La crisis económica venezolana se agrava. La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) estima que, al cierre del año, el país ‘bolivariano’ será el único de la región que permanezca dentro de la recesión económica. Es decir, mientras se espera que el Producto Interno Bruto (PIB) de América del Sur crezca este año 0,6 por ciento, en el caso de Venezuela se prevé una contracción del 7,2 por ciento. Los únicos que siguen esa tendencia negativa son los pequeños Santa Lucía y Suriname, cuyo PIB se contraería un 0,2 por ciento.

El desequilibrio económico ha generado que Venezuela perdiera importantes fuentes de financiación extranjera, como el Banco Central de Chile. La institución pública anunció la revocación de la línea de crédito bilateral debido a los «sucesivos incumplimientos» en los pagos. «Esta decisión fue adoptada en atención a los sucesivos incumplimientos incurridos por el Banco Central de Venezuela en la cancelación de sus saldos netos deudores durante el 2017 y los riesgos patrimoniales que ello generaba para el Banco Central de Chile», señaló el emisor chileno.

La situación es tan trágica que el Fondo Monetario Internacional (FMI), organismo que no cuenta con relación con el Gobierno de Venezuela desde 2007, estima que se necesitan unos 30.000 millones de dólares anuales para rescatar la economía ‘bolivariana’. Sin embargo, la gran inversión sólo serviría como un parche, ya que solo permitiría volver a los niveles alcanzados en 2015 y, a partir de ahí, se necesitaría una reestructuración de la deuda y cambio en las normativas económicas que ayuden a reimpulsar el consumo y recomponer la balanza de pagos del país.

Desde las instituciones internacionales, no obstante, existe poco optimismo en relación con las mejoras de la situación venezolana. El propio FMI ha revela que el país cerrará 2017 con un Índice de Precios al Consumidor un 652,7 por ciento superior al registrado el año anterior (donde se registró una tasa del 254,4 por ciento). Una tasa que será aún peor durante 2018, cuando se alcance uno de los puntos más críticos en la historia de la nación caribeña con una inflación del 2.349,3 por ciento.

El impacto de la inflación de 2018 será devastador. Más todavía tomando en cuenta que el Centro de Documentación y Análisis de los Trabajadores (Cenda) afirma que, para este año, se necesitan dos salarios mínimos enteros para satisfacer las necesidades básicas alimenticias de una familia en Venezuela durante tan solo 15 días o menos. El Cenda calcula que, para la adquisición de una «canasta básica», se deben destinar unos 514.006,75 bolívares mensuales. Sin embargo, una pareja con salario mínimo (incluidos otros beneficios como los ticket de alimentación) solo alcanzaría los 501.062,00 bolívares.

La gravedad de la situación queda aún más clara cuando se compara con el resto de países de la región. El Fondo Monetario Internacional indica que, después de Venezuela, la tasa más elevada será la que registrará Argentina: 17,8 por ciento. No obstante, el resto de las economías de América Latina lograrán controlar la inflación por debajo de los dos dígitos, así como ocurre en, por ejemplo, Brasil (4 por ciento), Colombia (3,3 por ciento), Chile (2,7 por ciento), o Ecuador (0,7 por ciento).

La crisis económica venezolana se agrava, mientras que la política imposibilita cualquier opción de encontrar un camino para la recuperación financiera y, así como lo ha logrado Brasil, romper con los años de caída en la producción nacional.