«¿Pero hay algo más íntimo que la propia imaginación? Se preguntaba Carson Mccullers. La imaginación combina memoria con intuición, combina realidad y sueños».

Ingresar por los pasillos de nuestros pensamientos ¿Qué nos exige? ¿Coraje? ¿Silencio? ¿Pausa? Bucear dentro, perdernos en nuestros túneles. Un camino solitario donde recorrer emociones, navegar en el desconcierto entre huellas del inconsciente y destellos de intuición.

¿Qué hilo nos une con este el misterio interior? ¿Qué hilo une nuestros pensamientos, con nuestras acciones? ¿Nuestros sentimientos, con nuestras palabras? ¿quién provee el hilo que nos guía?

Día 7: «Madriguera» y día 8 «La Réplica»

Día 7: Madriguera

Madriguera agreste, confusa, pero mía. Honda y silente. De barro al comienzo y etérea luego. Quieta por fuera, remolino vital por dentro. Ver lo que gira y sacar la sortija. Tal vez una llave… ¡Si! seguro una llave. Cerrojos abiertos. Lagrimas cayendo, sentir la belleza de lo desconocido, de lo no atrapado. Madriguera infinita. Madriguera transporte. Volar cayendo. Pensar saliendo. Pausa preciosa que me permite entender. Y otra vez saberme vulnerable.

¿Cuántas madrigueras hay en un bosque? ¿Es necesario un bosque? No creo… Madriguera de pensamientos. Hilos blancos que no atan me estiran. Conocer mi mapa. Madriguera de caminos ya caminados. Vibrar de sentido y desconcierto. Electricidad divina que me explota en el cuerpo. Un cuerpo que a veces desconozco. Cuerpo madriguera que avanza sobre lo inverso con miedo, con preguntas, pero sintiente. Madriguera, refugio, trinchera. Guerrera de persianas cerradas, de ojos húmedos. Cuesta sacar lo que gira adentro. No sé si es porque gira rápido y me cuesta agarrarlo. No sé si es porque lo que gira es un caos o porque lo tengo que dejar que gire, que sople fuerte, que arrase dentro.

Madriguera escaparate. Madriguera sin puertas, de relojes detenidos. Detenidos, pero no encarcelados. Relojes sostenidos en un instante. Relojes no colgados, que se entregan como ofrenda con la mano. Madriguera mía a la que siempre vuelvo o de la que nunca salgo. Madriguera que me explota en lágrimas. Así rebalsa.

Día 8: La Réplica

Arrancar para no mostrar. Desojar y dejar la huella. El camino de la creación tiene certezas blandas, que se desmoronan, cambian de forma. ¿De dónde agarrarse entonces...? ¿o no agarrarse y resistir? Andar sin suelo. Gravedades invertidas. Preocupaciones banas que golpean sigilosamente pero constante. Ese es su mayor poder y su mayor peligro: que entran desapercibidas. Que avanzan con un silencio punzante. No las vemos entrar, no las vemos hablar, pero acechan.

Romper para que no exista, para empezar de nuevo. Una vez leí que la muerte nunca tiene intensidad cero, algo late siempre. ¿Cuál es el color de nuestros deseos más profundos?

-¿Todo va de acuerdo con el plan?

-No hay plan

-¿No?

-No, ninguno

El espacio detiene la mano, el tiempo la hace vibrar. Eclipse de fuerzas opuestas que produce lo nuevo: pequeño, íntimo, inmenso, universal...

Descubrirnos y reconocernos en lo indecible. Ese sutil momento de comprensión intensa. Luz fugaz, delicada, frágil. Resistirnos a domar nuestros sentimientos. Escuchar nuestras dualidades y que la acción presente resuelva. Mar de fondo. Revuelto tesoro de energías acumuladas, de potencial brillante.

Hace dos meses arranqué dos hojas y las hundí, por no saber cómo seguir. Por mirar cerrado, por querer ser vista, por estar ausente. No era el momento.

Pero el latir queda. Habrá una réplica, un eco. Saldrá en forma de grito, de llanto, de aire, de pausa o de vital encuentro.

Si todo es incierto entonces voy a reescribirlo. Hay algo en la incertidumbre que produce una ansiedad infinita, pero por otra parte abre cielos, horizontes de liberación. Si hay que reescribir empezaré por lo que más amo.