Cuando Rusia invadió Ucrania, el 14 de febrero de 2022, se esperaba el colapso de las defensas limitadas ucranianas en cuestión de días. En contraste, nada salió según lo planeado. Cada día que transcurre bajo un panorama geopolítico global fragmentado por la guerra se deja claro que Rusia no puede y, posiblemente, nunca podrá obtener una victoria rápida y decisiva en su guerra de agresión.

El fracaso encuentra explicación en varios factores. Primero, la guerra se ha desarrollado sobre premisas erróneas: la existencia de una oposición política mínima en Ucrania, la captura rápida de Kiev y la decapitación del gobierno, el colapso inmediato de cualquier resistencia contra el control y retención de territorios.

Vladimir Putin pensó que sus fuerzas militares serían recibidas como las libertadoras de una Ucrania «nazi» autora del delito de genocidio. Este pretexto resultó ser falso. El 26 de febrero de 2022, el gobierno de Ucrania presentó el caso de alegaciones de genocidio, bajo la Convención de Genocidio de 1948, ante la Corte Internacional de Justicia (CIJ). Ucrania argumentó que la injusta acusación era el pretexto ruso usado para justificar la invasión.

Dada la falta de evidencia, y en virtud del principio de que cualquier acción para prevenir el genocidio debe tomarse de buena fe y de conformidad con el derecho internacional, la CIJ ordenó a Rusia, el 16 de marzo de 2022, suspender las operaciones militares inmediatamente. También ordenó como medida preliminar a Rusia asegurarse de que sus unidades militares o irregulares, y las organizaciones bajo su control, no tomaran medidas para avanzar en las operaciones militares.

Rusia rechazó la jurisdicción de la CIJ y continuó ignorando la decisión.

Segundo, Vladimir Putin sobrestimó el poder de proyección militar y su capacidad de liderazgo. En efecto, la guerra evidenció varias vulnerabilidades externas: bajo rendimiento y debilidades crónicas en el tamaño y calidad de la fuerza, mala planificación, deficiencia de los controles de comando y pobre entrenamiento de mando de las fuerzas terrestres y aéreas. Errores tácticos comunes y de novatos cometidos por las fuerzas terrestres en maniobras en el campo de batalla y comunicaciones por radio, así como pobre seguridad operacional, son parte del catálogo de errores señalado por la revista rusa en asuntos militares Amreijski Sbornik, tuiteados por Samuel Bendett, experto en sistemas no tripulados y tecnología de defensa rusa, el 13 de abril de 2023.

El ejército ruso ha perdido equipo militar y humano a un ritmo insostenible, porque han sido destruidos o capturados e incorporados al arsenal de Ucrania. Entre el alto número de muertes se encuentran regimientos de élite. Reclutas renuentes a participar en la guerra con equipo deficiente están reponiendo las pérdidas.

Según fuentes internacionales, el número de soldados rusos muertos y heridos en Ucrania se acerca a los 200,000, un reflejo claro de lo mal que ha ido la invasión de Putin. El Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales, un think tank en Washington, afirmó a principios de marzo de 2023 que Rusia tuvo entre 13,000 y 25,000 muertes en las dos guerras de Chechenia; el número de muertos en Ucrania un año después de haber comenzado la guerra podría ser cinco veces mayor que el de Chechenia. Las cifras varían poco pero aun así son sumamente altas.

Este atascadero es desolador y un mal presagio para Putin. Rusia tardará años en reconstruir y fortalecer el aparato militar perdido en Ucrania. Esto sin considerar las consecuencias a largo plazo de las sanciones económicas occidentales y contra el sector de defensa. Estas sanciones están restringiendo las capacidades rusas para actuar en el teatro de la guerra, empeorado por una fuerza laboral afectada por el éxodo masivo de rusos hacia países vecinos que han huido de las movilizaciones.

Rusia, considerada siempre un poder militar formidable, ha disminuido su poder para rugir. Las fuerzas ucranianas liberaron rápidamente unos 6,000 kilómetros de territorio durante una contraofensiva en la región de Kharkiv, para el 13 de septiembre de 2022, territorios que Rusia había ocupado por meses y anunciado controlarlos para siempre.

Pocos días después, estallaron combates intensos entre Azerbaiyán y Armenia y entre Kirguistán y Tayikistán. Los arreglos rusos de un alto al fuego fueron violados sin espera.

El momento del estallido de los enfrentamientos no es una coincidencia. Los países que están dentro de la esfera menguante de influencia rusa —exceptuando a Bielorrusia— han tomado ventaja óptima de las fragilidades externas del master. El momento ha sido apto para arreglar controversias sin la interferencia rusa de mano dura. La percepción de que la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva podría operar como una alianza efectiva, envuelta en desafíos de seguridad, ha sido menoscabada.

Tercero, con inteligencia inadecuada, Putin subestimó la determinación del liderazgo, la motivación, los planes y tácticas de las operaciones militares ucranianas que le han permitido sobresalir en la guerra. Igualmente infravaloró la respuesta en gran medida unificada de la OTAN frente al conflicto y el apoyo militar constante conferido a Ucrania.

Tampoco anticipó la posible expansión de la alianza militar producto de la invasión. Putin no tolera a una Ucrania atada a Occidente, con membresía de la OTAN. La membresía de otros Estados es una imprecación. La consideración es que una posible membresía ucraniana y expansión de la alianza invaden la esfera de influencia y la seguridad rusa, a pesar de que la alianza haya surgido históricamente como una organización de defensa territorial contra la expansión soviética hacia Europa Occidental. Además, no existe tratado u acuerdo vinculante alguno entre Rusia, como sucesor de la ex Unión Soviética, y la OTAN que impida a Estados que formaban parte constitutiva de la ex Unión Soviética adherirse a la alianza.

Después de décadas de seguir una política de defensa basada en el no alineamiento militar, Finlandia se unió a la alianza el 4 de abril de 2023, expandiendo dramáticamente la frontera de la OTAN con Rusia en 1,340 km. La adhesión finlandesa es producto de la desconfianza hacia Rusia porque la ex Unión Soviética intentó invadir Finlandia después de la Segunda Guerra Mundial. Las fuerzas terrestres, navales y aéreas finlandesas están entrenadas y equipadas con un objetivo principal: repeler cualquier invasión rusa. El 10 de julio de 2023, el presidente de Turquía aprobó el ingreso de Suecia a la alianza. La aprobación, abre el camino para que la OTAN complete el ingreso sueco y expanda su poder militar. La decisión es un golpe duro para la Rusia de Putin.

Un realista de los asuntos internacionales diría que la guerra es un resultado de una acción «putiniana» de imponer un equilibrio en la balanza regional del poder, eliminar la amenaza que representa la expansión y traer seguridad regional. Esta premisa, aceptable por muchos a primera vista, es debatible.

Correcto, dirían algunos, la adhesión finlandesa a la OTAN en específico, y la expansión de la alianza en general, han resultado en un mayor afianzamiento de la rivalidad geopolítica entre Rusia y Occidente. De igual manera mayor profundidad en el dilema de seguridad regional, resultando en inseguridad regional. Esta posición es inmaterial porque Rusia fue el infractor material de la prohibición universal del uso de la fuerza consagrada en la Carta de la ONU.

La cuestión es que el resultado no ha sido el deseado para Putin. ¡El tiro le salió por la culata! La movida es un golpe político y estratégico para Putin quien, a pesar de las vulnerabilidades rusas y tener todas sus tropas ligadas al conflicto, afirma que responderá con contramedidas al nuevo estatus finlandés.

Finlandia, Suecia, Dinamarca y Noruega están desarrollando un concepto escandinavo de operaciones aéreas conjuntas. Bajo este concepto, estos cuatro países podrán utilizar sus aviones de combate como una sola flota ajustándose a los estándares de interoperabilidad de la OTAN.

Producto de la invasión, ahora muchas naciones europeas se han comprometido a cumplir o superar el objetivo de la OTAN. Polonia ha anunciado un fuerte aumento en el gasto de defensa. El presupuesto militar polaco pasará del 2.5% de su producto interno bruto al 4%. Alemania anunció en febrero de 2022 que gastara 100,000 millones de euros adicionales en defensa. El Reino Unido, como uno de los líderes mundiales en el combate aéreo, ha anunciado una nueva generación de aviones de guerra que operará a la vanguardia de la innovación tecnológica.

El ambiente de seguridad europeo está siendo reconfigurado a consecuencia de la agresión rusa. La confrontación entre Rusia y Occidente no se trata simplemente de los arreglos de seguridad futuros de Ucrania; la nueva dinámica de reconfiguración afecta a todo el marco estratégico europeo posterior al derrumbamiento de la Guerra Fría.

¿Qué alternativas tiene Putin?

De momento el conflicto está en un punto muerto. Este status quo es un fracaso insostenible, el cual ha cristalizado una fisura entre las metas a lograr en Ucrania y las capacidades militares. La fisura ha obligado a Putin a elegir entre retirarse abandonando sus objetivos, atrincherarse y reducirlos en línea con sus capacidades, o escalar las hostilidades aumentando el poder de ataque con el fin de lograrlos.

Una retirada total es el resultado que busca Ucrania. Ucrania rechaza los llamados a ceder territorios a cambio de paz y conversará prospectivamente solo después de una retirada total, incluyendo a Crimea, pero posiblemente no con Putin. ¿Por qué?

La orden de arresto emitida por la Corte Penal Internacional (CPI) contra Putin el 17 de marzo de 2023, debido a la deportación ilegal de niños ucranianos a Rusia, es vital para la legalidad internacional, pero de alguna manera problemática en términos prácticos para futuras negociaciones.

La orden de arresto es vital porque funciona como un mecanismo de prevención de crímenes universales y contra individuos que buscan escudarse bajo el manto de la inmunidad diplomática. Envía el mensaje de que crímenes universales no deben quedar impunes y que no existe santuario alguno para individuos acusados de incurrir en responsabilidad criminal individual por cometer atrocidades durante los conflictos armados.

Además de obstaculizar los viajes internacionales de Putin, la orden hace menos atractivo para los jefes de Estado y otros diplomáticos viajar a Rusia para reuniones con un acusado de cometer crímenes de guerra y bajo una orden de arresto internacional. La orden aumentará la presión sobre los países para que se distancien de Putin y Rusia.

Por otro lado, la orden de arresto es problemática porque complica el planeamiento de conversaciones de paz.

La CPI es un organismo judicial que, al margen del juego geopolítico global, tiene competencia jurisdiccional para reprimir los cuatro delitos de ius cogens que afectan a la comunidad internacional en su conjunto: el genocidio, crímenes contra la humanidad, los crímenes de guerra y el crimen de agresión.

En el Estatuto de Roma, por el cual se creó la CPI, se reitera la prohibición universal del uso de la fuerza como carácter constituyente del crimen de agresión. Establecer negociaciones de paz con un líder en el poder de un Estado que abiertamente viola una norma imperativa del derecho internacional, y que socava el pilar fundamental que sustenta el orden legal internacional moderno, mientras demanda que se cumpla con los puntos de negociación mismos que violan principios de la Carta de la ONU y aquellos para los cuales la CPI fue construida, contraviene la legalidad internacional y la legitimidad de la CPI.

En contraposición, Rusia no acepta, ni aceptará, una retirada total. Putin solo negociará si Ucrania le cede los territorios invadidos. Esta posición es inadmisible para la comunidad internacional en su conjunto porque cuestiona las bases legales internacionales que sustentan al crimen de agresión. Al respecto, la Asamblea General de la ONU condenó la invasión calificándola de ilegal en una resolución del 2 de marzo de 2022.

Atrincherarse es la segunda alternativa para Putin, pero improbable porque pone en peligro una victoria militar decisiva —lo que sea que esto signifique para Putin—. Ucrania no aceptará retiradas parciales.

Putin no tiene alternativas más que continuar escalando las hostilidades, evitar una derrota humillante y sobrevivir en el Kremlin porque su futuro está atado al conflicto.

Putin ha decidido escalar la violencia de tres maneras. Primero, anexando ilegalmente territorios ucranianos. Los anexos le permiten justificar los altos costos de la guerra. La Asamblea General condenó los referendos y las anexiones el 12 de octubre de 2023; se exigió que Rusia revoque la declaración de anexión.

Segundo, recurriendo a la amenaza del uso de armas nucleares contra cualquier reto a la integridad territorial rusa. El objetivo latente de esta amenaza es afirmar soberanía sobre los territorios anexados y detener futuros intentos por liberarlos.

El problema es que la intimidación nuclear ha carecido de credibilidad porque la retórica y los intentos genuinos en usarlas no han tenido los efectos deseados en el teatro de la guerra. Claro, la intimidación nuclear ha expuesto nuevamente el peligro de las armas nucleares en el tablero geopolítico. Un error de cálculo grave entre Rusia y un Estado miembro de la OTAN inevitablemente escalaría a un conflicto a gran escala, incluidos los intercambios nucleares, según algunos expertos. Esto es una posición extrema.

Sin embargo, Occidente y Ucrania no han sido intimidados y la guerra continúa. Tampoco ha permitido el avance de ganancias territoriales significativas para Rusia. De hecho, existe una brecha entre la retórica y la intención de usar armas nucleares: Crimea anexada y territorio ruso han sido atacados por Ucrania. Tampoco los territorios liberados por Ucrania han desencadenado nuevas represalias y mucho menos armas nucleares.

Todo lo contrario. Ucrania ha incorporado rápidamente a su aparato militar armamento occidental de alta tecnología, como la artillería de cohetes de precisión HIMARS de Estados Unidos, tanques Challeger 2 y Leopard 2 de fabricación británica y alemana respectivamente. La disuasión nuclear está fallando porque está siendo utilizada para algo para lo que no es adecuada: como herramienta coercitiva en una guerra de conquista prolongada o de desgate, comentaba Jyri Lavikainen, un experto del Instituto Finlandés de Asuntos Internacionales.

Tercero, la escalada significa que Rusia ha desarrollado guerra brutal e intensa de desgaste, concentrando el poder de combate, con grandes cantidades de artillería y misiles, en la población e infraestructura civil crítica. El objetivo: doblegar la voluntad de combate ucraniana, infligiendo un alto nivel de desgaste en regiones como el Donbas.

Los ataques rusos a infraestructura energética crítica ejecutados en octubre de 2022 han rediseñado las líneas geopolíticas de suministro de energía mientras han causado problemas serios para la población civil. Según Amnistía Internacional, «el ejército ruso pretendía socavar la producción industrial, alterar el transporte, sembrar el miedo y la desesperación y privar a la población civil de Ucrania de calor, electricidad y agua a las puertas del frío invierno».

¿Por qué atacar la infraestructura civil crítica? Además de crear dificultades económicas y problemas logísticos, los ataques al sistema de energía son una forma fuerte de aplicar presión psicológica a la población civil. Esta es una táctica ilegítima, punitiva y arbitraria de guerra que no logra los objetivos que busca Putin. La moral de la población civil no es un blanco legitimo de ataque y constityue un crimen de guerra.

Hasta ahora la destrucción y bombardeo deliberado contra población e infraestructura civil han resultado en la destrucción de ciudades enteras, en más de ocho millones de refugiados en Europa, grandes desplazamientos forzados internos y agravamiento de los retos humanitarios para la población civil que permanece en Ucrania.

La Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos registró 21,965 víctimas civiles en el país entre el 24 de febrero de 2022 y el 12 de marzo de 2023. Las cifras reales deben ser considerablemente más altas y aumentan conforme se desarrolla el conflicto.

El costo humano ha sido devastador. Human Rights Watch documentó ejecuciones en masa en Bucha, ocurridas el 4 de marzo de 2022. Otras masacres han ocurrido. Posteriormente, la Asamblea General deploró la situación humanitaria creada por la invasión en su undécima sesión especial de emergencia del 24 de marzo.

De igual forma, suspendió la membresía de Rusia en el Consejo de Derechos Humanos de la ONU el 7 de abril de 2022. La causa: la continua crisis humanitaria en Ucrania, en particular las violaciones y abusos flagrantes y sistemáticos de los derechos humanos y violaciones del derecho internacional humanitario por parte de Rusia.

¿Podrá ser Putin castigado?

Los documentos de alta seguridad estadounidenses filtrados en YouTube y otros medios, el 7 de abril de 2023, proporcionan al Kremlin algunos detalles útiles, según fuentes internacionales como el Washington Post. Por ejemplo, el conocimiento de las estimaciones de las cantidades de armas en manos del ejército ucraniano, o la rapidez con la que Kiev recibe nuevas armas y municiones antiaéreas occidentales, podría ayudar a Rusia a repensar y planear los ataques según la cantidad de armamento en posesión, complicando la cuestión. También podría ser útil saber que el Pentágono está preocupado de que los sistemas de defensa aérea ucranianos se hayan reducido producto del derribo de misiles de crucero rusos.

No obstante, existe poca información revelada que cambie las reglas del juego. Rusia sabía de la escasez de equipo de defensa aérea y las municiones de artillería. El presidente ucraniano, Volodymyr Zelensky, ha pedido públicamente a Occidente la aceleración de entrega de armamento. La poca información revelada podría estar obsoleta.

Todo lo contrario. El atascadero empeora con las continuas violaciones del derecho internacional. Las mismas violaciones sistemáticas han puesto a Putin bajo el microscopio de los crímenes graves cometidos contra el derecho internacional. La pregunta es ¿cuándo será posible procesar penalmente a Vladimir Putin por las atrocidades cometidas en Ucrania?

La orden de arresto es un paso importante que demanda la rendición de cuentas por crímenes de guerra cometidos durante la invasión rusa. El problema es que Rusia no es parte del Estatuto de Roma, no acepta la jurisdicción de la CPI, Rusia no extradita a sus ciudadanos y, obtener evidencia de los líderes rusos acusados de cometer atrocidades, de momento, es imposible. La CPI no enjuicia a acusados sin su presencia física.

A pesar de la orden, las implicaciones de la comisión de crímenes de guerra son significativas; cuestionan el compromiso internacional de respetar el derecho internacional humanitario. Rusia ratificó los Convenios de Ginebra en 1954 y está obligada a respetar las leyes y costumbres que regulan la conducta de las hostilidades durante los conflictos armados.

Las violaciones continuas y flagrantes a este cuerpo normativo y la falta de una respuesta enérgica por parte de muchos países es un ejemplo terrible. Países en conflicto y Estados delincuentes que observan el comportamiento ruso, así como la reacción internacional desigual, posiblemente decidirán que el incumplimiento de las normas del derecho internacional humanitario y del uso de la fuerza no tiene costo sustancial. Es imperativo terminar con esta situación crítica. Ahora es crítico que la comunidad internacional busque la rendición de cuentas por el crimen de agresión.

La posición privilegiada de Rusia en el Consejo de Seguridad es una amenaza para la seguridad global y la aplicación del derecho internacional. El estatus de miembro permanente de Rusia en el Consejo de Seguridad ha sido un gran obstáculo para detener el crimen de agresión y responsabilizar a Putin por la serie de crímenes universales cometidos en Ucrania.

Muchos piden que Rusia sea destituida como miembro permanente del Consejo de Seguridad de la ONU y que se declare ilegal su membresía. Algunos analistas consideran que esto es una quimera. Otros señalan que, dado que Rusia viola varios principios cardinales de la ONU, su condición de miembro permanente del Consejo de Seguridad plantea dudas sobre la funcnión efectiva de la ONU en los asuntos internacionales.

De momento tendremos que esperar justiciabilidad. Esperemos que no sea por mucho tiempo.