En junio de 2015 llegó a mis manos una pequeña joya, Joven bajo el III Reich, un libro de 158 páginas publicado en cubierta suave por el Fondo Editorial Carlos Aponte en 1994. Son esas maravillas desapercibidas que no tienen éxito comercial pero que son líneas muy bien escritas de historias merecedoras de mayor divulgación. En este caso, una adolescente nos narra cómo cae presa de la Gestapo en 1942. Lo particular de esta detención arbitraria — reitero lo obvio de que en la Alemania nazi la mayoría de las detenciones eran arbitrarias —, es que Hilde Carmen Magdalena Perozzo Hutther, quien firma el texto con su nombre de casada (Magda Carrera), es sometida por colocar carteles de propaganda contra el régimen lo que le acarrea condena por alta traición. Sin embargo, la pena capital no le es aplicada por tener 17 años de edad.

En trece capítulos, Magda nos cuenta acerca de su celda, las duras condiciones de frio o calor extremo, insalubridad, poca comida y maltratos. Lo más original de la historia de esta muchacha es que es la única presa política entre criminales comunes por robo o delitos menores, gitanos y judíos. Por ello lleva una P mayúscula bordada en su ropa. Por supuesto que es una joven anti nazi de excelente formación familiar y académica lo que le permite analizar todo su entorno, aunque durante su etapa adulta en Venezuela es cuando decide escribir el libro para su familia, el cual es publicado por la editorial antes mencionada.

Magda nos cuenta cómo fue llevada de su ciudad natal hasta el centro de detención a decenas de kilómetros, donde se hallaban los otros prisioneros que conoce, entre los cuales cabe destacar una valerosa gitana francesa, mujer que dejará una profunda huella en su vida y es parte de su supervivencia.

También narra cómo eran las carceleras, mujeres de los más bajos estratos y confesas por crímenes reales, entre ellas otra humanitaria protectora que le ofrece amistad. La autora cuenta asimismo como mejora su situación al cumplir su duro trabajo que solo beneficia el esfuerzo bélico alemán, pero vuelve a caer en desgracia al negarse a rezar el padre nuestro al Führer, una aberración tanto para personas religiosas como para las que no profesan fe alguna. Los venezolanos de este siglo no podemos olvidar cómo se hizo algo similar con el difunto presidente en 2013.

Al final termina con el esperado día de la liberación, momento en el que Magda se va sola caminando o en aventones de los aliados hasta su casa. El libro viene ilustrado sencillamente por fotos de época y algunos artes en blanco y negro. Una reedición de este bello libro sería oportuna. Magda murió en Caracas a principios del siglo XXI, se casó en 1949 con el cumanés Jerónimo Carrera y se vino a vivir a Venezuela nacionalizándose, tuvo dos hijos, una hija y diez nietos.

Agradezco a mi amigo Luis Cova el préstamo del libro que me permitió conocer la aventura de esta extraordinaria y valerosa mujer. También estoy en deuda con su hermano, el hijo de la Sra Magda, Álvaro Carrera, quien nos facilitó las fotos de la heroína que acompañan este artículo y no están en el texto original.