En el idioma español la terminación «-ano» del latín ānus, es un sufijo que, literalmente «forma adjetivos que significan procedencia, pertenencia o adscripción» y «a veces toma las formas ‘-iano’ y ‘-tano’». Por ejemplo, «Goebbels-iano» significaría de: procedencia, pertenencia o adscripción a Goebbels. Específicamente a Joseph Goebbels quien ocupó el cargo de ministro para la Ilustración Pública y Propaganda del Tercer Reich entre 1933 y 1945. Como ustedes sabrán, Hitler alcanzó gran popularidad entre los alemanes gracias a su carisma y grandilocuencia. Pero, sobre todo, gracias a la retórica y demagogia populista de la propaganda nazi de la cual, Joseph Goebbels era el encargado y director intelectual.

La frase más icónica y representativa de Joseph Goebbels fue: «Miente, miente, miente que, algo quedará. Cuanto más grande sea una mentira, más gente la creerá». La segunda fue: «Una mentira mil veces repetida se convierte en realidad (verdad)».

Esto es algo similar a lo que actualmente ocurre en el mundo con la proliferación de gobiernos populistas, tanto de la extrema izquierda política ideológica como de la extrema derecha. Ambas con presidentes autoritarios y, en algunos casos, dictatoriales. Ambos casos con gobiernos donde, desde la figura del presidente y los ministros que lo representan, siguen «al pie de la letra» sus instrucciones ejecutivas. El gobierno hace uso de la retórica, la demagogia, la falacia y la falsedad política ideológica en todos sus extremos para engañar al pueblo y mantenerlo engañado a punta de populismo y «hacerse la víctima». Es decir, negando lo que realmente hacen como gobierno y culpando a los opositores de ser los responsables de lo que ellos hacen como gobierno. Y cuando eso no funciona, cuando ya la evidencia es mucha e irrefutable, cuando el pueblo empieza a revelarse, pasar a la opresión y la persecución para evitar la consumación de la rebelión civil.

Por qué les menciono eso. Porque Goebbels tenía 11 principios para su propaganda nazi.

  1. Principio de simplificación y del enemigo único. Adoptar una única idea, un único símbolo; individualizar al adversario en un único enemigo.
  2. Principio del método de contagio. Reunir diversos adversarios en una sola categoría o individuo; los adversarios han de constituirse en suma individualizada.
  3. Principio de la transposición. Cargar sobre el adversario los propios errores o defectos, respondiendo el ataque con el ataque. «Si no puedes negar las malas noticias, inventa otras que las distraigan».
  4. Principio de la exageración y desfiguración. Convertir cualquier anécdota, por pequeña que sea, en amenaza grave.
  5. Principio de la vulgarización. «Toda propaganda debe ser popular, adaptando su nivel al menos inteligente de los individuos a los que va dirigida. Cuanto más grande sea la masa por convencer, más pequeño ha de ser el esfuerzo mental que realizar. La capacidad receptiva de las masas es limitada y su comprensión escasa; además, tienen gran facilidad para olvidar».
  6. Principio de orquestación. «La propaganda debe limitarse a un número pequeño de ideas y repetirlas incansablemente, presentadas una y otra vez desde diferentes perspectivas, pero siempre convergiendo sobre el mismo concepto. Sin fisuras ni dudas». De aquí viene también la famosa frase: «Si una mentira se repite suficientemente, acaba por convertirse en verdad».
  7. Principio de renovación. Hay que emitir constantemente informaciones y argumentos nuevos a un ritmo tal que cuando el adversario responda el público esté ya interesado en otra cosa. Las respuestas del adversario nunca han de poder contrarrestar el nivel creciente de acusaciones.
  8. Principio de la verosimilitud. Construir argumentos a partir de fuentes diversas, a través de los llamados globos sonda o de informaciones fragmentarias.
  9. Principio de la silenciación. Acallar sobre las cuestiones sobre las que no se tienen argumentos y disimular las noticias que favorecen al adversario, también contraprogramando con la ayuda de medios de comunicación afines.
  10. Principio de la transfusión. Por regla general la propaganda opera siempre a partir de un sustrato preexistente, ya sea una mitología nacional o un complejo de odios y prejuicios tradicionales; se trata de difundir argumentos que puedan arraigar en actitudes primitivas.
  11. Principio de la unanimidad. Llegar a convencer a mucha gente que se piensa «como todo el mundo», creando impresión de unanimidad.

Y lo crea o no, esos mismos 11 principios creados por Goebbels para la propaganda nazi de Adolf Hitler están presentes hoy día en la propaganda de muchos partidos políticos, tanto de la extrema izquierda como de la derecha. Así como en las campañas políticas de los respectivos candidatos a presidente en su país. Por eso, no, nunca, jamás en la vida le crea a un goebbels-iano. Mucho menos le dé su confianza y apoye ideología. Si no se convertirá en uno de ellos. Dejará de lado su humanidad, su ética, su moral y sus valores para reemplazarlos por la adoración al poder, a la falacia, al engaño. Y lo más peligroso de todo, empezará a creer que «el fin justifica los medios»; que nada más importa que su propio beneficio y satisfacción. Y eso, estimado(a) amigo(a) es el principio del fin.