En un zigzag de la historia los momentos cruciales son fugaces, es un nudo gordiano digno de Alexander el Grande. Ahora la creciente expectativa por el desarrollo de la Inteligencia Artificial se ha entornado una alarma no futurista, sino inmediata: Pause Giant AI Experiments: An Open Letter es el llamamiento de un grupo de expertos internacionales que piden se detenga el desarrollo de IA tan potentes como GPT-4 por unos seis meses. El detonante para la petición fue el anuncio de que se abrirá una cadena en Estados Unidos que usará esta herramienta para producir contenido: llamada Radio GTP, afirma la Cadena Ser. Entre los firmantes está Elon Musk.

Se cuestiona un avance no mesurado y cuáles son las posibilidades del progreso y sus repercusiones para nuestra especie, puesto que estamos inmersos siempre -como escribió el paleoantropólogo Richard Leakey- en un proceso evolutivo en el que el Homo Sapiens un día no será tan competitivo: idea incómoda; pero ahora vigente de modo no por leyes como la selección natural, sino por el progreso de las ciencias. Esto recuerda la curiosa anécdota de que el padre de la sociología Auguste Comte terminó por imaginar su ciencia como una religión, por un exceso de confianza en el progreso y la fiabilidad de los datos empíricos –así culminó en esta ilusión.

Cualquier avance debe pensarse en términos de riesgos y beneficios para el conjunto de los humanos, no como un cambio en sí mismo, o como un problema científico puro, un modelo o una hipótesis. Nada es creado en el vacío desde que el hombre talló la piedra en el Paleolítico, o cultivó los campos en la gran revolución agrícola, e irrigó las semidesérticas tierras en Egipto. Todo es parte integrada en el gran océano de la vida. Por eso es necesario leer la misiva que cita otras fuentes en las que se fundamenta y expresa la preocupación por las repercusiones en la vida cotidiana de innovaciones como GPT a solo meses de introducir la aplicación; todo esto «representa un cambio profundo en la historia de la vida en la Tierra» y por ende debe ser planeada y manejada con cuidado, lo que advierten no está sucediendo.

El filósofo norteamericano Grafton Tanner ha criticado que las visiones del futuro las monopolizan los avances tecnológicos por las grandes empresas, esto es una idea sociológica interesante, porque alude a un imaginario social. Sobre todo, cuando hay generaciones que han crecido en la revolución tecnológica apuntan los expertos; y como respuesta propone la nostalgia, para reanudar las viejas ideas humanistas.

Ahora, ante el urgente llamado a detener el entrenamiento de las inteligencias artificiales por seis meses en Pause Giant AI Experiments: An Open Letter firmada según los medios de comunicación por Elon Musk y académicos como el historiador Dr. Yuval Noah Harari, reconocido autor de temas históricos y contemporáneos; en el sitio oficial de Instituto para el Futuro de la Vida (Future of Life Institute) uno tiene ante sí un dilema, puesto que no hay razones para cultivar la nostalgia o el criterio informado: «Poderosos sistemas de Inteligencia Artificial deberían ser desarrollados solo cuando nosotros podamos confiar en que sus efectos serán positivos y los riesgos sean manejables». No es ciencia de la ficción, es un llamado a repensar el presente más que el futuro.