En la política colombiana nunca hay perdedores… Como en el juego de la pirinola, el trompo siempre cae en «todos ganan». Y si el trompo es tirado por la sociedad civil, siempre cae en «todos pierden». No es chiste: al día siguiente de las legislativas, todos los partidos y grupos políticos más populares pregonaron su éxito real o relativo. Y cuando se mira el reparto político en el Congreso, no hay que darle muchas vueltas al asunto: el cambio de modelo, y un régimen más próximo a los estratos de medianos y bajos ingresos y a los medianos y pequeños industriales y comerciantes urbanos y del agro, quedó aplazado una vez más en Colombia.

El Centro Democrático (CD) del expresidente Uribe, le apostaba a 25 curules en el nuevo Senado; obtuvo solo 19, perdió una con respecto a la pasada legislatura, pero pasó a ser la primera fuerza política en esa corporación.

El Partido Social de Unidad Nacional, del presidente Santos, más conocido como la U, que venía de elegir sucesivamente tres presidentes: en el 2006, 2010 y el 2014, perdió 7 curules en el Senado, pasando de 21 a 14, pero sus sobrevivientes se consideran bien librados en las condiciones en que tuvieron que enfrentar el debate, pues, varios de sus varones electorales están presos a cuenta del llamado «cartel de la toga»; y, además, con un presidente (Santos) en el peor momento de imagen pública que presidente alguno haya soportado en la historia reciente (14%).

Los partidos tradicionales (Liberal y Conservador), también sacan cabeza por encima de las cenizas: al primero le cantaban ya responsos, y solo perdió tres senadores, reteniendo 14 en la nueva legislatura; y al segundo, diluido en distintos fuerzas porque los hay de todos los matices a la derecha, logró cohesionar sus fuerzas y ubicarse con 15 escaños en el Senado.

Ciertamente, los que sí pueden cantar victoria son los Verdes y Cambio Radical: el primero ganó 10 curules, doblando su presencia política en esa corporación, y el segundo sumó 7 más, pasando a copar 16 escaños, metiéndose como la segunda fuerza legislativa, detrás del CD.

Si se da un vistazo de orden político al nuevo Congreso (ver enlace), hay que convenir en que el régimen vigente ha quedado apuntalado con un dominio de cerca del 90% entre partidos y fuerzas que comparten abiertamente el modelo económico neoliberal. O sea, que en este país, no hay muchas esperanzas de que en el futuro inmediato las cargas se repartan mejor, y por eso se dice que en política todos ganan, pero en términos socioeconómicos todos pierden, elección tras elección, desde hace 28 años.

Es más, en este nuevo Congreso hay menos esperanzas, pues, el Polo Democrático, considerado en los últimos años vocero de los menos favorecidos y adalid de la anticorrupción, ha sido virtualmente cooptado por una tendencia centrista liderada por el candidato presidencial Sergio Fajardo, al cual respalda el senador Jorge Enrique Robledo, símbolo de la oposición al sistema.

¡Qué ironía!: en el terreno legislativo, las tan vilipendiadas FARC, con sus 5 senadores concesionados en el Acuerdo de Paz, más los 4 de la Decencia, quedarían como real oposición a un régimen que podría quedar presidido por uno de estos candidatos: Iván Duque, del Centro Democrático (derecha extrema); Vargas Lleras, de Cambio Radical (derecha extrema) o, Sergio Fajardo, de la coalición Verde-Polo (derecha moderada).

Queda la posibilidad latente de que el izquierdoso Gustavo Petro gane la presidencial del próximo 27 de mayo y pase a segunda, pero de darse la eventualidad de que ganara el balotaje, quedaría prisionero de un Congreso de inmensa mayoría adicta al modelo neoliberal, summum de todos los males socioeconómicos que enfrentan hoy las capas medias y bajas del mundo, en términos de empleo, salud, educación y recursos naturales.

Elección presidencial

Pero, bueno, esta conformación legislativa es de un interés muy doméstico. Lo importante es ver cómo quedaron las fichas en el tablero político, de cara a la presidencial dentro de dos meses.

En números redondos, por el resultado de las consultas del pasado 11M, el candidato del CD, Iván Duque, con más de 6 millones de votos, tiene un pie en segunda vuelta; y también Gustavo Petro, con cerca de 4 millones, tendría muchas posibilidades de disputarse la Presidencia en el balotaje que, al día de hoy, se da por seguro.

Pero, nuevamente en política, 1 + 1 no son 2. Puede ser menos o más. Este es el momento en que los dos andan buscando pareja para el baile, y ahí es donde a Petro se le pone «el dulce a mordiscos», como se dice por acá.

De hecho, la empatía política favorece a Duque que ya tiene el respaldo de dos poderosos expresidentes: Uribe y Pastrana, más los conservadores que siguen a la excandidata presidencial, Marta Lucía Ramírez (su fórmula vicepresidencial en esta ocasión), y del exprocurador, Alejandro Ordoñez, extrema derecha que, en un país tan rezandero como Colombia, resulta un gran aliado, no tanto político como fetiche espiritual.

Y si las cosas se complican, también contaría con la fuerza de Cambio Radical, del exvicepresidente Vargas Lleras, en caso de que éste no logre su tiquete a segunda vuelta. La misma favorabilidad política operaría para Vargas Lleras, en caso de que el candidato Duque no pase a segunda vuelta.

Eso de por sí le aseguraría el triunfo a la derecha, porque no es sino sumar los resultados legislativos para colegir en que no hay nada que hacer.

El albur es Petro

El candidato de Colombia Humana, una réplica ampliada de su Bogotá Humana cuando fue alcalde de la capital, está como esos equipos de fútbol en la cuerda floja: que su paso a la rueda final, depende de factores externos, lejos de su alcance.

Si a la primera vuelta llegan todos (Duque, Vargas Lleras, Fajardo, De La Calle más Petro), tiene posibilidades de que le alcance el gas para la segunda vuelta, pues, individualmente podría superar a cualquiera de ellos…

Pero, si antes de la primera vuelta se dan coaliciones, como por ejemplo, Fajardo + De La Calle (muy probable), Petro queda en la cuerda floja; y más, si se diera una coalición entre Duque + Vargas Lleras. Pero aunque pasara a segunda vuelta, su triunfo sigue siendo un albur, pues, todos los demás candidatos están cerrados, y así lo manifiestan, a no dejar pasar un proyecto político que «pueda llevar a Colombia a la Venezuela de hoy», es lo que dicen.

Petro, finalmente, no tiene cómo reforzar su apuesta de manera contundente. Y más que Petro, debiéramos decir la izquierda colombiana. Por fuera de los más importantes partidos y movimientos, todos de derecha, no hay con quién: la rediviva UP, no pasa de 50.000 votos; la nueva FARC, no alcanzó los 50.000 en la pasada contienda; La Decencia, apenas sí alcanzó a entrar; las negritudes, no suman; los independientes, parecen capturados por el nuevo Voto en Blanco, y la abstención es incólume a lo largo de los años.

No hay que darle más vueltas al asunto: el cambio de modelo y un régimen más próximo a los estratos de medianos y bajos ingresos, quedará aplazado una vez más en Colombia. Así se refleja en la realidad de las votaciones congresionales. Miren:

Centro Democrático (extrema derecha)...... 19 senadores

Cambio Radical (derecha-derecha)............ 16 senadores

Partido Conservador (derecha)................ 15 senadores

Partido Liberal (centro-derecha)............. 14 senadores

Partido de la U (centro-derecha)............. 14 senadores

Alianza Verde (centro-centro)................ 10 senadores

Polo Democrático (izquierda)................. 5 senadores

FARC (extrema izquierda)...................... 5 senadores

Decencia (izquierda)........................... 4 senadores

Mira (Derecha religiosa)..................... 3 senadores

Indígenas (neutrales).........................2 senadores

Total.............................................. 107 senadores

Total de senadores que comparten abiertamente el régimen actual, 91. Los 5 del Polo, si gana Fajardo, quedan condicionados a cuestionar el modelo económico, quedando solo los de las Farc y la Decencia (9), con las manos libres para hacer oposición ideológica.

Si no gana Fajardo, tampoco pasa nada en materia de régimen imperante, pues, la Alianza Verde (10 senadores), nunca se ha cuestionado el modelo. En el peor de los mundos (que gane la presidencia Petro), a la derecha en general le quedan 81 senadores fijos, de 107 en total, suficientes para enervar cualquier asomo de socialismo del pasado o del siglo XXI en Colombia.

Fin de folio. Lo increíble es que en un régimen político de derecha, dominado por 81 senadores, de 107, la gente siga dejándose asustar con el fantasma del comunismo.