Durante estas semanas, producto tanto de las propuestas de presidenciables como de la lamentable situación del Servicio Nacional de Menores (Sename), que ya tocaré en un próximo artículo, y otras situaciones acontecidas en el país, se ha generado en Chile un debate en torno a la infancia y a la familia que, a mi parecer, demanda una reflexión profunda sobre aspectos colaterales, por no decir claves, que nos lleve a preguntarnos hasta qué punto la sociedad que hemos construido facilita el cuidado de la familia y el desarrollo de nuestros niños y actores involucrados en la crianza. Si seguimos a Barudy y entendemos que el desarrollo de los niños y adolescentes es el resultado no sólo de las formas de crianza de los padres, sino también el grado en que una comunidad pone a disposición recursos y redes que potencien dicho desarrollo, comprenderemos que todos podemos hacer algo por impulsar una realidad distinta, mejor, para nuestra infancia.

Vivimos un momento de cambio en el cual la globalización de los mercados, la inserción de la mujer al mercado laboral, las altas tasas de migración, la disminución de la tasa de natalidad, el envejecimiento de la población, la demanda de los jóvenes de mayor tiempo de ocio y oportunidades laborales más flexibles, la diversidad generacional, la tendencia hacia mayores patologías mentales y físicas, entre otros , desafían a las empresas a la necesidad de generar nuevos paradigmas desde los cuales entender y enfocar su gestión de personas.

Diversos factores económicos y sociales nos invitan a comprender que hoy comenzamos a vivir una era que demanda la necesidad de líderes que, como afirma el informe Liderazgo 2030 de Hay Group, tendrán que ser capaces de encontrar nuevas formas de generar lealtad entre los colaboradores, cada vez más diversos, y menos presentes físicamente (empresas digitales), dentro de un entorno caracterizado por la inestabilidad y los conflictos, en los cuales el bienestar de las personas, cuidado medioambiental y crecimiento económico se presentan como desafíos a enfrentar de forma conjunta.

Un estudio realizado por la consultora PWC sobre el escenario de recursos humanos para el mediano corto plazo señalaba que un 90% de los encuestados en EE UU intentaría trabajar en empresas con una responsabilidad corporativa con la que se sintiera identificado. Hablamos por tanto de una RSE cuyo foco paralelo debe implicar la consideración de la forma en que gestionamos a nuestros empleados, impulsando o no, políticas que promuevan su bienestar , desarrollo y el de sus familias.

Es dentro de este entorno que hablar de conciliación es estar situándonos desde una postura estratégica que además de los beneficios observados en aquellas empresas que se han embarcado en este camino - aumento del compromiso de sus empleados , aumento de atracción de talento, descenso de la tasa de rotación y absentismo, mayores índices de satisfacción y aumento de la productividad - se sitúan como impulsores y motores de cambio con una incidencia positiva en temas como desarrollo humano y bienestar, crianza, tasa de natalidad, apoyo al rendimiento escolar, cuidado de familiares dependientes, tiempo compartido para fomentar nuestro desarrollo personal y relacional, salud mental y física, igualdad e inclusión laboral, entre otros.

Hablar de conciliación es también dar cuenta de una estrategia que responde a la modernidad necesaria para el siglo XXI basada en los principios de igualdad y colaboración; y la convicción de que una persona favorecida por estas prácticas, responde, sin duda alguna, con mayor entusiasmo y motivación en su puesto de trabajo teniendo a su vez lo mismo un impacto en su bienestar y vida personal.

Aunque hasta ahora los modelos de gestión de personas han estado caracterizados por tener una base más racional, dejándose de lado muchas veces los factores emocionales relacionados al bienestar y su relación con la productividad, sin embargo, las características del entorno que vivimos nos invitan a mirar con urgencia la importancia de comenzar a considerarlos en las políticas que implantamos, cuando observamos 1) La innegable relación existente entre salud mental y economía. 2) El hecho de que la depresión es actualmente la cuarta causa de incapacidad laboral. 3) Las tendencias a nivel de enfermedades vinculadas al estrés. 4) El aumento del suicidios vinculados a factores económicos y laborales.

Frente a este escenario, creo en la posibilidad de cambio que podemos impulsar si comenzamos a comprender que la Responsabilidad Social de nuestras organizaciones debe hacerse eco, en primer lugar, del impacto de su propia gestión interna de cara a la vida de sus trabajadores y de cara al efecto de sus prácticas en el entorno que habitamos.

En este sentido, promover un uso eficaz del tiempo a través de prácticas que fomenten una mayor conciliación, se convierte en un aspecto clave cuando consideramos que unos horarios poco racionales repercuten en el rendimiento del trabajador, causando cansancio, estrés, ansiedad, y tienen como resultado la falta de productividad y competitividad no solo en su vida laboral , sino también personal y familiar. Junto a ello se ha observado que el exceso de trabajo, el estrés y a ansiedad repercuten en nuestra capacidad de conciliar el sueño y tener un descanso reparador , lo cual tiene efectos en la concentración, la memoria, la organización del trabajo, la creatividad, los índices de accidentabilidad laboral o domestica, la salud mental, entre otros.

Como trabajadores vivimos este entorno de cambio que nos demanda seguir funcionando adecuadamente en los diferentes ámbitos de nuestra vida, y en este sentido una de las consecuencias de estos cambios es que muchas personas viven un conflicto entre la necesidad de compatibilizar el trabajo y la familia, entre la vida profesional y personal, entre su necesidad de desarrollarse profesionalmente y personalmente. Esto ocurre cuando el trabajo y la gestión de nuestra vida personal o familiar aparecen como incompatibles, como algo que conlleva la renuncia de uno de los dos aspectos o cuando se genera una tensión que impide que algunos de los roles que tenemos pueda realizarse de forma satisfactoria para la propia persona.

En este sentido son diversos los estudios que han dado cuenta de las consecuencias que estos conflictos pueden conllevar tanto para la persona como para la empresa, entre ellos como llevo años afirmando, el deterioro de la salud de los padres que trabajan, un mal desempeño de la función parental, ansiedad, depresión, problemas psicosomáticos (Frone et al, 1997), insatisfacción en el trabajo, menor rendimiento y compromiso con la empresa, mayores niveles de rotación y absentismo (Greenhaus y Beutell, 1985).

Por estas razones, si queremos intentar aportar algo positivo para revertir estas tendencias mejorando con ello la productividad de nuestra organización, el logro de la conciliación de la vida personal , familiar y laboral tiene como pilar central la implantación de medidas de flexibilización y racionalización de horarios , ya que el tiempo que dedicamos al trabajo aparece actualmente como la estructura desde la cual se está organizando nuestra vida y relaciones , lo cual puede abrir o cerrar posibilidades de evolución positiva para nuestras sociedades, empresas y personas. El establecer políticas de conciliación nos acerca no sólo a atraer a los mejores y a las nuevas generaciones - la conciliación aparece dentro de los primeros factores de atracción de talento a nivel mundial- , sino también a tener como colaboradores a los mejores comprometidos, satisfechos, completos y equilibrados, generando un impacto positivo a su vez en los entornos que participan.

La función de la empresa como agente de cambio social es hoy en día clave, en el sentido de que promover este tipo de prácticas dentro de la organización traerá repercusiones positivas tanto para las personas, para las empresas, como a la sociedad. Con respecto a este punto, sólo hace falta observar las experiencias de países como Francia, Holanda, Alemania y Países Nórdicos, entre otros, que han hecho posible a través de la instauración de prácticas que fomentan la flexibilidad el comenzar a enfrentar de forma satisfactoria tres aspectos fundamentales: mayor incorporación de la mujer al mundo laboral, aumento del índice de fertilidad, y una mejora en la productividad.

Si queremos revertir las tendencias anteriores, promover la inclusión en nuestra sociedades y el aprovechamiento de nuestro capital humano, tenemos que considerar que lo mismo demanda una adaptación de las políticas que por un lado apunten al fomento de la co-responsabilidad y al mismo tiempo no promuevan diferencias en el acceso al trabajo producto de los roles tradicionales que han ejercido hombres y mujeres.

Sin embargo, cabe señalar que aún considerando que hoy por hoy es la mujer quien en mayor medida se encarga de la crianza y vive las consecuencias de la que llaman doble jornada, no son sólo las mujeres quienes se ven afectadas por esta falta de equilibrio. Un estudio realizado por el centro norteamericano Boston College, dio cuenta del agobio que sienten los padres ante la crianza de sus hijos y el tener que, de forma paralela, hacer frente a los desafíos profesionales, apareciendo la variable del tiempo como aspecto fundamental. La falta de espacio para si mismos, relación con la pareja y amigos, serían otros factores que incidirían en la presencia de estrés en los nuevos padres.

Cuando el año 2008 lancé en España, desde la que era mi empresa, el primer portal que permitía a las personas buscar trabajo a través de criterios de conciliación, aplicando filtros que les permitían señalar las prácticas de equilibrio de la vida personal y familiar que buscaban que su futura empresa tuviera implantadas, sabía, aunque no existiese un estudio en ese momento, que, al menos en España, la conciliación era uno de los principales factores de atracción de talento y, por eso , la posibilidad de una solución para muchas de las problemáticas que se enfrentaban por tendencias en salud, baja natalidad, envejecimiento de la población, entre otros. A los meses de su lanzamiento y a través de una encuesta que realizamos a través del portal, un 94% de las personas afirmaba que la racionalización de los horarios era una condición para poder conciliar vida laboral, personal y familiar.

Lamentablemente a lo largo de mi vida profesional he escuchado a muchos padres y madres agobiados por la falta de tiempo para poder criar y estar con sus hijos, como también he escuchado a mujeres que por la falta de corresponsabilidad han tenido que renunciar a sus carreras, también he escuchado a la madre y al padre que no logra entender por qué su hija o hijo se porta mal «si le dan todo».

Las «soluciones» que aparecen ante esta falta de equilibrio entre vida personal y laboral, por parte del entorno publico y privado, es crear más jardines infantiles, alargar las jornadas escolares, crear escuelas de verano, etc… y es así que el discurso social y la forma en que se ha organizado nuestra sociedad nos invita a ver a los hijos como una carga, un problema y en algunos casos como una fuente de estrés, cegándonos ante el hecho de que nuestra falta de tiempo personal, de pareja y de familia está siendo ocupado posiblemente y en mayor medida por nuestro trabajo. ¿Qué vida y sociedad quieres? Yo me lo pregunto...