

Rayén Quitral, nace el 07 de noviembre de 1916, en la localidad de Iloca, desde muy niña demostró una innata habilidad para el canto, recibiendo el apodo de «alondra mágica». Viaja a Santiago en donde encuentra a la maestra de canto, Emma Ortiz, tiempo después ingresa al Conservatorio de Música y viaja a perfeccionarse a Argentina, Uruguay y Perú.

En 1936 debuta en el Teatro Central de Santiago, logrando un destacado reconocimiento que la hace merecedora de una invitación para presentarse en el famoso Teatro Colón de Buenos Aires para interpretar el personaje de la Reina de la Noche, en La Flauta Mágica de Mozart, junto a destacados representantes líricos de fama mundial.

En la inauguración del Estadio Nacional de Chile, en 1938, es convocada a cantar el himno nacional, lo hace a capella y sin micrófono bajo la presencia de los más de cincuenta mil asistentes. Tenía 22 años. La ovación del público no se hizo esperar y llegaría así un vuelco en su carrera artística.

En su estadía en Nueva York, se convierte en alumna del famoso músico, Claudio Arrau. En 1950 comienza una gira por Europa, y en 1951 debuta en el Royal Opera House Covent Garden de Londres, nuevamente como la Reina de la Noche, en donde viene reconocida como «la voz del siglo», provocando una serie de presentaciones en teatros como Carnegie Hall de Nueva York, Pérgola de Florencia y numerosos teatros mexicanos.

Curiosamente el mismo año se presenta en el Teatro Municipal de Chile, donde la crítica es muy mezquina. Don Raúl Ramírez, amigo de la cantante, reconoce que el lugar en donde Rayén fue más valorada es en Buenos Aires, por su participación en radios, como Belgrado de Buenos Aires, en el rol de cantante estable.

La Segunda Guerra Mundial, trae a Latinoamérica a muchos refugiados europeos que escapan del conflicto y entre ellos, Erich Kleiber, director de orquesta quien la invita a cantar en La Flauta Mágica, en donde interpreta a la Reina de la Noche, rol que le cuesta mucha dedicación pues tiene que estudiar también alemán.

Entre los años 1937 y 1960 Rayén Quitral llega a interpretar importantes roles en las óperas La Flauta Mágica, Lucía Lammermoor, Rigoletto y El rapto del serallo.

Vive muchos años en México y Europa. En 1956 recibe una beca otorgada por el gobierno alemán, para estudiar en Hamburgo. Viene un periodo de mucha estrechez económica, pero la «flor de fuego» demuestra su valentía y perseverancia, agotando todo medio para subsistir y lograr sus sueños.

Lamentablemente las pocas presentaciones que se le ofrecen en Chile después de su regreso no reciben buena llegada. Intenta abrir un conservatorio de canto, pero no tuvo ayuda por lo que el proyecto quedó en eso, solo en una idea.

Durante el gobierno del presidente Frei Montalva, por gestión del ministro de Relaciones Exteriores en ese momento, don Gabriel Valdés, logra una «pensión de gracia» que ayudará a la artista a vivir dignamente.

¡Nuevamente el dicho se revela impetuoso, nadie es profeta en su tierra!

Su bisnieta, Javiera Paredes Krefft, mezzosoprano, dice que Rayén asombraba por la coloratura de su voz, su desplante y valentía. Rodea también a la cantante, ese halo de misterio sobre sus raíces, su origen mapuche, sus vestimentas y esa voz que recordaba el canto de los pájaros. Al igual que en el caso de Yma Sumac, lo exótico que circunda las culturas andinas, junto a su destreza vocal, le ayudó a abrirse un espacio en la lírica mundial.

En 1967 se retira del canto, dedicándose a la dirección coral y la enseñanza del canto en escuelas. La «voz del siglo» muere el 20 de octubre de 1979 a 62 años, su tumba yace sin ningún reconocimiento en el Cementerio Metropolitano de Santiago, Chile.

Dos princesas andinas que conquistaron el mundo de la lírica con su excepcional virtuosismo vocal, un empoderamiento escénico de quien se reconoce en su originalidad y enigmática procedencia.

Dos mujeres que brillaron en los más importantes escenarios mundiales, que se reinventaron para permanecer vigentes, que con orgullo vestían sus atuendos típicos. Yma Sumac, logra un tardío reconocimiento en su país, Rayén Quitral, la «flor de fuego», se consumió demasiado pronto, «la voz del siglo» se acalló demasiado joven. ¿Habrá sido esto que la ha hecho casi invisible para su propia tierra?

Interesante sería ver que no solo de guerra se construye el mundo, que la música atraviesa fronteras, que la cultura Inca y la Mapuche finalmente quedan unidas para siempre en el cantar de estas mujeres que aprendieron de los pájaros que no hay límites para volar.