Muchas veces, como occidentales, perdemos de vista las cosas importantes de la vida, olvidamos disfrutar para simplemente automatizar nuestra existencia en un ciclo infinito donde el aspecto laboral y el personal se vuelven lo más importante, dejando de lado lo espiritual, obviando los detalles.

No digo que a todos suceda, pero por lo menos sí a la gran mayoría; y más aún con todo el avance tecnológico de nuestros días. No ha faltado día desde que conozco los celulares inteligentes sin que vea a una persona a lo largo de mis andanzas enclaustrado en la pantalla del móvil; yo me declaro culpable también de semejante hecho y es ahí donde radica la importancia del equilibrio.

¿Qué tan importante es el aquí y el ahora cuando vivimos la mayor parte de nuestras vidas observando de manera obsesiva y a veces incluso compulsiva una pantalla?

Dijo John Lennon una vez que “la vida es aquello que sucede mientras te la pasas haciendo planes”. ¿Y qué sucede cuando esos planes no van más allá de una pantalla de ordenador?

Afortunadamente hay quienes aún escapan de ello, se ocupan de vivir la vida y aprovechar el tiempo; desde mi punto de vista se convierten en espectadores de flores de cerezo.

Me encanta personalmente esta alegoría ya que es totalmente cierta; en Japón la temporada en la cual los árboles de cerezo o sakuras florecen, es un evento de suma importancia.

Todo esto porque para ellos las flores del cerezo y el árbol como tal representan la fugacidad de la vida, ya que su etapa de floración y desfloración es muy corta; dicho de otro modo, se convierte en un instante dentro de la vida del árbol cuando alcanza su mayor belleza.

La vista es algo digno de admirarse, pero sobre todo de reflexionar. En nuestro agitado mundo e inmediato ritmo de vida, ¿cuántas veces nos hemos detenido simplemente para admirar el cielo?

Algo que he notado y se me hace curioso al caminar por las calles de la ciudad, es que las personas ya no observan el cielo, ya no se detienen mas que para contestar el nuevo mensaje que les ha llegado, e inclusive sus reuniones sociales las hacen por medio del teléfono móvil cuando tienen a su amigo o familiar frente a ellos.

Será que esta deshumanización de las personas se debe a la tecnología o a otro factor que no alcanzo a comprender; y, por favor, no me mal entiendas querido lector, no con esto pretendo satanizar la tecnología, al contrario, agradezco que me permita hablar con amigos de todas partes del mundo de manera inmediata.

Mi punto es simplemente el equilibrio; buscar ese punto medio entre lo tecnológico y la vida que corre sin tregua a lo largo del tiempo llevándonos a cuestas.

Es tiempo, creo yo, de prestar más atención al mundo que nos rodea, volver a maravillarnos con los amaneceres, la luna, las estrellas; buscar formas en las nubes, disfrutar de los amigos, ver a la familia, leer un libro.

Al final de nuestros días, lo único que es verdaderamente nuestro son los momentos y experiencias que disfrutamos o dejamos pasar por encadenar nuestra existencia a cosas que a final de cuentas carecen de importancia.