Se podría decir que existe una gran indignación entre los cubanos residentes en Miami. Cualquiera que camine por la ciudad o se pasee por la calle ocho, territorio cubano, y saque el tema del acercamiento estadounidense a la isla provoca una exaltación de toda la concurrencia. Tras cincuenta años de embargo, los cubanos se han vuelto más escépticos que nunca y ya han escuchado suficientes cuentos. Según un alto porcentaje de la población cubana residente en Miami, el deshielo de las relaciones no beneficiará en modo alguno al día a día del cubano que sigue en la isla. Son pocos los que opinan que el capitalismo o, incluso, algo de comida puedan llegar al país caribeño. Tras más de 50 años comiendo un picadillo de carne azul cuando había la “suerte” de que llegara, muy pocos tienen esperanzas de que se llenen los “supermercados” de la isla.

Gran parte de los cubanos asentados en EE.UU se sienten desamparados por el presidente norteamericano, Barak Obama. No entienden la manera en que está manejando la situación con el gobierno castrista. Muchos de los cubanos que pueblan Miami y en su momento la fundaron fueron expulsados de su país y obligados a viajar en barcos al doble de su capacidad hasta las costas norteamericanas. Los llamados “marielitos” son los cubanos llegados en los ochenta huyendo de un régimen represor que los calificaba de “antisistema”. Fidel Castro los dejó marchar, eso sí, siempre zarpando en momentos de gran temporal por poder echar la culpa al enemigo capitalista si se hundían. Esa gente, que rondaba los veinte años en aquella época y tuvo que sufrir una emigración forzada o la cárcel, no puede entender hoy en día que el presidente de un país democrático como es EE.UU. ceda a las demandas de un dictador que machacó y sigue machacando a su pueblo. Cuba exige salir de la lista de naciones patrocinadoras del terrorismo. Una exigencia que para los cubanos norteamericanos resulta inaceptable. Las Damas de Blanco también se han unido a esta negativa hacia el acercamiento mientras Cuba, afirma la líder del movimiento Berta Soler, no respete los derechos humanos. Según Soler manifestó en el propio Congreso de los Estados Unidos, esta tiene que ser una condición previa a la apertura de negociaciones. Hay que recordar que incluso el derecho a huelga en Cuba es considerado delito.

Lo que parece esencialmente es que el Gobierno cubano no puede darle más vueltas a un comunismo insostenible que ha llevado al país a la quiebra. Un país que en su momento fue rico y donde La Habana era una de las grandes ciudades del mundo. Hoy la capital cubana se cae a pedazos. Los edificios no se han mantenido durante cincuenta años, su pueblo pasa hambre y el sistema educativo del que hiciera gala hace tiempo se desmorona por momentos. Los Castro buscan únicamente algo más de oxígeno para seguir manejando la “finca” a su antojo y, si puede ser, montar un comunismo capitalista parecido al de China.

Sin embargo, los norteamericanos, ajenos a la historia, ya piensan en pasar sus vacaciones en el caribe. Algunos barcos con estadounidenses a bordo ya han partido desde Miami hacia la isla. También se han podido ver imágenes de universitarios pasando sus vacaciones tomando clases de salsa en La Habana. Hasta Conan O´Brian ha aparecido chapurreando castellano en la isla. Lo que todavía no se ha podido ver es ni un sólo barco de cubanos llegando a costas estadounidenses, al menos de manera legal. Puede que tenga algo que ver la prohibición que les impide subirse a un barco o cualquier cosa parecida a una balsa en su país. Pero sí son muchos últimamente los que se arriesgan a ser cogidos y metidos en cárceles y navegan los aproximadamente 150 km que los separan de la libertad, de la tierra estadounidense. Desde que los gobiernos de ambos países anunciaran un acercamiento de posturas, la llegada de cubanos a EE.UU. se ha visto incrementada de manera exponencial. Todos ellos empujados por el temor a perder los beneficios de la Ley de Ajuste Cubana. Una norma por la que el cubano que pisa suelo estadounidense es reconocido como refugiado político y se le conceden una serie de ayudas económicos que no se le reconocen a cualquier otro inmigrante, así como más facilidades para conseguir la nacionalidad americana frente a los demás. De momento, y para tranquilidad de los cubanos que nos estén leyendo, EE.UU. no ha hecho ninguna declaración sobre la anulación de dicha ley.

Lo que sí queda patente es la facha de los Castro, mientras que EE.UU. propone un acercamiento con el régimen ellos llenan de honores a ex espías cubanos condenados en Norteamérica y repatriados a la isla. Qué casualidad que la entrega de medallas por parte de Raúl Castro coincide con el aniversario de la tragedia. Los homenajeados estaban involucrados en el derribo por parte de Cuba de las avionetas Hermanos al Rescate. Estas aeronaves, pilotadas por cubanos americanos, se dedicaban a avistar y rescatar cubanos perdidos en el mar. Mientras que para la inmensa mayoría de cubanos es un día de luto por la pérdida de los tripulantes de las avionetas para los Castro es un día de orgullo por haberlas derribado y premian a los asesinos.