Hace unos meses, las redes sociales estadounidenses se incendiaron con motivo de una ilustración, destinada a ser la portada alternativa del cómic número 41 de la colección Batgirl. Con esta imagen, realizada por el ilustrador Rafael Albuquerque, la editorial DC Cómics pretendía rendir homenaje al clásico villano el Joker (el Guasón en Latinoamérica) con motivo de su setenta y cinco aniversario. Sin embargo, como la composición no gustó entre buena parte del fandom, la editorial se vio obligada a retirar la portada y a publicar una disculpa respecto al dibujo.

Sin entrar en detalles acerca de los motivos, las críticas y las quejas que alimentaron esta polémica, sí hay una lectura que se puede sacar de todo el episodio: el cómic norteamericano ya no es un mercado eminentemente masculino. Todo lo contrario.

Independientemente de si hablamos de historias de superhéroes, alternativo o underground, el cómic norteamericano ha sido asociado habitualmente a un público determinado: varón, joven y de raza blanca. Pero esta tendencia, desde hace al menos quince años, ha variado enormemente. Las mujeres y las minorías étnicas en occidente, así como los colectivos LGBT, tienen cada vez más peso en este mundo.

Esto no debería ser extraño si se atiende a que el mundo de la viñeta en EEUU ha sido desde hace décadas un nicho colmado por artistas e intelectuales cercanos a las ideas progresistas. De hecho, Marvel, la editorial más rentable y exitosa del mercado, es considerada por el Partido Republicano poco menos que un nido de liberals[1]. ¡Más aún! ya en los años setenta del siglo pasado, Marvel acogió a buena parte de autores procedentes de la contracultura, quienes expresaron sus inquietudes sociales e ideológicas a través de las viñetas.

Aunque las ideas progresistas sí han tenido un poderoso aliado en el mundo del cómic, el papel de la mujer en este ha sido tímido y, hasta hace relativamente poco, bastante minoritario. Y todo ello a pesar de que los nombres de distintas mujeres brillan en el firmamento del sector: Jill Thompson, Ann Nocenti, Lynn Varley, o Gail Simone, por citar cuatro de las grandes autoras del cómic anglosajón, que se han abierto paso en el sector como ilustradoras, guionistas o coloristas a lo largo de los últimos treinta años.

Curiosamente, y aun no siendo especialmente populares los nombres de las autoras y artistas femeninas, su presencia en la industria es cada vez mayor y suele ser en colecciones de no poco prestigio. Fiona Stapples, ganadora de varios premios Eisner (los Oscars del cómic) por Saga, es un claro ejemplo de ello. Como lo son también, la citada Gail Simone, una de las guionistas contemporáneas mejor valoradas, o la pareja creativa formada por Gwendolyn Willow Wilson y Marguerite Bennett, quienes desde hace unos meses sostienen mano a mano una colección para Marvel protagonizada únicamente por supermujeres.

Esta tendencia no solo se está dando en el mundo de las grandes editoriales. En el mundo del web-cómic y de los pequeños proyectos artísticos, cada vez es más habitual ver a mujeres detrás de obras que arrastran tras de sí tanto a público femenino como masculino. Nimona, obra de Noelle Stevenson, es uno de estos proyectos. El webcómic, nacido como proyecto universitario para una escuela de Arte, es a día de hoy un título publicado por una gran editorial, con no poca popularidad en el mundo anglosajón. Paralelamente y en calidad de arte erótico, el fanzine Sextories demuestra que autoras como Rocío Vidal “Rainv” cada vez más apuestan por un género que parecía únicamente reservado a público masculino y que, en muchas ocasiones, ha sido catalogado como sórdido y misógino.

¿Algo ha cambiado realmente?

¿Pero qué repercusión tiene la participación de mujeres en el mundo del cómic? Por un lado, el tratamiento de ciertos temas cada vez huye más de los clichés de género. La incursión femenina en la industria lejos de segmentar un tipo de cómic netamente “para chico” o “para chicas”, cada vez más apuesta por géneros unisex. Un síntoma de ello es que en 2014 un estudio reveló que cerca de un 46-50% de los lectores estadounidenses eran mujeres. Esto, sin embargo, tiene una doble lectura y es la de que, según ciertos autores y expertos del medio, el género unisex no existe. El cómic sigue siendo eminentemente masculino, utilizando la trampa de feminizar las historias, para captar nuevo público sin variar el discurso ni el tratamiento y la orientación masculina de los temas.

No obstante, sus opuestos señalan a su vez que la proliferación de heroínas y de personajes femeninos de peso, y de no poco protagonismo están cambiando la situación y que sí hay un cambio real en el sector. La mujer en el mundo del cómic ya no es novia, madre, hija o víctima. Para apoyar su tesis utilizan el paradigmático caso de Gwen Stacy, uno de los intereses románticos de Spider-man, cuyo asesinato fue uno de los hitos del mundo del cómic. El personaje de Stacy ha sido recientemente reciclado, gozando de no poca popularidad entre los fans, quienes disfrutan de un equivalente femenino que se mide de igual a igual con el héroe trepamuros. De igual manera, Lobezno (Wolverine), el símbolo de la virilidad y la testosterona marvelita, pasará a ser una mujer a partir de septiembre de este año. Y sobre cuestiones de contrapartidas femeninas, ni tan siguiera el Caballero Oscuro en persona se libra. Batwoman ya no es la “novia/esposa” de Batman, como en los años cincuenta, sino una vigilante independiente, abiertamente lesbiana y con entidad propia.

Sin embargo, sí es cierto que ante ciertos temas, retratos y situaciones, la industria sigue obedeciendo a un tipo de estrategia y a una forma de entender las historias mucho más tradicional. Los héroes masculinos siguen siendo mayoría tanto en cabeceras como en presencia dentro las colecciones. No obstante, como se viene sugiriendo, la tendencia está variando lenta pero sistemáticamente. De ahí que las editoriales hayan de maniobrar entre las turbulentas tempestades formadas por sus futuros lectores y clientes y entre aquellos de más largo recorrido, más cómodos con una forma más conservadora de entender la lectura en viñetas y sus contenidos.

Eso mismo es lo que le está ocurriendo a DC Comics, editorial de Superman y Batman, que claramente se ha decantado por “sectorizar” abiertamente su producción, tal y cómo muestra el video[2], de su última campaña, DC YOU, en la que se pretende reafirmar la marca editorial como una suministradora de productos para diversos públicos, con sensibilidades, apetencias y gustos bien definidos.

Esta estrategia, a su vez, parece un calco de la que las productoras televisivas están adoptando a la hora de presentar sus adaptaciones televisivas del mundo del cómic. Como si cada serie tuviera como fin satisfacer unas necesidades de ocio y entretenimiento específicas. Sirva como ejemplo Supergirl, de la cadena CBS, que narrará aventuras de una supermujer bajo un prisma cercano a las así llamadas “series de chicas” como Sex in the City o Ugly Betty. Daredevil es la otra cara de la moneda, al tratarse de una serie policiaca donde las mujeres no están supeditadas al héroe, sino que cuentan con un rol destacado en el desarrollo de la trama.

Todo lo expuesto lleva a señalar y aceptar una realidad del mundo del cómic, que es que este además de ser un arte, se debe principalmente al consumo, como actividad económica que es. En este aspecto, las editoriales están aprendiendo bien la lección y no están perdiendo el tiempo. La mujer ya no está relegada a un tipo de consumo doméstico sino que se ha convertido también en una super-consumidora de tendencias muy variadas, cuyas apetencias convergen con las de un público que hasta ahora se consideraba eminentemente masculino. Si en un futuro estos gigantes de la ficción pretenden sobrevivir, han de supeditar también su producto a una buena parte de la población mundial y no ceñirse únicamente a su público másculino tradicional, el cual ya no es capaz de sostener los mastodónticos imperios de bocadillos, viñetas, capas y mallas.

Notas

[1] En el sentido norteamericano de la palabra. Liberal en USA puede ser entendido como progresista o como pensador de Izquierdas. No confundir con Libertarian o Libertario, afin a las ideas del Liberalismo político, económico y social.

[2]