El paradigma médico se ha modificado: hoy en día se considera el envejecimiento como la cuna de la enfermedad; de hecho, se intenta «curar» el inevitable paso de los años a través de la edición genética, el estudio de las células madre, la regeneración y la reprogramación celular. Y todo ello perfectamente abonado económicamente gracias a los tecnodólares de las empresas californianas. ¿Alguien da más?

En el año 1900, en España, la esperanza de vida al nacer era de casi 35 años. Hoy, sin embargo, supera los 83, pero mueren más personas de las que nacen. En este sentido, la bióloga molecular María Blasco, quien dirige el Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas, augura una sociedad del futuro «muy diferente»: «seremos menos que ahora, pero mucho más longevos», debido al estudio de unas estructuras microscópicas de ADN y unas proteínas denominadas telómeros.

Es más, en el año 2013 tuvo lugar un proyecto ultrasecreto y con un presupuesto de más de 1.200 millones de euros que actualmente se reconoce como Calico, una compañía de Google destinada a la investigación de la senectud. En concreto, Eric Schmidt, presidente ejecutivo del buscador, pidió una cita con Blasco en una de sus últimas visitas a España. El objetivo no puede ser más claro: quería estar al tanto de los avances de la científica.

Por su parte, el gerontólogo inglés Aubrey de Grey afirma que en la Fundación SENS Research, donde ejerce como jefe de investigación, «desarrollamos estrategias que darán marcha atrás al reloj del envejecimiento». En su opinión, el deterioro humano es comparable al de un automóvil.

«No es una cuestión biológica, sino física. Envejecemos por el uso. Solo hay que hacer limpieza y ensamblar repuestos. Es decir, células regeneradas, ingeniería de tejidos, nanorrobots en el interior del cuerpo… Se trata de un cóctel rejuvenecedor constante». Y si se le pregunta cuánto podría seguir funcionando un ser humano mediante este parcheado tecnológico, responde: «realmente no hay ningún límite».

Paralelamente, João Pedro de Magalhães, biólogo molecular de la Universidad de Liverpool, asegura que «seremos capaces de curar todos los aspectos relacionados con el envejecimiento. Ocurrirá quizá dentro de un siglo. Y no significa que vaya a ser una inyección, como la penicilina. No será tan simple, sino una combinación de distintos tratamientos». Mientras tanto, el investigador se centra en descubrir «un medicamento o una intervención dietética que retrase el envejecimiento un 10%; ya eso sería un fenómeno comercial, médico y social».

Con todo, uno de los debates más polémicos que rodean la cuestión del envejecimiento es la criopreservación o, en otros términos, la congelación humana diseñada para un posterior renacimiento. Un planteamiento que cada día prolifera más.

La empresa estadounidense Alcor ha firmado más de 1.000 contratos con pacientes que pagan un mínimo de 170.000 euros para financiar el proceso, el mantenimiento y la resurrección, hecho este último que no prometen. “No esperamos poder revivir a nadie en décadas. Fracasaríamos. Ni siquiera podemos revertir aún un órgano entero criopreservado. Podemos traer de vuelta córneas, piel y células. Y, por supuesto, embriones. Pero con organismos completos se complica».

Y es que en esta búsqueda de la inmortalidad, «las nuevas tecnologías y el uso intensivo de células madre, la clonación reproductiva, la hibridación hombre/máquina, la ingeniería genética y las manipulaciones germinales podrían modificar nuestra especie de forma irreversible, aunque sea con el fin de mejorarla», según comenta al respecto Luc Ferry, miembro del Consejo Económico y Social de Francia.

Pero bajo esta perspectiva, individuos como Elon Musk y Bill Gates están metidos en la inteligencia artificial y el antiaging. Musk, fundador de Tesla y Space X, ha creado la compañía Neuralink para explorar una tecnología capaz de implantar electrodos en el cerebro; Microsoft ha lanzado un proyecto para curar el cáncer en 10 años mediante inteligencia artificial; y hasta el matrimonio Zuckerberg -ella es neurobióloga- ha anunciado que destinará más de 2.500 millones de euros para curar todo tipo de enfermedades combinando biología y computación.

A modo de conclusión, se establece una idea conjunta por parte de todos estos buscadores: «vemos la humanidad como una fase de transición en el desarrollo evolutivo de la inteligencia. Defendemos el uso de la ciencia para acelerar nuestro paso a una condición transhumana o poshumana. No aceptamos los aspectos indeseables de nuestra condición. Cuestionamos los límites naturales y tradicionales de nuestras posibilidades».

No obstante, surgen de manera inmediata dudas éticas y morales: ¿se crearán ciudadanos modificados, seres híbridos hombre/máquina, superhumanos e infrahumanos que no tendrían ya nada que ver con la humanidad? ¿Se hará realidad la muerte de la muerte? Serias preguntas que quedan en el aire y ante las que, como se suele decir en estos casos, sólo el tiempo tiene la respuesta....