Recientemente, el futbolista del Real Madrid, Vinícius, decidió no ir a declarar al juzgado por los insultos racistas recibidos en Mestalla en las últimas jornadas de la pasada edición de La Liga porque estaba de vacaciones en Miami a todo tren. Podría haber viajado y volver a irse o podría haber declarado telemáticamente, pero pasó de todo.

Este es un contraste importante con la espectacular campaña mediática orquestada por los medios y periodistas afines al Real Madrid y a Florentino Pérez. Una ridícula campaña que desembocó en unas patéticas medidas de la RFEF que incluían cerrar parcialmente el estadio valencianista. Incluso el acta del partido fue modificada, lo que permitió tomar tales medidas sin esperar lo que se está esperando, por ejemplo, por la invasión de campo en Cornellá en el Espanyol - Barça, aún sin resolver. Si realmente esto fuera una lucha contra el racismo, en todos los otros casos en los que hubo insultos racistas, homófobos o de cualquier tipo, se hubiera tomado acción y hubiera habido una campaña como la que vimos en este caso.

Es curioso que solo se modificara el acta en el Valencia - Real Madrid, la verdad. Pero la campaña mediática que lo siguió fue, simplemente, un alarde de hipocresía sin igual. En el propio Santiago Bernabéu se insultó de manera racista al barcelonista Araújo y los cánticos y pancartas homófobas contra Pep Guardiola se multiplicaron en la última visita del Manchester City. Entonces, no se persiguió a nada ni a nadie.

En la final de la última Liga ACB el jugador nigeriano del Barça, James Nnaji, recibió insultos racistas de la afición madridista, pero ahí tampoco hubo campaña. Sí tuvimos un comunicado de la ACB, más de un día después y por presión social, ya que, por iniciativa propia, había decidido anteriormente defender al madridista Yabusele de los cánticos de asesino recibidos en semifinales en Badalona. Yabusele se hizo muy famoso por la espectacular llave de judo en la lamentable tangana del Real Madrid - Partizan de Belgrado, que ocasionaron, además, «los blancos». El comunicado de la Liga Endesa sobre los insultos recibidos por Nnaji, además de tardío, fue patético.

Pero si se atacan los insultos racistas, hay que atacar todos los insultos. Al hasta ahora barcelonista, Nikola Mirotic, le cantaban rata cada vez que visitaba al Madrid. De hecho, se dio la increíble circunstancia de que, el mismo día del lamentable muñeco colgado de Vinícius como antesala del Madrid - Atlético de Copa del Rey, había un Madrid - Barça de Euroliga de baloncesto en el Wizink Center. De hecho, el choque de baloncesto se adelantó un par de horas para que no coincidiera con el de fútbol. Pues una buena parte de la afición blanca pasó de indignarse con lo del muñeco al mediodía, a cantarle a Mirotic que es una rata a las 19 h de la tarde, para volver a la indignación por el muñeco a las 21 h. Ese es el nivel de hipocresía. Obviamente, por Mirotic no hubo ningún tipo de campaña.

El potencial mediático capitalino es tan brutal, que hasta crea una imagen errónea del deporte y de las sociedades españolas, que no suelo defender, que no se ajusta a la realidad. Hay algunos actores que no dudan en añadir cordura, gracias a Dios, y es que el valencianista Diakhaby, seguramente el futbolista en activo en Primera División que más ha sufrido el racismo, se abstuvo de posar con la pancarta de la forzada campaña impulsada por La Liga para contentar a esos medios madridistas en la última jornada.

Y, ahora, como dice la canción de reggaetón: «Miami me lo confirmó».