La crisis económica que ha asediado al mundo desde 2008 ha sido sin duda la más fuerte desde el Crack del 29, pero tras una década combatiéndola a base de regulaciones laborales, apretones de cinturón y recorte de derechos civiles, por fin podemos afirmar sin temor a equivocarnos que pronto será un fantasma del pasado.

Esta denominada Gran Recesión fue especialmente virulenta en España, dado que su economía estaba sustentada en gran medida en la construcción y el turismo. Su falta de industria productiva competitiva, su burbuja inmobiliaria y la propagación de la corrupción en sus instituciones convertía a España en el país idóneo para acoger a la crisis con los brazos abiertos.

Durante esos años de crisis España vivió una especie de metamorfósis. Tras unos primeros años con José Luís Rodríguez Zapatero al frente del Gobierno, la situación fue lamentable. Cierto es que la hucha de las pensiones siguió creciendo durante ese tiempo, superando los 66.000 millones de euros en 2011, pero la realidad era abrumadora: el número de trabajadores era tan solo de 18.153.000 y los parados alcanzaron los 5.287.300. El país no aguantaría mucho más si no se tomaba un cambio de rumbo.

En el año 2011 el Partido Popular ganó las elecciones llevando a Mariano Rajoy al Palacio de la Moncloa y dándole al país una nueva perspectiva para afrontar los años que estaban por venir. Bajo la tutela de Mariano la ciudadanía aceptó una reforma laboral que abarataba el despido y favorecía la precariedad del empleo, una ley mordaza que la ONU urge a retirar, enormes recortes en Sanidad y Educación así como tremendas subidas del IVA negadas en campaña electoral, todo con el único fin de salir de semejante atolladero.

Desde el inicio de esta demoledora crisis no han sido pocos los españoles que ha decidido emigrar al considerar que la situación no iba a mejorar a corto plazo. Tanto es así que el número de emigrados españoles ha aumentado en más de la mitad desde 2008, entre ellos alrededor de 12.000 científicos. Cuán equivocados estaban al pensar que España no se reinventaría a sí misma y saldría de la crisis.

Actualmente el número de parados es poco menos de cuatro millones -3.914.000 según INE- y la cantidad de personas ocupadas ha ascendido hasta los 18.813.300 personas, nada menos que 660.000 trabajadores más. Cierto es que la precariedad laboral ha provocado que se hayan destruido 179.485 empleos al finalizar agosto o que la falta de calidad y sueldo de los empleos haya causado que el Fondo de Reserva tenga ahora poco más de 11.000 millones de euros y haya que pedir créditos para poder seguir pagando las pensiones, pero son un pequeño precio necesario para resurgir de nuestras cenizas.

La hábil batuta del Partido Popular -imputado por corrupción- nos ha sabido sacar de esa situación agravada por la burbuja inmobliaria -acrecentada ostensiblemente a partir de la segunda década de los 90, momento en el que José María Aznar tomaba la Moncloa- o por la ausencia de inversión en I+D. Tenían razón, a pesar de que muchos en su partido se llenaban los bolsillos durante esa época: la realidad es que vivíamos por encima de nuestras posibilidades.

Gracias a Mariano Rajoy España ya no es un país cuya economía esté basada en la construcción y el turismo. La renovada España se sustenta en el turismo y la construcción. La falta de inversión en I+D se ha solucionado subiendo su partida un 4% en los últimos presupuestos, intentando compensar la caída del 7% que tuvo desde 2011 a 2014. La corrupción de su partido ya no es un problema, pues nuestro presidente ya ha dado las pertinentes explicaciones en sede judicial alegando que no tiene ni la más remota idea de cómo funciona el partido que lidera, y aunque el propio partido esté imputado no se puede decir que sea totalmente un partido, sino más bien un gran número de casos aislados que se han juntado por casualidad. Mariano ha conseguido además, gracias a su innata capacidad diplomática, disolver el conflicto territorial con Cataluña. Los catalanes finalmente comprendieron que si se independizaban perderían toda opción de tener un presidente tan bueno él.

Se equivocaron todas las personas que emigraron. España ya es un país nuevo. Vuelven a verse grúas en lontananza, mil euros es ahora sueldo envidiado por muchos, le hemos puesto un impuesto al Sol -que pague como todos-, ya no hay imputados por corrupción -ahora son investigados-, se sigue venerando la figura de nuestro querido dictador genocida por medio de fundaciones con dinero público y los conflictos territoriales se han agravado hasta el extremo. En resumen se puede decir que España da una imagen al mundo de crecimiento, estabilidad, seriedad y visión de futuro. Se puede decir que oficialmente España ha salido de la crisis...

¿O no?