La información veraz siempre ha sido un bien preciado. Si obviamos el hecho de que nuestra subjetividad hace que la verdad propiamente dicha nunca pueda ser relatada, lo que comúnmente conocemos como verdad ha sido algo que valoramos desde que se dijo la primera mentira.

Trump, los medios de comunicación, el FBI, Rusia...

El lunes 13 de febrero, Michael Flynn presentó su dimisión como consejero de seguridad nacional de EEUU al saberse que no había revelado toda la información referente a sus contactos con Rusia. Al día siguiente, el New York Times publicaba una exclusiva en la que afirmaba que más asesores de campaña de Trump habían mantenido contactos con la inteligencia rusa.

El jueves 16 de febrero, Donald Trump dio una rueda de prensa de 77 minutos inicialmente dirigida a presentar a su candidato como secretario de Trabajo, Alexander Acosta. Así fue durante los primeros minutos de comparecencia, que aprovechó además para elogiar brevemente los logros que su equipo de Gobierno había conseguido en el poco tiempo que llevaban al cargo, resaltando los buenos resultados de la bolsa.

Hecha esta protocolaria presentación, Trump cambió radicalmente el tono y se lanzó en un sorprendente ataque hacia la prensa allí presente –no sin antes agradecerles su asistencia-: “Estoy haciendo esta presentación directamente al pueblo americano, con los medios presentes, a los que es un honor tener esta mañana, porque muchos reporteros nacionales no os van a contar la verdad, y no van a tratar a la maravillosa gente de nuestro país con el respeto que se merece […]. Tenemos que hablar de ello porque la prensa está fuera de control. El nivel de deshonestidad está fuera de control”. En esta misma rueda de prensa tuvo un encontronazo con un periodista al refutarle éste su afirmación de que su victoria electoral había sido la mayor desde Ronald Reagan.

El mismo jueves 16 por la tarde, la web de la campaña electoral republicana enviaba un mail a todos sus suscriptores animándoles a participar en una encuesta titulada “Mainstream Media Accountability Survey” (Encuesta de responsabilidad de los grandes medios). Estas son algunas de las preguntas incluidas:

¿Cree que los grandes medios han sido injustos informando sobre nuestro movimiento? (Pregunta 1)

¿En qué asuntos cree que los grandes medios hacen peor trabajo representando a los republicanos? Elija tantos como aplique (Pregunta 5)

¿Cree que los grandes medios no realizan el correspondiente contraste de información antes de publicar historias sobre la administración Trump? (Pregunta 10)

¿Cree que los medios han sido demasiado rápidos divulgando historias falsas sobre nuestro movimiento? (Pregunta 17)

¿Cree que los grandes medios han sido demasiado entusiastas llegando a conclusiones acerca de rumores? (Pregunta 21)

¿Está de acuerdo con la estrategia del presidente Trump de evitar el ruido de los medios y dar nuestro mensaje directamente al pueblo? (Pregunta 24)

¿Cree que el partido debería destinar más tiempo y recursos en tener la responsabilidad de los grandes medios? (Pregunta 25)

El viernes 17 de Febrero EEUU amanecía con una información publicada por Associated Press, en la que se afirmaba que alrededor de 100.000 unidades de la Guardia Nacional iban a ser movilizadas para la deportación de inmigrantes ilegales. La agencia de noticias publicaba esta exclusiva a raíz de una filtración, rápidamente tuvo eco en diversos medios y una hora después de salir a la luz era desmentida tajantemente por la Casa Blanca. Confirmaban así que los medios no habían contrastado suficientemente la información antes de darla a conocer.

El 24 de Febrero, CNN publicaba una noticia afirmando que la Casa Blanca habría pedido al FBI que tumbara las informaciones sobre los contactos de su Administración con Rusia. Ese mismo día, el presidente estadounidense arremetía contra el FBI a través de su cuenta de Twitter, criticando su incapacidad para detener filtraciones. Al día siguiente Trump definía en un nuevo tuit al NYT y la CNN como “un gran peligro para nuestro país”.

... Obama, la CIA y Wikileaks

El sábado 4 de Marzo, nuevamente a través de su cuenta de Twitter, Donald Trump acusaba a Barack Obama de haberle pinchado las comunicaciones de la Trump Tower durante la campaña electoral. Al día siguiente y sin aportar pruebas, Trump pidió al Congreso que investigara esos supuestos pinchazos.

Dos días después, el martes 7 de Marzo, Wikileaks difunde una filtración a la que han llamado Vault7 acerca de un programa de hacking de la CIA a la que Julian Assange ha definido como “la mayor filtración de datos de la historia”, y que supondría que la citada agencia gubernamental habría podido acceder al teléfono móvil de cualquier ciudadano.

El jueves de esa semana Assange ofrecía una entrevista en vivo desde la Embajada de Ecuador en Londres horas después de reunirse con Nigel Farage, líder de Ukip y aliado de Trump en Europa. En ella Assange afirmó que la CIA había perdido el control de su “ciberarmamento” en lo que definió un “acto histórico de devastadora incompetencia”.

Café para todos

Toda esta trama de hechos, algunos directamente ligados y otros supuestamente inconexos; todas estas filtraciones reales y falsas, todas intencionadas; las constantes acusaciones cruzadas de falsedad y las constantes mentiras. Todo ello está consiguiendo distorsionar la realidad hasta tal punto que empieza a perder su valor en la sociedad. Si nada es verdad y todos mienten significa que cada cual puede aferrarse a aquella realidad que le resulte más cómoda. Ya no existe la verdad, existe la verdad de cada uno. No es que el rey esté desnudo, es que todos lo estamos.