Llegar a Bogotá en un día soleado te hace experimentar un flechazo, un amor a primera vista inevitable. Y sí, te sorprende. Porque varias personas te han advertido de su peligrosidad y te han rogado encarecidamente que andes con mil ojos. Y además eres consciente de las graves amenazas sobre sus lluvias. Pero Bogotá te da una sensación de familiaridad tan apacible que, a ratos, consigue que se te olvide todo lo negativo que has escuchado acerca de ella.

Más allá de los crímenes que ocurren diariamente (y sí, pasan. Los cuentan los propios bogotanos además de los telediarios), Bogotá es una ciudad vibrante y feliz. Una ciudad de ritmo frenético –como gran capital que es- pero con unas gentes siempre atentas y dispuestas a ayudar al transeúnte.

Esta gran urbe, como todas, se conforma por infinidad de barrios. Todos ellos dispares, peculiares y especiales. Como turista conocerás La Candelaria, Usaquén, El Barrio Rosa y Chapinero. Estos, a pesar de generar una superficie de 10.628 hectáreas (más grande que París), sólo suponen una décima parte de la ciudad; la cual en su totalidad abarca una superficie de 177.500 hectáreas.

Para no perderte debes conocer cómo funciona el sistema numeral de calles y carreras. Las carreras recorren la ciudad de norte a sur y su numeración comienza desde los cerros o montañas que se vislumbran al alzar la vista desde casi cualquier lugar de la ciudad (las montañas están el este). Las calles y avenidas cortan la ciudad de este a oeste y sus números van creciendo desde el sur (La Candelaria) hacia el norte (Usaquén).

La Candelaria (desde Calle 7 a Calle 19)

Este colorido barrio se corresponde con el casco antiguo y es perfecto para comenzar la ruta turística por Bogotá. La mejor opción es aterrizar en la oficina de turismo o Secretaría de Cultura, Recreación y Deporte (Carrera 8, #9-83, con Calle 10 o Calle del Divorcio), donde te proveerán de un mapa y te ofrecerán formar parte del recorrido turístico gratuito que tiene lugar de lunes a domingo a las 10:00 y a las 14:00, y al que te puedes apuntar llamando previamente. El punto de reunión es en la plaza Bolívar frente a esta oficina de turismo.

Es imposible aburrirse durante las dos horas de este recorrido. Los guías son alrededor de mil veces más amenos que los profesores del colegio y los libros, y consiguen que disfrutes de la historia además de que la sientas como propia. Juegan con los billetes de pesos colombianos, te pasean por el centro histórico contándote anécdotas de incendios, revoluciones, divorcios, amantes, culturas y diferentes nacionalidades. Conoces los edificios más emblemáticos gracias a sus historias. Al final del recorrido puede que no recuerdes cómo se llama cada edificio, pero sí que uno de ellos es una copia de un monumento francés, a otro le llaman el gigante dormido, hay un lugar donde las paredes hablan y la ubicación donde se aloja el Papa cuando va a esta gran urbe.

Para comer existen infinidad de lugares en el centro. Los recomendados por los guias son turísticos y no tan sabrosos, así que es mejor perderse un poco por estas calles y buscar algo más auténtico. No te olvides de probar el chocolate con queso y el tamal a la hora de la merienda.

En este barrio se encuentran el Museo del Oro y el Museo de Botero -ambos de visita casi obligada-, y librerías de segunda mano con mucho encanto y algunos tesoritos escondidos en las estanterías. Además desde aquí se accede al teleférico que nos lleva a Monserrate, uno de los picos más altos de la ciudad y desde donde se divisa la inmensidad de esta colmena.

Por la tarde se recomienda caminar del centro a la 7ª (norte) por la Carrera 8 para disfrutar del ambiente popular, pero siempre con un ojo en la cartera. Llegando a la 7ª se encuentra la torre Colpatria, un buen lugar para ver el atardecer bogotano. Cuesta 7.000 COP (menos de 2€ al cambio de agosto de 2017) y hay que estar arriba sobre las 17:30 para no perderse los últimos rayos de sol. No hay cafetería ni bar, por lo que cada uno debe proveerse de lo que quiera consumir en las alturas.

Chapinero

Los alojamientos más decentes están dispersos en este barrio de clase media-alta. Desde hostales de habitaciones compartidas, hasta hoteles de 5 estrellas con suculentos desayunos a precios europeos, como el del Hilton: 15$ por un desayuno bufet de los buenos y un café que quita el aliento. Si eres más del término medio, Airbnb funciona estupendamente: apartamentos enteros o habitación en casa de alguien que seguramente te dé buenas recomendaciones.

Abundan las cafeterías bohemias y alternativas, con opciones vegetarianas y ecológicas que igualan a cualquiera de Madrid y Londres. Además en el llamado Barrio Rosa se puede elegir entre diferentes ofertas gastronómicas de alto nivel. El mejor catalogado: Harry Sassón. Para repetir una y otra vez si el bolsillo lo permite.

Para salir por la noche no hace falta desplazarse mucho, ya que la mayoría de locales nocturnos están por la zona. Si se busca el gran fiestón, los bogotanos recomiendan Andrés carne de res y Theatron, de las discotecas más grandes de Latinoamérica, según cuentan los locales.

Usaquén

Se sitúa al norte de esta enorme ciudad y tiene mayor contacto con la naturaleza que el resto de los barrios turísticos. La oferta de Airbnb es más que apetecible, pero para hacer turismo se encuentra algo apartado. En esta zona se puede visitar el mercado de las pulgas los domingos, donde abundan las artesanías, cremas naturales y frutas exóticas. Imperdible el mangostino (fruta morada con muy buen sabor) y las yucas fritas (estilo patatas fritas).

Bogotá no acaba en las fronteras de estos barrios, no. Cando seas turista por segunda vez no debes perderte las sopas de Perseverancia, Paloquemao, Restrepo y Samper Mendoza (las plazas más tradicionales de la ciudad); o las garullas (bollito dulce para comer a media tarde con café) en Soacha (zona deprimida), además de sus amasijos, chichas y masatos. Para ello ve acompañado por gente local que ya conoce las zonas y sabe dónde llevarte.

Bogotá es enorme, es eterna, es inabarcable. Visítala mil veces y sigue descubriéndola sin querer.