Navidad viene del latín Natalem.
Nátus = nacido.
Alem = pertenecer.

Nacer perteneciendo a alguien o a algo. Qué inmenso significado tiene esta palabra de solo siete letras. Tres letras divinas (trinidad) y cuatro terrenales (cuatro puntos cardinales). Número perfecto. Conjugación de espíritu y carne.

Me pregunto, entonces a quién pertenecemos. ¿A más de una persona? Si es así, esto significaría que hemos nacido más de una vez, lo que no deja de ser maravilloso, pues nos da la posibilidad de reconocernos en esos corazones donde hemos ido naciendo en el curso de nuestra vida, regalándonos una soñada inmortalidad.

Junto a esto, la verdadera eternidad está en permanecer en la memoria de las personas con las cuales hemos compartido la vida. Es el recuerdo que nos perpetuará en el infinito.

Recordar, del latín recordare.
Re = de nuevo.
Cordis = corazón.

Pasar nuevamente por el corazón.
Mientras ese corazón nos recuerde, seguiremos vivos y vigentes. ¿Será por esto que tenemos tanto miedo al olvido? Sobre todo, hoy donde lo efímero reina, donde todo pasa tan rápido que no tenemos tiempo para detenernos y hacer lo que realmente es importante. Nuestra frase común en esta época es «no tengo tiempo».

Retomo las tres letras divinas para hacerme consciente de que soy responsable del corazón en el cual he nacido porque me une a él una fuerza espiritual que solo el olvido podrá mermar. Entonces que sea el olvido y no el tiempo el que me separe de los que amo y sobre todo de mí misma. No nos olvidemos de nosotros y las cosas que nos hacen vibrar y renacer.

Ahora retomo las cuatro letras terrenales de la mágica palabra Natalem, que tiene el poder de hacernos sentir más buenos. ¿A que lugar correspondemos? ¿Pertenecemos a más de un lugar?

Cada vez con más fuerza siento que pertenezco al lugar donde están mis tesoros que no son otra cosa que mis recuerdos y mis amores primarios. He nacido de ellos, transportándome a lo que hoy soy. Se vuelve siempre al inicio, a lo divino, al corazón que nos da la vida. Se vuelve siempre a mirar hacia atrás. Necesariamente se debe hacer para poder seguir adelante y renovar el camino que nos falta por recorrer.

Cuatro puntos que nos orientan, que mueven nuestros pasos y que según donde nos detengamos a mirar el recorrido hecho, veremos si hemos seguido el punto correcto. Perdón, no existen puntos correctos, pues son cuatro los puntos cardinales y cada uno nos propone la maravillosa alternativa del intentar encontrar ese punto dentro de nuestros corazones. No nos desesperemos pensando que hemos elegido un punto equivocado, la tierra es redonda y tarde o temprano podremos embocar el punto que pensábamos perdido y caminar juntos nuevamente por esa idealizada «alameda», símbolo de sueños por cumplir.

He nacido en corazones inesperados e inesperadamente he sentido nacer amores impensados en el mío, los recuerdo con emoción y nostalgia por lo tanto para mí son inmortales.

Pertenezco al sur del mundo porque ahí están los corazones en los cuales he nacido, el norte del mundo me pertenece porque ha nacido en mi corazón, me ha adoptado.

Correspondo al Oeste porque muero en el ocaso y renazco en la enigmática Luna y sus secretos. Pertenezco al Este porque junto al Sol florezco cada mañana en sus rayos amarillos como mis recuerdos.

Tengo un árbol desnudo por vestir y no encontraba motivación para hacerlo.

Hoy más que nunca siento la imperiosa necesidad de rodearme de esos amores incondicionales, de esos recuerdos que llenan mi corazón de esperanza.

Esta navidad quiero vestir mi árbol de recuerdos, honrar a esas personas que me acompañan, a las cuales pertenezco y acuno en mi corazón.

Esta navidad, ¿a quién pasarás nuevamente por tu corazón?