Hace más de veinte años la madrileña María Teresa López Álvarez tomó la decisión de abandonar su trabajo como secretaria de dirección en una importante consultoría por cuestiones personales, momento en el que entró en contacto con el campo de las terapias energéticas. Gracias a ellas su vida dio un giro inesperado y supo que había despertado a su vocación: la de convertirse en canal de consciencia. Un proceso de autodescubrimiento como paso previo necesario a ayudar a otros en sus propios procesos de reconexión consigo mismos.

Comenzó su formación en técnicas naturales como la relajación con cuencos tibetanos, Maestrías de Reiki Usui Tibetano y Karuna, kinesiología, reflexología, masaje metamórfico o las propiedades terapéuticas de la voz y el sonido. Asimismo, recibió formación sobre ángeles, sanación energética y de médium.

Entre los años 2002 y 2006 participó en un proyecto en varios hospitales con técnicas de relajación por medio del sonido de los cuencos tibetanos dirigidas a los niños y a sus padres en las Unidades de Oncología Infantil y Trasplantes de Órganos.

En 2003 creó, dirigió y fue presidenta de la asociación A.P.N.H. (Actividades Psicoafectivas para el Niño Hospitalizado). El espíritu de la asociación era acompañar a los niños enfermos y a sus familias en los procesos hospitalarios, proyecto que duró unos cinco años.

Amante y defensora de los animales, la escritura también ocupa un papel importante en su vida. Tras la publicación de su primera novela en 2012, Todos los gatos negros por fin son buenos, actualmente trabaja en varios textos sobre el proceso de despertar de la consciencia, y combina su labor como terapeuta en Madrid con el de formadora y ponente.

De entre todas las técnicas de sanación utilizadas por María Teresa una de las más sorprendentes para los neófitos, espiritualmente hablando, es la terapia de los ángeles.

Paralelamente a una progresiva tecnificación de la sociedad han surgido, en las últimas décadas, múltiples teorías sobre un proceso global de despertar de la consciencia: ¿qué implica esta idea y a qué se debe su expansión?

El proceso del que se habla es el paso de tercera a cuarta y quinta dimensión o proceso de ascensión, al que haré mención más adelante. Esto quiere decir que la Tierra está cambiando de frecuencia y nosotros también. Implica conectar con aspectos de nosotros que siempre han estado ahí, solo que dormidos, y a los que ahora estamos volviendo a acceder. Para ello contamos con la ayuda infalible de nuestra alma, que siempre va por delante de la mente dormida.

Varias civilizaciones anunciaron este proceso. Llevará su tiempo, afectando al propio ADN, pero es imparable porque en ello va nuestra evolución. Cuántas veces nos hemos preguntado: ¿Quiénes somos? ¿De dónde venimos? ¿Qué hacemos aquí? Bien, pues las respuestas están llegando.

Entiendo que estas afirmaciones generen sorpresa o incredulidad. Dicho esto ¿Qué harían en la Edad Media si nos presentáramos con un móvil o una simple aspirina? ¿Nos entenderían? ¿Qué haremos nosotros ahora al oír lo que expongo? Espero que esta vez abramos nuestras mentes, y algo más importante: nuestros corazones.

Este proceso de integración de nuestro componente espiritual ha traído de la mano diferentes herramientas y terapias como mecanismos auxiliares: reiki, constelaciones familiares, bioneuroemoción, etc. Una de las más sorprendentes, por su denominación, es la terapia de ángeles. ¿En qué consiste? ¿Qué es un ángel energéticamente hablando?

Mucha gente cree en los ángeles, quién no tiene una estampita, una figura en su casa o un llamador de ángeles, pero cuando se dice que no son mitos, que son reales, la gente se queda algo perpleja. Fueron creados por Dios para hacer de intermediarios entre Dios y el hombre. Su vibración es tan alta que son pura energía. Pueden ayudar en todas las áreas de nuestra vida pero cada uno tiene, a su vez, sus especialidades. Por medio de la meditación y trabajando con ellos se llega a conocerlos y distinguirlos cuando están cerca, y esa experiencia es algo maravilloso.

No les gusta que se les idealice, son cercanos y les encanta ayudar, ya que esa es su misión, pero nunca interfieren en nuestro libre albedrío.

En mi caso trabajo mucho con técnicas energéticas y no me imagino desempeñar mi labor sin su apoyo.

La persona que actúa de canal recibe los mensajes para el consultante. Suelen tener un fuerte componente orientativo y aclaratorio y nunca transmiten información que la persona no está preparada para escuchar.

El concepto de ángel suele asociarse, en Occidente, a la tradición cristiana, por lo que cabría pensar en un perfil de paciente mayoritariamente creyente. ¿Es necesario creer en algo para percibir los resultados tras una terapia angelical?

Para mí personalmente la fe y el poder de la oración son muy importantes. Sin embargo, a mi consulta acude gente que no cree, pero que dice necesitar orientación, y que si les funciona, pues estupendo.

Los ángeles atienden cualquier solicitud, sin juzgar, pero es importante tener claro que tampoco harán las cosas por nosotros. Nos pueden guiar a leer un libro, ver una película, asistir a un curso, hacer ejercicio y muchas cosas más. Pasar a la acción depende de nuestra voluntad.

Para todo esto no se necesita creer, solo querer volver a recuperar nuestro equilibrio, paz y armonía, y eso coincide con el propósito de los ángeles, que es ayudarnos. Son conscientes de las pruebas por las que pasamos durante la encarnación, a fin de cuentas somos almas, seres espirituales de viaje en una experiencia terrenal llena de altibajos. No es fácil vivir en el plano físico, y ellos lo saben.

¿Cuál fue la experiencia de vida que te motivó a convertirte en terapeuta del alma?

De pequeña estuve muy enferma, nadie sabía a ciencia cierta qué me pasaba, no encontraban un diagnóstico exacto y como consecuencia tampoco me podían aplicar un tratamiento. Solo se sabía que tenía que ver con un problema pulmonar. Hablamos de la década de los setenta. Mis padres vivían en Alemania y decidieron llevarme a vivir con ellos, aunque allí tampoco descubrieron de qué se trataba.

El pediatra decidió que mi ingreso debía ser inmediato y así empezó el peregrinaje por los hospitales. En uno de ellos pasé meses en una habitación de aislamiento, pues pensaban que podía haber riesgo de contagio. Al ver que no mejoraba decidieron abrir y ver el pulmón para ver qué pasaba. Esto supuso el traslado a otro hospital más especializado. Fue ahí donde todo comenzó a suceder.

Allí contacté, que yo recuerde, con los primeros espíritus. Mis habilidades de médium despertaron de manera asombrosa aunque yo no supe que eran espíritus hasta muchos años después. Yo los veía como veo a las personas normales. Utilizaba la telepatía. Me sorprendía que los demás no la usaran también, pues me parecía muy divertido. Dos de las guías que conocí aún siguen conmigo a día de hoy.

Finalmente superé la enfermedad y me llevaron a un tercer hospital para reponerme. Había pasado casi un año.

El día que dejé el hospital supe que no todos lo harían. Pensé que tenía una segunda oportunidad y sentí una inmensa gratitud y un deseo enorme de devolver algo de lo que se me había dado. Justo en aquel instante me dije a mi misma: «Cuando sea mayor ayudaré a los demás de alguna forma».

Y lo intento cada día. La vida es un regalo.

¿Cuál es el código deontológico de la terapia de ángeles?

El respeto por la persona que solicita nuestra ayuda, desapego para no juzgar. La intención que ponemos a la hora de hacer el trabajo es muy importante. Si eres ético solo puedes mostrar el camino que tú has andado.

Partiendo de la base de que cada paciente es un mundo, ¿cuáles son los principales motivos que llevan a alguien a acudir a tu consulta? ¿Hay algún patrón en cuanto a la sintomatología?

Los motivos son muy diversos, tantos como los mecanismos de que dispone nuestra alma para guiarnos en el proceso de despertar. Somos ciegos aprendiendo a ver. Pueden venir por curiosidad, porque un amigo les habló de ello, porque necesitan orientación o están en un momento de cambio importante, intenso y transformador y sienten que hay algo que necesitan saber a un nivel más profundo.

Más allá de las causas puedo asegurarte que el resultado no deja indiferente a nadie.

Presentarse formalmente ante la sociedad como terapeuta angelical debe de generar todo tipo de reacciones. ¿Tuviste la sensación de pagar algún precio?

Durante un tiempo buscaba que los demás me creyeran y aceptaran mi trabajo. Una vez renuncié a la necesidad de aprobación y comencé a creer en mí misma, con la conciencia que tenía y tengo de lo que hago, todo cambió. Aprender a fluir con cualquier situación que se presente es fundamental para reconectar con nuestra alma. Debemos asumir que en este mundo somos trapecistas sin red y cuanto antes ocurra antes dejaremos de sufrir a manos de la necesidad de control o de reconocimiento.

Normalmente la gente ve en mí a la médium o psíquica, pero pocos ven a la persona que hay detrás. Piensan que lo que hago es fruto de un don, que surge de manera espontánea, sin ningún esfuerzo, sin efectos secundarios, y no es cierto. Percibir el dolor ajeno, sentir a los espíritus, seres de otras dimensiones, el alto grado de empatía que implica poder desempeñar bien este trabajo no es fácil de llevar.

En ocasiones la gente me contacta por correo electrónico o a través de las redes sociales y esperan un feedback inmediato, como si pudiera descargar la información clave simplemente pulsando un botón. Entiendo su postura pero las cosas no funcionan así.

Por otra parte llevo una vida disciplinada, cuido mucho mi alimentación, pensamientos, hago ejercicio, medito y permanezco en formación constante. Las terapias energéticas requieren que mi energía se encuentre en un estado adecuado y elevado.

Como digo, esto no es un don, es práctica y más práctica. Por tanto todos podemos desarrollar estas capacidades, es parte de nuestro potencial.

Tras más de dos décadas trabajando con terapias energéticas ¿Consideras que han ganado aceptación social e/o institucional?

Después de todos estos años creo que puedo afirmar que sí, que han ganado aceptación. Es cierto que en algunos países a los que viajo hay más apertura que en otros, pero es normal.

Además de tu labor como terapeuta impartes cursos de formación y divulgación: ¿en qué consisten?

En la actualidad imparto cursos y conferencias sobre ángeles, el proceso de ascensión, los Arcturianos, los niños especiales que están viniendo a la Tierra, formación para conectar con el propósito de nuestra vida, el poder de la voz y el trabajo del niño interior desde una perspectiva espiritual.

La ascensión es un cambio de tercera a quinta dimensión, pasando por la cuarta que es el puente entre ambas. La tercera dimensión en la que nos encontramos representa el aspecto más físico de nosotros. La cuarta y quinta implica la adaptación del cuerpo físico a un estado más energético. Esto traerá cambios a muchos niveles, como reconectar con nuestras habilidades psíquicas. En el curso trato de explicar qué hacer y cómo adaptarnos de la forma más armoniosa a esta transformación que ya ha comenzado.

Este año impartiré mi primer curso sobre el poder de la voz. Es un tema sobre el que llevo investigando más de veinte años. Nuestra voz es una herramienta muy poderosa, y en este contexto de paso de tercera a quinta dimensión tomar conciencia de su importancia será algo fundamental. Conocer su frecuencia, tono, timbre, cómo la utilizamos, la intención que ponemos en nuestras palabras cuando las pronunciamos nos pone en contacto con nuestra verdad o bien con el reconocimiento de que no estamos siendo honestos. Toda energía tiene su armonía, la voz puede reinstaurar la armonía y el equilibro perdidos.

¿A dónde crees que nos lleva, como sociedad, este despertar colectivo?

A comprender que somos mucho más de lo que pudiéramos imaginar. Somos seres espirituales en un viaje de autodescubrimiento y reconocimiento del lugar de donde procedemos.

Imaginemos una ciudad como Madrid, que pertenece a España, que se encuentra en Europa y que a su vez está en el planeta Tierra, perteneciente a un sistema solar que está en el borde exterior de la Vía Láctea, nuestro hogar. ¿Estamos preparados para salir de lo conocido y comprender de qué formamos parte, con todo lo que eso conlleva? La respuesta es un sí, sin lugar a dudas, en caso contrario no estarías leyendo esto, pues nada sucede por casualidad. Este proceso implica recuperar la fe en nosotros y en nuestro potencial, además de asumir que en nuestra galaxia, rodeada a su vez de miles de galaxias, viven hermanos y hermanas que aguardan nuestro despertar.