Caroline Wozniacki (Odense, Dinamarca, 1990) ya es campeona de Grand Slam. Con 27 años, dos finales de major perdidas y 52 finales jugadas al máximo nivel (28 coronas), la danesa ha conseguido coronarse en una de las cuatro plazas que definen a las tenistas más regulares de cada temporada.

El número 1 WTA es uno de los objetivos de mayor prestigio en el tenis profesional. La mayoría nunca lo alcanza. De las que lo consiguen, muchas no alcanzan la regularidad necesaria para defender el trono. Y hay unas pocas elegidas que hacen del número 1 el salón de su casa.

Sin embargo, ser campeona de Grand Slam implica ganar siete partidos consecutivos. Algo que puede parecer más o menos sencillo, pero es extremadamente complicado. Concentración extrema durante dos semanas. Ser el foco de atención mediática del planeta tenis durante 14 días, muchas veces sin experiencia previa en este sentido.

Una de las grandes diferencias entre ambas cumbres son que el número 1 se puede conseguir por fallos ajenos (defensa de puntos, lesiones…), pero ganar un Grand Slam sin siete victorias consecutivas es imposible. De perogrullo, pero imposible.

El 11 de octubre de 2010 Wozniacki se convirtió en la 20ª número 1 del mundo WTA. Dos años antes, en 2008, había jugado su primera final de Grand Slam (US Open). Seis temporadas después le llegó su segunda final de major (US Open 2014, como número 11 WTA). Volvió al top 10 durante 12 meses. Y comenzó a bajar hasta salir del top 70 (29 de agosto de 2016). Y 17 meses en 17 meses, la danesa ha vuelto a lo más alto y acompañada de un título de Grand Slam.

El número 1 de Wozniacki en 2010 llegó con el título en el torneo Premier Mandatory de Pekín. Su séptimo título WTA y que cerraba su mejor año (seis trofeos, lo igualaría en 2011). Primera danesa en ser número 1 del tenis femenino.

La alegría le duró las 67 semanas que tenía registradas hasta el pasado domingo. En dos tramos de 18 y 49 semanas, interrumpidas en febrero de 2011 por la belga Kim Clijsters como campeona del Abierto de Australia de ese año.

Un año después, el 29 de enero de 2012, Caro cedería de nuevo el trono, esta vez ante la bielorrusa Vika Azarenka tras ganar el Open de Australia de 2012. Tras dejar el número 1, la danesa tardó siete meses (10 de octubre) en salir del top 10.

En 2010 Wozniacki entró en la lista de tenistas número 1 sin haber conquistado un Grand Slam. Tras Kim Clijsters (Bélgica), Amelie Mauresmo (Francia), Jelena Jankovic (Serbia) y Dinara Safina (Rusia), llegó Wozniacki. Clijsters (US Open 2005) y Mauresmo (Aus Open 2006) ganaron un Grand Slam tras ser número 1. Jankovic no ha ganado ninguno y pese a que sigue en activo, se sitúa en el 158 del ranking. Y, por último, Safina, ya retirada, no consiguió levantar ningún título Major.

Este regreso al número 1 para Wozniacki supone todo un récord en la historia de la clasificación del tenis femenino (existe desde 1975). Han pasado seis años desde que la danesa dejó la cima (29 de enero de 2012) hasta que lo ha recuperado (29 de enero de 2018). Nadie había vuelto al número 1 con tanto tiempo de separación. Sharapova, entre el 8 de junio de 2008 al 11 de junio de 2012, consiguió volver cuatro años después.

En agosto de 2016 Wozniacki tocó fondo. Derrota a la primera en New Haven, en la preparación para el Open de EEUU. Llegó a Nueva York como número 74 (su peor ranking desde agosto de 2007) y sólo la posterior campeona, Kerber, le paró los pies. Dos top 10 eliminadas por el camino. Volvió al top 30 y ganó el siguiente torneo (Tokio) venciendo a otras dos top 10. Acabó el año ganando su segundo título del año (Hong Kong) y de vuelta entre las 20 mejores.

El 2017 de Caro tiene dos lecturas. Una muy positiva: jugó ocho finales. La cara negativa es que cayó en seis de esos ocho partidos por el título. Pero quizás ganó las que debía ganar: Tokio y las Finales WTA. Maestra por primera vez y de vuelta al top3 para acabar el año.

Comenzó 2018 como una continuación de 2017. Final en Auckland… y derrota. Pero en Melbourne lo arregló. 52ª final WTA y 28º título. Primer Grand Slam y con doble premio: número 1 WTA seis años después.