El 17 de julio del 2014 el vuelo MH17 de Malaysia Airlines -un Boeing 777-, que despegó de Ámsterdam rumbo a Kuala Lumpur, desapareció en algún punto del este de Ucrania. Un territorio en guerra. El momento más violento del conflicto entre las autodefensas y las fuerzas gubernamentales ucranianas.

Dos años después, la incógnita continúa a pesar de las pesquisas llevadas a cabo por Rusia, el Consejo de Seguridad de Países Bajos… y del Equipo Conjunto de investigación que llegaba a la siguiente conclusión: un sistema BUK de fabricación rusa abrió fuego contra un objetivo, un lamentable error. Este es el punto en el que coinciden las hipótesis. Pero hasta llegar ahí, las pruebas transitan por vías diferentes. Ni que decir de los matices que utilizan en sus argumentos y resultados.

Por ejemplo uno de los detalles, a la vista insignificante, que más trascendente puede resultar es el modelo exacto de la ojiva. La parte holandesa viene reclamando que el misil portaba el tipo 9N314M, es decir modificado, un armamento de nueva generación. La investigación rusa asegura que la ojiva es 9N314, un modelo antiguo fuera de circulación en su territorio y presente en Ucrania. Lo argumenta en base a la metralla ‘mariposa’ que utiliza su arsenal coheteril en la actualidad.

No debemos olvidar otra clave de discordia; el punto de lanzamiento. Resulta más que claro que fue desde algún territorio de Ucrania. Pero, ahora bien, controlado por ¿separatistas? ¿fuerzas gubernamentales? Un cascabel que nadie quiere poner al gato. Y no es de extrañar por las consecuencias.

La postura del JIT (por sus siglas en inglés) es bastante clara y así lo refutó con su presentación durante la rueda de prensa. Fotografías, infografía, 3D, trascripción de mensajes y llamadas interceptadas… posiciones de la batería, componiendo así un esclarecedor vídeo. El BUK llegó a suelo ucraniano desde territorio ruso en un convoy hasta una localización, controlada por los rebeldes. Disparó a un objetivo que resultó ser un avión de pasajeros y cruzó la frontera regresando a su base.

La Fiscalía de Países Bajos no involucra abiertamente a Rusia ni a ningún ciudadano ruso en la acción que derribó el MH17.

Desde Almaz-Antéi –fabricante de los sistemas BUK–, Ministerio de Defensa y empresas de ámbito militar defienden la ubicación del lanzamiento en base a los datos publicados recientemente de sus radares, donde no se detectó ningún objeto cerca del avión en el momento de la catástrofe. Insiste en que de ser tal como asegura la investigación holandesa, el misil quedaría registrado. En cambio, en la versión rusa, el lanzamiento no aparecería en las pantallas debido a su trayectoria vertical.

Las conclusiones no satisfacen las demandas de las familias ni de las partes. Muchas cuestiones quedan en el aire; por ejemplo Ucrania no presenta imágenes de sus radares o dónde están los registros de los satélites. EE.UU. aseguró tener informes exactos del punto de lanzamiento del misil, pero en la investigación no están presentes ningunos de estos datos. Tampoco se explica que Rusia no integre el equipo de trabajo y no se admitan sus pruebas ni resultados.

Una cuestión que se perdió en las pesquisas. El MH17 realizaba un trayecto aprobado por Eurocontrol (entidad que salvaguarda las rutas que transita el espacio aéreo de Europa).

"El MH17 estaba realizando un plan de vuelo que requiere volar a 35.000 pies (10.668 metros), atravesando el espacio aéreo ucraniano. Es la altitud óptima", según el comunicado oficial de Malaysia Airlines y difunden medios.

"Sin embargo, la altitud del avión es determinada por los controladores en superficie. Tras entrar el MH17 en el espacio de Ucrania, los controladores le exigieron volar a 33.000 pies (10.058 metros)".

La situación es incuestionable, porqué Kiev no cerró el espacio aéreo sobre una zona de guerra. Más, cuando días antes las autodefensas anunciaban el derribo de un AN-26, un avión de carga ucraniano. Había otras informaciones de ataques a helicópteros y cazas. Pero parece que tomar una decisión así o desviar las rutas, conllevaba otros frentes que las autoridades no estaban dispuestas a afrontar.

El lento desarrollo de la investigación enfada a las familias que inician una serie de acciones legales, llegando incluso a denunciar a Ucrania ante la Corte Europea de Derechos Humanos. El cruce de acusaciones y el silencio intencionado de algunos actores -Kiev, por ejemplo- o la manipulación de pruebas, lejos de aportar luz solo arrojan sombras y dudas. ¿Quién disparó el misil y de dónde?

Polémicas al margen, aquella tarde de julio el MH 17 que cubría la ruta Ámsterdam-Kuala Lumpur desaparecía en el espacio aéreo ucraniano. 298 inocentes perdían la vida ajenos a un conflicto que dos años después sigue sin encontrar un punto final.