La Cuenca del río Tempisque está localizada en la Provincia de Guanacaste, al noroeste de Costa Rica. La cuenca está formada por las subcuencas de los ríos Tempisque (3,357.3 km2) y Bebedero (2,047.3 km2). Es la cuenca más grande de Costa Rica con una extensión total de 5,404.6 km2; abarca el 53% de Guanacaste y drena el 10.6% del territorio nacional, incluyendo la zona pantanosa del Parque Nacional Palo Verde.

Específicamente, el río Tempisque, con una longitud de 144 km, nace en las faldas del volcán Orosí, cordillera de Guanacaste y desemboca en el golfo de Nicoya, océano Pacífico. A lo largo de su recorrido, el río nutre una gran compleja diversidad de ecosistemas tropicales, resultantes de la interacción entre los factores geográficos y climáticos regionales. En la cuenca se concentran cuatro sistemas de humedales: fluviales, palustres, lacustres y estuarinos.

La riqueza hídrica es de suma importancia. Debido a que la región tiene una estación seca extensa entre diciembre y abril, la extracción de agua ha sostenido las actividades económicas agroindustriales (ingenios, plantas de empaque, etc.), y los cultivos de caña, melón y arroz.

Asimismo, constituye un espacio vital socioeconómico para los habitantes de las comunidades ribereñas, muchos de las cuales viven de actividades económicas de subsistencia, como la explotación de arena con carreta de bueyes —los Areneros artesanales— en Filadelfia, cabecera del Cantón de Carrillo y otras comunidades aledañas.

Los diferentes medios e instituciones internacionales resaltan las credenciales eco-ambientales de Costa Rica como líder global de las prácticas sostenibles, iniciativas ecológicas y esfuerzos de conservación. Ahora bien, ¿cómo se convirtió Costa Rica en el país más verde y feliz del mundo? pregunta Euronews en uno de los titulares en línea.

La deforestación es un problema global grave, con efectos devastadores sobre la biodiversidad y factor contribuyente del cambio climático. Costa Rica ha logrado revertir significativamente sus tasas de deforestación en los últimos años. La cobertura forestal del país ha aumentado del 26% en 1983 a más del 50% en la actualidad, gracias a los esfuerzos de reforestación y las políticas que incentivan la conservación de los bosques, por ejemplo. Costa Rica está 98% libre de deforestación. La reforestación reduce la huella de carbono del país, mitigando el cambio climático.

Resultado de los avances hechos en materia eco-ambiental, el país recibió el premio Campeones de la Tierra 2019, el mayor honor ambiental de la ONU. Los motivos de la condecoración son evidentes, según la organización: por su papel de líder mundial y pionero en la protección de la paz y la naturaleza, su compromiso con políticas ambiciosas para combatir el cambio climático, plan detallado para descarbonizar su economía para 2050, en línea con el Acuerdo Climático de París y los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU. Se espera que el país sea un modelo para que otros países reduzcan las emisiones causantes del actual cambio climático rápido y desastroso.

El éxito de Costa Rica al colocar las preocupaciones ambientales en el centro de sus políticas económicas es evidencia de que la sostenibilidad es alcanzable y económicamente viable, según la organización.

Similarmente Costa Rica obtuvo el premio Earthshot «Proteger y restaurar la naturaleza» de la Corona Británica en 2021. Los esfuerzos por proteger los bosques, plantar árboles y restaurar los ecosistemas fueron reconocidos por el prestigioso galardón. La política paga a los ciudadanos para proteger las selvas tropicales y restaurar los ecosistemas locales, revirtiendo décadas de deforestación y generando un auge en el ecoturismo. La denominación fue postulada por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo.

Las exultaciones internacionales son innumerables. Manifiestamente el país ha hecho avances de mucha importancia en materia de protección ambiental.

En contraste, y sin menoscabar los avances ambientales hechos por Costa Rica, bajo este enchapado de atención y reconocimiento globales yace enterrado un problema serio de causalidad binaria. Este problema, de carácter localizado, ha recibido poca atención internacional: la destrucción eco-ambiental del río Tempisque, resultante de la explotación sin control del agua para producción agroindustrial y de extracción de arena usando maquinaria pesada como dragas.

Los ecosistemas de la zona son de los más delicados de América Central, debido a la combinación entre el bosque seco estacional y lagunas de inundación. Pero a pesar de su delicadeza, la destrucción eco-ambiental es evidente.

Este descontrol ha generado tensiones socioambientales porque la explotación sin medida ha resultado en la exclusión de las economías de subsistencia como extracción natural de arena por los Areneros artesanales antes mencionados. También pone en peligro la seguridad hídrica y alimentaria de las comunidades que dependen del agua para su sobrevivir. La falta de canales de comunicación y participación ciudadana en temas de gobernanza y manejo local del agua es igualmente innegable.

De momento, es demasiado temprano pronosticar la incidencia Política Nacional de Áreas de Protección de Ríos Quebradas, Arroyos y Nacientes 2020-2040, en la recuperación, rehabilitación y resguardo del agua del río Tempisque. Esta política busca implementar mecanismos eficientes y eficaces de coordinación interinstitucional, la participación ciudadana y de gobiernos locales en el manejo de estas áreas; esencialmente impulsar un cambio cultural con relación a la interacción con los ríos y sus ecosistemas aledaños.

Explotación desmedida del agua por la agroindustria y destrucción eco-ambiental

En 2003 se señaló en Costa Rica la necesidad de definir los límites de desarrollo de la cuenca, establecer un plan de uso del agua que contemple la oferta versus la demanda de explotación según los diferentes sectores que la consumen, crear un inventario y control de flujos de concesiones, así como el monitoreo de cantidad y calidad de agua. Las indicaciones son claras pero inefectivas. ¿Por qué? Veamos.

La destrucción del río Tempisque y de los ecosistemas que sostiene no es nada nuevo. El biomonitoreo está muy bien documentado.

Los principales factores de destrucción de los ecosistemas naturales son el drenaje para usarlo en la agroindustria, con el resultado de que deseca los humedales. Además, la explotación descontrolada y contaminación del agua por el uso de agroquímicos y maquinaria pesada.

De hecho, en 1996, la Red Internacional de Organismos de la Cuenca identificó como causales principales de destrucción el uso irracional de los recursos, la falta de planificación para el desarrollo de actividades productivas, el uso de plaguicidas, agroquímicos y de los desechos de los ingenios.

En 2016 investigadores del Observatorio de Historia Agroecológica y Ambiental de la Universidad Nacional de Costa Rica, usando un modelo histórico, documentaron el uso de diques y dragas, modernización agroindustria, control hídrico y estrangulamiento del agua por unos pocos. Estos pocos producen desarrollo para ellos mismos, mientras que drenan irreparablemente los humedales, excluyendo modelos comunales de producción, y generando concomitantemente conflictos socioambientales en el territorio lacustrino del río Tempisque. Los grandes productores y propietarios en el Tempisque, sin duda, han ido privatizado y degenerado la riqueza biológica de los humedales de la cuenca para sus actividades de producción.

El río Tempisque es un «gigante que muere en silencio», según la descripción elocuente un estudiante de periodismo de la Universidad de Costa Rica y que contrasta con las credenciales eco-ambientales que han conllevado a la serie de galardones internacionales. Así:

El río lucha por sobrevivir entre presas, bombas de agua legales e ilegales, desagües de aguas negras, dragas, camiones cisterna, vagonetas, falta de presupuesto, falta de recurso humano, plaguicidas, deforestación, incapacidad de control… la lista sigue.

El caudal del río ha venido decreciendo hace mucho tiempo. En meses como diciembre, enero, febrero, marzo y abril, el Tempisque se transforma en arroyo, pues toda su agua es extraída por las grandes empresas agroindustriales dueñas de concesiones y situadas en la ribera. Según el sedimentólogo de la Escuela Centroamericana de Geología de la Universidad de Costa Rica, Allan Astorga, «se está extrayendo más agua de lo que el caudal del río puede soportar».

A la sobreexplotación oficial hay que sumar también las concesiones ilegales. Se reporta que, durante el verano, los de camiones cisterna desfilan en la ribera del río, por donde miles de litros salen por completo de la ecuación y transparencia de las actividades.

Los esfuerzos de sostenibilidad de Costa Rica están anclados en la creencia de que el crecimiento económico no debe producirse a expensas del medio ambiente o el bienestar de sus ciudadanos.

Sin embargo, la evidencia científica muestra lo contrario. Los meses de febrero, marzo abril presentan un déficit serio en el flujo del caudal, debido a la extracción desmedida del agua para riego, gracias a las concesiones desmedidas, a ciegas, otorgadas con base en datos obsoletos y erróneos. De igual forma, se debe a la Ley de Aguas, obsoleta y aprobada en 1942, cuando la población era relativamente pequeña —de 700,000 personas—, mayoritariamente rural, y las abundantes fuentes de agua del país, que parecían inagotables, de acuerdo con una investigación de la Voz de Guanacaste y el Tico Times en 2016. Tampoco son conferidas realizando estudios de viabilidad ambiental, sistemáticos y continuos, del Departamento de Aguas del Ministerio del Ambiente, Energía y Telecomunicaciones (MINAET), o existen planes integrales para el manejo del agua.

Ninguna de las cinco concesiones de extracción de agua del Tempisque, estudiadas en el 2016, presentó planes de gestión e impacto ambientales, según la Voz de Guanacaste y el Tico Times.

El Tempisque tenía 17 concesiones de extracción superficial de agua en 2016, casi todas para la agroindustria. Esta acapara el 80% de las concesiones para sacar aguas de este río.

La inspección de control de aguas fue hecha por el MINAE, en febrero de 2023, en un tramo de 51 km del río, revisando el estado de las concesiones, uso de micromedidores y el aprovechamiento del agua por las empresas encontradas en el área de estudio. Además, se recomienda a todo ciudadano, asociaciones de desarrollo, empresa privada y sector público denunciar puntos de toma donde se aprovecha el agua, con el fin de la Dirección de Aguas verifique o no concesiones otorgadas.

Por otro lado, la información presentada no especifica concretamente si hay ilegalidad en la extracción de agua o déficits con relación al flujo caudal de años anteriores. Tampoco contiene información explícita que induzca a inferir el consecuente daño a los ecosistemas. El informe es muy descriptivo.

La inspección de control de aguas no es de gran ayuda, pese a la evidencia de expertos, muestra que los ecosistemas de humedal continúan deteriorándose hasta el punto de que están en peligro de perder su funcionabilidad y equilibrio ecosistémico; todo a pesar de que Costa Rica ha desarrollado un marco normativo fuerte para la protección y uso racional de los mismos. En cuanto a la contaminación del agua y las sanciones respectivas, por ejemplo, la legislación nacional es exuberante, pero de inefectiva implementación. También existe desactualización en materia de tarifas e impuestos asociados a las concesiones.

Estos son problemas antropogénicos, por tanto, no podemos solamente empalmar su causalidad a las sequías producidas por el fenómeno del Niño, que ya en sí mismo agrava la cuestión, o al cambio climático.

Según una investigación del 2019 de la Escuela de Geografía de la Universidad de Costa Rica:

  • Hay extracción desmesurada del agua, consecuencia de tomas ilegales y a la sobre extracción de dueños de concesiones;
  • la cuenca está sobre concesionada;
  • la demanda doméstica y turística no tienen el potencial de reducir la disponibilidad de agua superficial (en la cuenca);
  • la demanda agrícola es la más importante porque puede reducir los niveles de agua superficial en particular en la parte media y baja de la cuenca del Tempisque. Tiene el potencial de secar el río durante la época seca porque, bajo consumo máximo, supera la disponibilidad durante la época seca, situación que compromete los ecosistemas fluviales;
  • el agua superficial concesionada para uso doméstico es de solo un 0.48%, un 0.56% para uso turístico y un 99% para uso agrícola. Debido a que el agua que se destina al sector doméstico y turístico es muy poca, en comparación al agrícola, el uso doméstico y turístico no representan una amenaza para la disponibilidad presente y futuro del agua superficial.

No obstante, debe aclararse que este punto específico sobre el uso del agua para uso turístico es debatible. En 2007, un grupo de investigadores argumentó en la Revista de Hidrología que el constante crecimiento de la industria turística a lo largo de la costa ha contribuido al estrés hídrico de la región. Según la investigación, el estrés está relacionado con el creciente número de campos de golf y hoteles de lujo que se han desarrollado en la costa.

Considerando que el turismo, un sector fuerte para la economía costarricense, que representó directamente el 10.8% del PIB total previo a la pandemia, en 2019, que ahora empieza a incrementarse a los mismos niveles, y que en Guanacaste ha experimentado un acelerado crecimiento de esta industria, es de pensarse que el impacto del turismo en la provincia sea negativo.

Cierto, la industria trae fuentes de trabajo, pero, paradójicamente, ha ejercido presión sobre los recursos naturales: ha consumido bosques y agua intensivamente, ejerciendo presión sobre este recurso hídrico afectando a las poblaciones locales. También se ha contaminado el ambiente con basura, creado pozos de agua clandestinos, rellenado esteros para proyectos turísticos, todo afectando a los ecosistemas.

En específico, la investigación de 2019 concluye que la sustentabilidad hídrica de la cuenca Tempisque-Bebedero está en peligro por los siguientes factores:

  • Existe un manejo confuso y disperso de información hidrológica base debido a falta de monitoreo, cuestión que dificulta aproximar la disponibilidad y consumo de agua;
  • no existe un mecanismo para asegurar un flujo mínimo en los cuerpos de agua;
  • la variabilidad climática tiene efectos en el clima, producto del cambio climático; entonces, si no se toman medidas de adaptación frente a menor disponibilidad de agua, no habrá agua suficiente durante todo un año para abastecer a todas las demandas.

La constante variabilidad de la dinámica del río antes y después de grandes lluvias ha sido verificada, según un estudio de 2022, publicado en el Brazilian Journal of Animal and Environmental Research. Por ejemplo, en Filadelfia han sido evidente los cambios en el volumen de agua. Además, desde el puente de la amistad de Taiwán pueden notarse bancos de arena.

Asimismo, se ha verificado la reducción de la flora nativa a través de la tala indiscriminada y el consecuente impacto sobre estos hábitats, debido a la implantación de la agricultura intensiva y los cambios en el uso del suelo. También, la cantidad del agua subterránea, en la Península de Nicoya, ha sido afectada porque la extracción sobrepasa ampliamente la recarga de los acuiferos.

El cambio climático antropogénico ha potenciado el daño generado por las crecidas del río Tempisque. En invierno, los episodios prolongados de abundantes precipitaciones dejan sus consecuencias negativas en las comunidades ribereñas más vulnerables.

El problema es serio. La recuperación de los ecosistemas toma décadas. La inseguridad ciudadana consecuente del uso irracional del agua, de otros recursos naturales y la deforestación localizada es persistente. Las protestas de las comunidades están muy bien justificadas.

Considerando la evidencia proporcionada por las investigaciones, es difícil inferir que esta situación haya cambiado para 2023, o que cambie a largo plazo. Los vecinos de las comunidades ribereñas como Filadelfia y El Paso Tempisque, entre otras, sostienen que aún este es el caso y que la indiferencia, corrupción por otorgamiento excesivo concesiones legales, o ilegales, de las autoridades ministeriales y gubernamentales es inaceptable.

Es un conflicto porque las grandes empresas agroindustriales, como la Central Azucarera Tempisque S.A (Catsa), poseen grandes extensiones de terreno, y atesoran más de la mitad del flujo fluvial cedido en grandes concesiones de agua por la Dirección de Aguas del MINAE. Reiteradamente, la consecuencia negativa de la explotación irracional es la antropización de la fauna y destrucción de los ecosistemas. Los ecosistemas son solo un espacio económico para las actividades económicas de las grandes agroindustrias.

Mientras tanto, los pequeños productores poseen riego limitado o simplemente no lo tienen. Aquellos alejados del río con dificultad obtienen una concesión de extracción de agua.

El control y la normalización del agua del río en manos de unos pocos, no solo genera un acceso antidemocrático a uno de los recursos más básicos de la vida, el agua, sino que también, al de los sistemas productivos históricamente dependientes de bienes de acceso comunal como la extracción natural de arena.

La discriminación es grave, contraria al principio de dignidad humana y los derechos humanos, muy bien estipulados constitucionalmente en Costa Rica, y en el derecho internacional.

La democratización del aprovechamiento racional de los recursos proveídos por el Río Tempisque, basados en estudios consistentes de viabilidad e impacto ambiental es vital. Este argumento me dirige al segundo problema paralelo de relevancia, ya mencionado de manera implícita, que presenta las mismas características sistémicas correspondientes a la explotación sin control del agua: uso de maquinaria pesada, específicamente dragas, para la extracción de arena.

El uso de dragas está destruyendo los ecosistemas y desplazando a las economías de subsistencia vitales como la explotación natural de arena. Habitantes de las comunidades guanacastecas, con evidencia fotográfica, han sido testigos de la destrucción y desvío del cauce fluvial.

De momento la pregunta es qué medidas se deben tomar para solucionar el problema del uso irracional del agua y de la arena.

Este asunto será tratado en la siguiente publicación, correspondiente a la destrucción del río causado por la extracción mecanizada de la arena. También se hará un llamado de apoyo a las Organizaciones No Gubernamentales en el monitoreo del problema, puesto que la destrucción del medio ambiente no tiene fronteras geográficas. Es un asunto que no afecta y concierne a todos.