Musa de Sicilia, cantemos algo más grande. No a todos gustan los vergeles y los tamarindos humildes. Si cantamos a las selvas, sean las selvas dignas de un cónsul.

(Virgilio, Bucólica IV)

El verano es un tiempo que invita a la contemplación de la naturaleza, a la relajación del espíritu y al amor. Los días son más largos, gozamos de más tiempo de luz, y el calor nos envuelve en una especie de sopor que adormece nuestros sentidos y nos invita soñar.

Es en verano, cuando podemos imaginar ese paraíso soñado y perdido que todos anhelamos recobrar.

Desde la antigüedad clásica, los poetas ahuyentaban sus fantasmas invernales bajo un sol abrasante, que a manera de sortilegio quemaba los retazos de tristeza y las penas de amores no correspondidos.

Muchos poemas escritos por autores clásicos como Virgilio dieron lugar a la poesía pastoril, que en el fondo quería dar voz a esos amores melancólicos, que no terminan de cerrar sus heridas.

Las bucólicas son diez poemas en verso que constituyen a la primera de las grandes obras del poeta romano Virgilio. En estos poemas aparecen siempre unos pastores que no son personajes ignorantes, sino personas cultas que a menudo recitan poemas, saben tocar instrumentos musicales y tienen conocimientos sobre la mitología.

Generalmente los poetas dialogan contándose sus cuitas de amor que son lamentos por la crueldad de un amor no correspondido, y en otras ocasiones es traicionado por su amada y comparte su dolor con el amigo.

La poesía pastoril tiene fuertes tópicos, uno de ellos es el paisaje que es el marco bucólico donde transcurren las escenas, este paisaje que suele estar compuesto por valles muy fértiles donde crecen frescas hierbas en las que se puede dar el pastoreo, que es un adorno más del paisaje, ya que el ganado pasta como algo decorativo, no como fuente de sustento.

También aparecen frondosos árboles para dar sombra a los amantes, ríos cantarines y arroyos que fluyen transparentes para que los enamorados sacien su sed.

En estos poemas la persona amada no aparece descrita con detalle, por lo que muchas veces, se considera una simple sombra para dar vida a la poesía.

La alabanza de esta vida de tranquilidad y plenitud plantea una discusión filosófica en la que siempre es la vida serena del campo alejada de la vanagloria, donde se vive en soledad gozando de la naturaleza.

Los poetas no se sienten llamados a grandes hazañas épicas, pues la frustración del amor los ha llevado a alejarse de las emociones dolorosas que conllevan las pasiones desgraciadas y solo quieren buscar la satisfacción y la serenidad que da el vivir en paz.

Estos cantos a menudo nos ponen de manifiesto la belleza de lo pequeño y lo sencillo, que es generalmente lo más auténtico y donde reside la verdadera felicidad.

Poco ha cambiado el sentimiento del amor a través de los tiempos, todavía siguen existiendo amores puros y auténticos que dan sentido a la vida, y amoríos falsos con el rostro cubierto de codicia e hipocresía, que atraviesan el corazón dejándolo hecho pedazos que será difícil que vuelvan a encajar, porque sentimientos de frustración, engaño y desolación hacen complicado volver a unir las piezas.

Seguimos encontrando cadáveres por la calle, vestidos con holgadas prendas descoloridas, que intentan cubrir sus rostros con sombreros de ala ancha que puedan ocultar su rostro macilento y su desencanto. Son hombres y mujeres que habitan esos paisajes despiadados de una ciudad en que la incomunicación y la soledad invade las aceras.

Los escenarios son distintos, pero los sentimientos siguen siendo los mismos, de nuevo deseamos encontrar ese paraíso bucólico donde hallar la paz y el sosiego.

Poemas inspirados en la poesía pastoril

Por las sendas que conducen al olvido
un pastor caminaba entristecido
con lágrimas y con paso vacilante
da testimonio de su triste si no.

A una bella pastora, sus amores,
bajo el frondoso sauce ha declarado,
y presa de la angustia se lamenta
al ser por su pastora rechazado.

Los pequeños jilgueros que alegraban
con sus trinos su cantar sereno,
hoy también enmudecen de dolor
al ver a su pastor de amor muriendo.

Las fuentes cristalinas que hace un tiempo
brotaban de las rocas sonriendo,
hoy se han secado de tristeza
y ya no acuden los tiernos cervatillos
para saciar su sed en sus espejos.

II

Tendido sobre un jardín de flores,
mi alma soñolienta,
quedó por tu mirada transformada
que deslumbró mis ojos
dejándoles sin ver la luz dorada.

Manantiales de agua amarga
brotaban de la tierra cuarteada
sobre un amanecer pálido,
de destellos tímidos y cálidos,
que presentían la más triste alborada.

Tañía un leve son de música acordada,
notas suaves y bellas
enaltecían la dorada brisa,
y en el silencio callado oí tu voz
quedándome cautivo de tu amor.