Trabaja mientras otros duermen, estudia mientras otros se divierten, persiste mientras otros descansan y luego vivirás lo que otros sólo sueñan.

(Muhammad Ali)

Ayer tuve una cita con un chico de 27 años, él me contó que había empezado a salir más porque el novio de su hermana, con la cual se llevan apenas unos años, falleció de un infarto. Además de estar triste por la situación, convivía con la sensación de haber «quemado etapas», debido a que se había recibido, ya tenía su propia casa, y estaba estudiando su segunda carrera, pero nunca había ido a un boliche. Hasta hace muy poquito trabajaba casi todos los días, de lunes a sábados, desde muy temprano, hasta las 21 horas aproximadamente.

Ahora solo trabaja de lunes a jueves. Las construcciones de su casa van un poco más lento, está muy contento porque ahora se siente mejor y además tiene tiempo de ocuparse de su salud.

En las vacaciones, me hice de uno de los voluntarios del hostal en el que me alojé, tiene mi edad: 27 años. Hace diez meses estaba viviendo fuera de su país, como voluntario de diversos lugares/organizaciones y sin fecha de regreso. Hace poco nos reencontramos en mi ciudad, y ahí me confesó que el viaje lo inició gracias a su grupo de amigas que lo animó a salir de una fuerte depresión provocada por «exceso de trabajo». Ganaba muy bien, pero podía llegar a pasar 24 horas frente a una computadora. Fumaba más, pero salía cada vez menos. Comenzó a tomar antidepresivos y ansiolíticos porque la ansiedad y el nerviosismo se habían convertido en moneda corriente.

¿Qué le está pasando a nuestra generación? Me pregunto al escuchar sus vidas y al mirar un poco la mía. Hace poco escuché el término «porno de la productividad», que hacía referencia a esa colección de videos donde se muestran rutinas o ‘tips’ para ser más eficientes. Creo que la teoría la conocemos casi todos: levantarse a las 5 am, desayunar, hacer ejercicio, comer saludable, journaling, meditación, etc... A este tipo de contenidos se suman los de marketing, inversiones y todo tipo de propuestas que te animan a monetizar hasta tu siesta. Siempre el enemigo va a ser el ocio, el descanso o la pereza. Excepto si hay que dormir ocho horas para poder volver a trabajar al día siguiente. No me extraña que la tendencia a la productividad y el conseguir resultados se haya exacerbado en una sociedad de consumo. El otro día me topé con uno de esos videos que incluso decía que el balance era algo a lo que no debíamos darle importancia, que si en este momento de tu vida podías trabajar 12 horas seguidas sin cansarte toda la semana, aproveches y lo hagas. ¿Acaso eso no tiene un costo, aunque no sea inmediato?

¿Qué estamos persiguiendo? Más allá de querer pagar el alquiler y llegar a fin de mes en la mayoría de los casos. Por qué el afán de ser tan productivos ahora, cuando las estadísticas muestran que, debido a las situaciones económicas actuales, son muy pocos los jóvenes que ahorran o planifican para el futuro. Y, aun así, si valiera la pena, no sería más inteligente buscar herramientas que nos hagan la vida más sencilla, donde tengamos que trabajar menos y obtener los mismos o incluso mejores resultados. La realidad es que herramientas en el mundo actual tenemos muchas pero, ¿sabemos de qué manera queremos usarlas? Antes de trabajar mientras otros duermen, tal vez sea mejor una pausa, descansar y tener estas cuestiones claras, para no convertirnos simplemente en #ThatGirl con su jugo détox en la mañana con sabor a nada.