«Porque nada tenemos, todo lo haremos», la histórica frase del dirigente chileno Carlos Dittborn Pinto, con la que consiguió convencer a la FIFA para organizar en su país el Mundial de 1962, queda ya demasiado lejos. Hoy, la entidad madre del fútbol con sede en Zurich lo único que persigue son negocios a la mayor escala posible, y no sólo no le interesó que en 2030 se cumplieran cien años del primer torneo en Uruguay para concedérselo al trío compuesto por España, Portugal y Marruecos.

Sudamérica había presentado ante la FIFA una candidatura para organizar el Mundial de 2030 compuesta por Uruguay (sede del primer Mundial en 1930), Argentina, Paraguay y Chile, que contaba con la expectativa de conseguir un torneo que se jugó por última vez en el continente en Brasil 2014. El presidente de la Conmebol (Confederación Sudamericana), el paraguayo Alejandro Domínguez -que afronta varios problemas judiciales relacionados con la corrupción- se había basado en que el Mundial debía retornar «al mismo punto en el que todo comenzó».

Pero esta candidatura cuatripartita sudamericana, camino a la decisión final sobre la sede de 2030, que debía tomarse en el Congreso Extraordinario de la FIFA de fines de 2024 con el voto de las 211 federaciones miembro, se encontró con dos oposiciones: la de la alianza ibérica entre España y Portugal, y otra, basada en países de tres continentes, conformada por Arabia Saudita (Asia), Egipto (África) y Grecia (Europa).

En el medio del recorrido y en la búsqueda de las tres candidaturas por conseguir votos mediante negociaciones, y ante la ventaja sudamericana desde lo histórico, España y Portugal sumaron primero a Ucrania, a la que le dieron un grupo inicial (sobre los doce totales) como organizadora, para conseguir sufragios en todo el mundo basados en la simpatía que genera un país considerado mayormente como víctima de Rusia en una guerra que siguen llevando a cabo.

Al poco tiempo, sin embargo, tuvieron que recular. El presidente de la Federación Ucraniana, Andriy Pavelko, quedó involucrado en un caso de corrupción y poco más se supo de la implicancia de este país en el proyecto. Fue reemplazado entonces por Marruecos, lo que implicaba sumar a un país africano (con lo que le podía pelear voto a voto a la candidatura de Egipto -junto a Arabia Saudita y Grecia-) y al mismo tiempo, una alianza entre dos continentes, y con un radio de pocos kilómetros, ideal para que los visitantes no se tuvieran que molestar mucho en los traslados. Por otra parte, Marruecos ya había sido postulante en el pasado y había tropezado ante otras candidaturas.

Sin embargo, el trío compuesto por España, Portugal y Marruecos tuvo otro inesperado traspié, cuando tras la final del reciente Mundial femenino de Australia, en agosto, el presidente de la Federación Española, Luis Rubiales, besó en la boca a una jugadora compatriota, Jenni Hermoso, en los festejos en el podio por el título alcanzado. La reacción del dirigente recorrió el mundo y aunque se resistió, acabó dimitiendo.

La sorpresa, entonces, fue mayúscula cuando apenas dos meses más tarde, y cuando nada lo indicaba, el presidente de la Conmebol, Domínguez, viralizó en las redes sociales un paso de baile a modo de festejo en Asunción, ciudad en la que vive, que parecían anticipar algo muy importante para la candidatura sudamericana, aunque no adelantó la noticia.

Apenas minutos más tarde, en su web oficial, la FIFA anunciaba que su Consejo (un bureau compuesto por varios dirigentes) se había anticipado a la decisión del Congreso Extraordinario de 2024, es decir, más de un año antes de la votación, y había establecido que el Mundial 2030 se jugará en España, Portugal y Marruecos, pero que Uruguay, Argentina y Paraguay tendrán la posibilidad de ser sedes de tres primeros partidos de distintos grupos (lo que fue mal interpretado y «vendido» por Domínguez como «tres partidos inaugurales») y que serían los únicos que se jugarían en su territorio, y todo el resto, hasta la final, en Europa y África.

¿Cuál fue el motivo de este apresuramiento de la FIFA cuando esto debía votarse 14 meses más tarde? La decisión de la candidatura de Arabia Saudita, Grecia y Egipto, de bajarse de la carrera, lo cual hizo entender a la Conmebol que le quedaba entonces poco margen de negociación, admitiendo algo que jamás hizo público y es que sus países no están hoy en condiciones de organizar un Mundial por carecer de la infraestructura necesaria, y entonces la FIFA los terminó contentando con un partido por grupo, que jugará el equipo local, en cada una de las tres sedes, lo que a su vez se festejó como si el Mundial entero se jugara allí.

¿Por qué Arabia Saudita, Grecia y Egipto renunciaron a su candidatura? La explicación puede encontrarse en otra decisión tomada por el Consejo de la FIFA, que fue acelerar el proceso de otorgamiento de sede para el Mundial 2034 dándole la prioridad a países de Asia u Oceanía. Esto fue leído como una clara negociación con Arabia Saudita para que dejara libre el Mundial 2030 para tener a mano el siguiente, cuando ya es organizadora de mundiales de clubes y hasta de Supercopas de España, y otros torneos internacionales.

Otra pregunta interesante sería por qué este columnista menciona como sedes de un primer partido de tres grupos a Uruguay, Argentina y Paraguay, pero nada dice de Chile, que era el cuarto país sumado a esta candidatura sudamericana. El presidente de la Asociación Nacional de Fútbol Profesional (ANFP) chilena, Pablo Milad, comentó que recibió una llamada de Domínguez y los presidentes de las otras tres federaciones exsocias en el proyecto, que le informaron que la FIFA quería que en Sudamérica fueran tres los países organizadores como tres son los que tendrán a cargo el peso del Mundial como España, Portugal y Marruecos. No había un lugar para un cuarto.

Lo que dijo Milad es que le explicaron en esa llamada que la FIFA había decidido que fueran Uruguay (por ser la sede del primer Mundial en 1930), Argentina (por ser el actual campeón del mundo) y Paraguay (por ser el país sede de la Conmebol), pero en todo caso, se trata de una explicación que no cierra. Si Paraguay cuenta con el mérito de ser la sede de la Conmebol, entonces con ese criterio Suiza debería ir a todos los mundiales porque es sede de la FIFA y de la UEFA. Milad quedó en viajar en los próximos días a Zurich para pedir mayores detalles.

Lo que la FIFA no explicó es que el hecho de que la ANFP chilena haya reclamado hasta último momento y en todos los tribunales deportivos para que la selección ecuatoriana fuera excluida del Mundial de Qatar 2022 por la supuesta mala inclusión del jugador Byron Castillo -al asegurar que dispone de un pasaporte falso porque nació en Colombia-, para ocupar su lugar, generó un escándalo que de haber prosperado, hubiera puesto patas para arriba la organización del torneo, y que sus dirigentes no se olvidan de toda aquella tensión.

Finalmente, la otra pregunta que cabe es por qué España, cuando el presidente de su federación, Luis Rubiales, acaba de marcharse luego del caso del beso famoso a una jugadora de su selección. Y aquí la respuesta está en la geopolítica. Infantino es muy amigo de la dirigencia española, deportiva y política, y no fue casual que en medio de negociaciones del presidente socialista Pedro Sánchez por la investidura para otro mandato (que, además, si no logra, habrá que llamar a elecciones nuevamente), se haya reunido con él personalmente para luego tomar la impactante decisión final.

Pero no todo queda donde está. Las relaciones en fútbol son muy dinámicas y lo que hoy es una cosa, mañana puede ser otra. España no sólo tendrá su Mundial, sino que quiere la final y el partido inaugural, por lo que aquellos tres «primeros partidos» en territorio sudamericano no serán, como se trató de vender, «tres partidos inaugurales» sino sólo tres primeros partidos aislados de todo el resto, y luego esos seis equipos se trasladarían a Europa para jugar lo que quede del torneo.

Sin embargo, los dirigentes sudamericanos no lo dan por perdido. Confían en poder influir en estos meses ante el presidente de la FIFA, el ítalo-suizo Gianni Infantino, entre asados y buenos vinos, para que, al menos, cada uno de los tres anfitriones sudamericanos alberguen en sus países las fases de grupos completas y no sólo un partido, ya que todo lo decidido debe ser refrendado en el Congreso de 2024, que perdió ya mucha fuerza.

Para finalizar, la grandilocuencia de la FIFA, que fue llevando los Mundiales de 16 equipos que hubo en Argentina 1978, a los 48 (tres veces más) que estarán ya desde 2026 en otro torneo de tres países y enormes extensiones como será el de México, Estados Unidos y Canadá.

Infantino no pudo implementar aún el Mundial cada dos años (entre otros, torpedeado por Sudamérica, que lo está pagando muy caro, porque hasta 2038 no podrá ser sede de alguno y serán en ese entonces 24 años de carencia), pero sí ya tiene su Mundial de Clubes de 24 equipos, que comenzará a jugarse en 2024 y en China, otro de los países que tiene ahora la puerta abierta para organizar el Mundial 2034.

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