Hemos conversado amenamente con Carlos Clará, fundador de Índole Editores en El Salvador, Soren Vargas, fundador de Ediciones Círculo y Punto, y Jenny Álvarez, abogada y editora de Editorial Arboleda, ambas asentadas en Costa Rica.

¿Qué significa ser editor en Centroamérica, y además, independiente?

Carlos Clará (CC): Ir contracorriente, arriesgar, tener paciencia y, ojalá, resistir. En todo caso, sigue siendo una montaña rusa editar en Centroamérica. Sin embargo, es una maravilla cuando encontrás y te encuentran los lectores, doble maravilla si te mantenés a flote al lograr claridad en lo financiero, cuidás cada cinco, planificás mejor. Ser independiente te exige muchas cosas, pero te da libertad. Editar en Centroamérica, una región donde el futuro siempre llega tarde, es lo más cercano a un deporte extremo.

Soren Vargas (SV): No sé si es mejor o peor que ser editor en cualquier parte de Latinoamérica, con la diferencia de que te enfrentas a un mercado más reducido, sin grandes urbes como Buenos Aires o CDMX, que además ofrecen un ambiente literario estimulante. Por otra parte, tenemos niveles de lectura bajos, pero, al mismo tiempo, podemos abarcar todo un territorio con pocas horas de viaje. Entonces es un desafío el encontrar lectores y amigos con las mismas aficiones en todo el país. Se hace, en gran parte, por ese amor.

Jenny Álvarez (JA): En cuanto a Centroamérica…, no es lo mismo que estar en San José, pues en general los costos de producción son mayores en Costa Rica que en los demás países, el doble o triple, según entiendo. Sería bueno que hubiera una situación como en Europa para equilibrar costos y agilizar la distribución. Pero eso es solo un sueño de opio por el momento…

¿Cuáles son los principales obstáculos del mercado centroamericano?

CC: Son mercados pequeños, hablamos idiomas distintos los países centroamericanos en el tema aduanal, y no hay integración. Exportar en la región es un dolor de cabeza histórico, de siempre, los costos son elevados, la tramitología es engorrosa y confusa, esto impacta de forma terrible en la distribución. Es una lástima que estemos tan cerca y tan lejos.

SV: Los bajos niveles de lectura que inciden en la rentabilidad, el poco incentivo a la microempresa, la ausencia de una red periférica de librerías y distribuidores que sean poco más que un bazar, el elitismo en el mundillo literario o la concentración de actividades culturales literarias en pocas ciudades. Sin embargo, no son obstáculos insalvables en la era de la globalización. Eso sí, se requiere perseverancia, astucia y financiamiento.

JA: Desde luego que las finanzas son el punto álgido, pues se hace de manera privada, sin saber a ciencia cierta si se recuperará la inversión. Para ello se debe ser muy hábil en la administración del capital, la difusión y la publicidad.

La distribución suele ser uno de los cuellos de botella para que un libro se dé a conocer. ¿Es que acaso hay problemas mayores que ese?

CC: Hay muchos obstáculos, como en todos lados. No obstante, creo que no hay peor problema que la falta de formación en el sector editorial. Podés tener un gran tema y lastimosamente un libro mal editado, un costeo irreal o defectuoso puede convertirse muy fácil en un coladero de las posibles ganancias, una pésima gestión de lo legal tiene el potencial de transformarse en una experiencia negativa e inolvidable. Eso hace más mella en los lectores de tu país, en tu mercado, que el escollo de las políticas públicas y las leyes aduaneras. No te permite siquiera ampliar tus lectores si acaso te queda alguno después de un desempeño cuestionable. De pronto se cree que al hacer un buen guiso podés administrar un restaurante, no es así. Hay que intentar formarse, te ayuda a cometer menos errores, y errores es lo que menos querés en una empresa que tiene un presupuesto limitado, a la par viene la construcción o la mejora de los espacios comunes como las gremiales, pero gremiales donde haya una presencia importante de las editoriales y que haga contrapeso al poder de los libreros. La formación te empuja a construir un mejor ecosistema del libro.

SV: Los libreros cultos están desapareciendo para dejar paso a los vendedores comerciales, y eso también se echa en falta en los distribuidores. Se entiende que estas regiones, deprimidas económicamente, se desencanten por el producto libro comercial con tal de mejorar sus limitadas fuentes de ingresos, pero el crear cultura de la lectura es una inversión a mediano plazo, cuyos frutos son buenos y vale la pena cosechar. Hace falta un profesional más instruido en este campo. Una visión a futuro tampoco caería mal: crear mercado de forma honesta, porque se produce mucha literatura mediocre promocionada como gran literatura y eso hace que el lector se desilusione.

JA: Yo he tocado puertas de grandes librerías, pero no les interesa nuestro catálogo, pero sí hay otras, nacionales, que sí están anuentes a recibir nuestros libros. Luego están las ferias en todo el país que se han activado mucho luego de la pandemia de Covid, pues los libreros, para compensar las pérdidas, se han organizado muy bien. Ignoro realmente sí los problemas en Centroamérica son los mismos, pero en Costa Rica uno de los mayores es al alto costo de los insumos y la centralización, pues casi todo está en la capital. Otro factor negativo importante es que no existe un mercado común centroamericano, un mecanismo de fácil acceso para enviar libros, pues por correo es muy caro, y no hay una red de envíos alternativa y más barata para colocar libros de Costa Rica en el resto de Centroamérica y recibir los suyos. Tampoco hay medios de difusión para la literatura. Los canales estatales no lo hacen y los privados no siempre están disponibles, pero buscando es posible encontrar algo. La internet es en general el medio por preferido en nuestro caso.

¿Cuáles son las armas de las editoriales independientes (medianas y pequeñas) contra los pantagruélicos consorcios internacionales que cada día engullen más editoriales y con ello mercados?

CC: La cercanía, el contacto con los lectores, con los autores, con los libreros. Tenemos la posibilidad de armar un catálogo con el que la gente se puede identificar de una manera más profunda.

SV: En nuestro caso, la resiliencia. Creemos que diciendo que apostando por escritores que apuestan por sí mismos como creadores artísticos, con una interpretación original de nuestro mundo convulso, podemos crear un tipo de lector inconforme con la banalidad cultural contemporánea, inquieto intelectualmente y que contagie a otros. Porque los seres humanos nunca hemos estados más necesitados de respuestas en una época en donde el soma del entretenimiento parece ser el único aliciente contra el caos, pero sus efectos son insuficientes y eso causa una gran angustia. Sólo la literatura puede ofrecer una respuesta íntima perdurable, porque ella misma es un ejercicio intelectual.

JA: Una editorial independiente puede publicar temas que no se tocan en las grandes editoriales o las editoriales estatales. No seguimos modas o tendencias. Podemos escoger a quién publicamos sin tener una agenda política o temática.

¿Cómo definiría a su editorial en cuanto a orientación y motivación?

CC: Tenemos casi dieciocho años de trayectoria, más de cien títulos. Trabajamos tanto la ficción como la no ficción, estamos con la proyección y el esfuerzo de fortalecer el fondo editorial. Somos una editorial que avanza.

SV: Nacimos para dar apoyo a los escritores emergentes de una provincia concreta de un país centroamericano, pero pronto nos dimos cuenta de que ello es imposible en un mundo globalizado, en donde no hay razones técnicas para que la literatura no circule en el lugar más recóndito del mundo. Por eso, ahora buscamos apoyar a escritores comprometidos con una carrera literaria genuina de cualquier parte del país, estén donde estén, y eso por meras razones logísticas, ya que intentaremos expandirnos hasta donde podamos, sin encasillarnos a una geografía. Quizás no lo logremos, quizás sí, pero ¿qué es la aventura humana, sino eso?

JA: Arboleda es una editorial que antepone la literatura al lucro puro, a los premios, que sería encadenarse con modas y tendencias. Apoya la sensibilidad humanista y a los autores que no tienen acceso a las editoriales oficiales o de «siempre».

¿Cuál cree que será el futuro de la edición independiente en Centroamérica?

CC: Debemos escucharnos y unirnos, de lo contrario, ojalá me equivoque, llegaremos a los mínimos. Debemos saber que hay lectores, que también se construyen, que hay que darles los mejores títulos posibles. Si lo entendemos, estaremos mejor preparados para los desafíos.

SV: Ni idea. Lo que sí es cierto es que la democratización de la autopublicación es algo técnicamente inevitable, como muchas tecnologías de la modernidad, y tenemos que trabajar en ese contexto. Fácilmente podríamos publicar lo que sea, fungiendo como coaches a muchos escritores para sacar provecho de su ilusión de ser leídos a cualquier precio, pero ese camino fácil tampoco es satisfactorio para nuestra personalidad e intereses. La vida es una y, aunque no puedas obtener lo mejor de un escritor en su primera obra, sí que puedes encaminarlo por una carrera llena de sentido. El futuro es una lucha contra todos los monstruos y las alegrías desatadas por nuestra maravillosa sociedad. Si no, qué aburrido.

JA: El futuro se ve brillante con el auge de las ferias de libros. Ojalá esto incentive el hábito de lectura, que es la base del éxito editorial. Sin lectores no tendríamos razón de ser. Los escritores quieren ser leídos. También han surgido nuevos modelos de librería, más amantes del libro en sí que de las ventas puras. Con esta actitud se gana en diversidad, pues las librerías meramente comerciales dejan por fuera una amplísima gama de autores y temas que no están dentro de la oficialidad, la moda o la fama de los bestsellers.