Con el inicio de la guerra de Israel contra Palestina, después del atentado de Hamás en el que murieron más de mil personas en territorio ocupado por Israel y que fuera hace varios años territorio Palestina, tengo una acumulación de sentimientos que intentaré filtrar para escribir este artículo.

La guerra de Ucrania, en la que Rusia invadió territorio que no le pertenecía fue tachada, desde el minuto cero como un acto injustificado y se sometió a los integrantes del gobierno ruso, especialmente a su líder Vladimir Putin, a sanciones de todo tipo, reprobaciones y se alzaron requerimientos a la justicia internacional para condenar cada acto de guerra que se saliera de lo «permitido» por la convención de Ginebra.

Muy pocas eran las voces disonantes y los medios parecían estar todos de acuerdo en la condena a una invasión en toda regla. Todos los líderes occidentales fueron desfilando por Kiev para dar su apoyo a los resistentes y al presidente Volodimir Zelenski.

A principios de octubre un atentado terrorista, completamente condenable y condenado por todos, desató un asedio por parte del gobierno de Israel (ultraderechista, de emergencia y en funciones, dado que no han llegado a un acuerdo todavía) por el que este estado comenzó a bombardear la franja de Gaza. Y no solo bombardear, cortaron todo suministro de agua, combustibles y luz y cerraron a cal y canto los pocos pasos fronterizos que hay en el muro que los divide del país vecino.

Un país que no reconocen y que era el que existía antes de que el estado Israelita fuera declarado en 1948. Pero más allá de la triste historia que sufre el pueblo palestino, la situación actual es la que acabo de comentar: más de dos millones de personas encerradas entre muros y el mar, sin agua, combustible ni luz reciben bombardeos constantes.

¿Qué pasaría si quitara los nombres de Israel y Palestina en los párrafos anteriores? Es más, voy a poner nombres al azar… por ejemplo Portugal y Bolivia:

A principios de octubre un atentado terrorista, completamente condenable y condenado por todos, desató un asedio por parte del gobierno de Bolivia (ultraderechista, de emergencia y en funciones, dado que no han llegado a un acuerdo todavía) por el que este estado comenzó a bombardear a Portugal. Y no solo bombardear, cortaron todo suministro de agua, combustibles y luz y cerraron a cal y canto los pocos pasos fronterizos que hay en el muro que los divide del país vecino.

Un país que no reconocen y que era el que existía antes de que el estado boliviano fuera declarado en 1948. Pero más allá de la triste historia que sufre el pueblo portugués, la situación actual es la que acabo de comentar: más de dos millones de personas encerradas entre muros y el mar, sin agua, combustible ni luz reciben bombardeos constantes.

¿Os imagináis qué haría la ONU? ¿Qué diría EE. UU.? ¿A quién daría apoyo Europa? Seguramente que a Bolivia no. Condenarían los atentados (como lo hacemos todos), pero pararían de inmediato el asedio, el genocidio al pueblo portugués.

¡Pues en este mundo real, pasa exactamente lo contrario!

Líderes de EE. UU. y RU viajan a Jerusalén para dar apoyo al gobierno de ultraderecha, de emergencia y en funciones que está cometiendo crímenes en la franja de Gaza y amenaza con una invasión terrestre de ese territorio (probablemente para cuando esto se publique ya hayan invadido ese territorio).

¿Estoy diciendo que hay líderes occidentales que son cómplices y fomentan crímenes de guerra en lugar de combatirlos o prevenirlos?

Sí.

Viajar medio mundo para lograr que 20 camiones de ayuda humanitaria entren para «aliviar» el sufrimiento de más de dos millones de personas y, al mismo tiempo, dar palmadas en la espalda del que está al mando de los bombardeos y el asedio a población civil es justamente un ejemplo. Y no es un tema ideológico o religioso. Es sentido común. Hasta una IA sin sentimientos ni ideología podría responder lo mismo que yo.

Este mundo ya no es el que permitía que el estado de Israel tuviera detenidos a menores sin juicio por ser árabes y por tener sus razones, a miles de personas. Todos miraban para otro lado y como ese estado no reconoce a las Cortes Internacionales nadie decía nada. Ya no es ese mundo. Es el mundo en el que hay muchas guerras activas, una en Europa y los criterios de buenos y malos son distintos según intereses particulares y hacen saltar por los aires toda lógica y análisis racional.