El economista libanés Jihad Azour, quien es el director del FMI para Oriente Medio y Asia Central, mencionó para la cadena CNBC que hay altas vulnerabilidades en ciertos países, particularmente los que poseen altos niveles de desempleo y bajo crecimiento económico.

También Azour señaló la posibilidad que se dieran disturbios entre las poblaciones por situaciones duales entre la pandemia y el desplome de precios del petróleo.

La situación en Líbano

Mencionar algunos casos puntuales como Líbano que es uno de los más delicados en el que se proyecta que su economía se contraiga hasta en un 12,7% de su PIB, así como una proyección de desplome mucho mayor en el 2021 de hasta un 14,1% según lo analizaron los expertos de Nordea Trade en Finlandia.

Sumado a lo anterior, la lira libanesa se ha depreciado cerca del 50% con respecto al dólar estadounidense y un bajísimo costo con respecto a otras monedas como el euro y el yuan.

Por su parte el sistema bancario libanés impuso controles informales de capital que han impiden transferencias y restringe el retiro de efectivo en dólares, esto genera desconfianza en la banca libanesa.

El Líbano además tiene una diáspora grande en diversos lugares del mundo, quienes envían remesas al país y mantienen cierta movilidad económica. Ejemplo de esto hay que mencionar que, hasta el mes de julio del año 2019, las remesas totales para el año habían superado el máximo de las últimas dos décadas de $3.500 millones hasta $5.300 millones a finales del mes de setiembre, pero debido a la paralización de la región se espera una contracción en la cantidad de dinero que ingresará al país por medio de esta vía.

Cabe mencionar que en el 2019 el «País de los Cedros» experimentó algunas de sus manifestaciones sociales más fuertes de los últimos años acusando a una élite política de corrupta y de realizar una mala gestión. A esto se suma las acusaciones contra algunos actores del Gobierno de estar siendo sugestionados por agentes extranjeros, puntualmente la agenda de la República Islámica de Irán y del Reino de Arabia Saudita, quienes han trasladado sus enfrentamientos directos a escenarios alternos como Líbano, Siria y Yemen.

El caso de Egipto

Otro país de la región importante de señalar económicamente durante esta pandemia es la República de Egipto. Según International Food Policy Research Institute (IFPRI) hay probabilidades que la pandemia tenga un costo económico significativo para este país. Cada mes que se mantengan activas las medidas para contrarrestar los efectos del Covid‑19, el IFPRI para Egipto sugiere que el PIB nacional podría caer entre 0,7% y 0,8% (£36.000 - 41.000 millones equivalentes entre US$2.300 - US$2.600 millones). Es probable que los ingresos de los hogares disminuyan siendo mayormente impactadas las poblaciones pobres.

Los ingresos familiares caerían entre £153 (US$ 9,70) y hasta £180 (US$ 11,40) en el escenario más grave, entre más tiempo se extienda la crisis se podría ver una disminución mensual de los hogares entre el 9% y el 10%, según la estimación de la IFPRI. El desplome del mercado turístico es quizás uno de los que más afectaciones generan a la economía egipcia.

También los ingresos producto de las remesas se verán afectados con al menos una caída entre el 10% y el 15% debido de la inactividad económica que sufre el mundo en general, y directamente asociado a la disminución en la demanda de ciudadanos egipcios para laborar en los mercados petroleros del Golfo donde anteriormente han tenido tanta demanda. A esto mencionado se debe considerar además el impacto de la disminución de los precios internacionales del petróleo después del acuerdo de recorte productiva firmado en el mes de abril 2020.

En este punto el FMI, espera que las exportaciones de petróleo disminuyan en más de 250.000 millones de dólares en toda la región, donde ya el producto ha tenido una caída del 50% durante este 2020, el organismo espera que la economía de los Emiratos Árabes Unidos se contraiga en al menos 3,5%, mientras que Arabia Saudita disminuya un 2,3%.

También el FMI espera que los sectores no petroleros disminuyan en al menos 4% en 2020, viendo la necesidad que tienen en estos momentos de diversificar sus economías más allá de la dependencia estratégica que han tenido a lo largo de sus historias. Aun así, ambos países tienen reservas fuertes para poder absorber el impacto que producirá la recesión económica producida por la pandemia y los embates a la disminución de los ingresos por el Covid-19.

Egipto sigue conservando un halo de turbulencia después del golpe de Estado contra el presidente Mohammed Mursi y la persecución contra miembros de los Hermanos Musulmanes egipcios, lo que genera un aire de división a lo interior del país que no le ayuda en algunos aspectos sociopolíticos, golpeados ahora con mucha más fuerza por los embates del Covid-19 por un lado y las medidas en la producción y exportación petrolera.

Estos dos países se convierten en un par de ejemplos acerca de la situación económica tan poco alentadora que viven las regiones del mundo y en este caso en Medio Oriente donde la dependencia hacia los recursos estratégicos y la desconfianza en sus gobiernos pueden jugar un papel determinante a golpear aún más los riesgos que pueda acarrear a estas economías en un futuro no muy lejano.